El gesto más emotivo de Joaquín Sabina en su último concierto en Madrid

Un adiós anunciado: el fin de una era

La gira Hola y adiós comenzó en enero en Ciudad de México y ha recorrido América y Europa con 71 conciertos que registraron llenos absolutos. Desde los primeros compases, Joaquín Sabina dejó claro que esta sería su última gran gira, y el itinerario elegido no fue casual: comenzó en el continente donde más público lo venera y termina en Madrid, la ciudad que inspira muchas de sus letras más celebradas.

El 12 de noviembre, el cantautor ofreció el primero de los cuatro conciertos finales en el Movistar Arena. Madrid acogerá además actuaciones el 17, 25 y 30 del mismo mes. Cada velada es una despedida, no solo del escenario, sino también del público que lo ha acompañado durante décadas.

La emoción contenida en cada palabra

Quería acabar esta gira de despedida con un pequeño maratón en Madrid”, confesó Sabina días antes. La capital española ha sido el telón de fondo de muchas de sus canciones y, como él mismo aseguró, «es la ciudad tabernaria que me ha dado todo lo que soy».

En esta serie final, Sabina ha introducido una novedad significativa en su repertorio: abre cada concierto con “Yo me bajo en Atocha”, un tema que hasta ahora no había formado parte del setlist de la gira. Este guiño local ha sido interpretado como un homenaje a Madrid, cargado de simbolismo y emoción.

Bilbao, la penúltima ovación

Antes de llegar a la capital, Sabina hizo escala en Bilbao, donde reunió a más de 20.000 asistentes en dos noches consecutivas en el BEC Arena. Allí dejó un mensaje en redes sociales que anticipaba la despedida: “Bilbao fueron unos conciertos especiales porque han sido los últimos antes de la despedida en Madrid”.

El vínculo con su audiencia quedó patente en cada ciudad, pero Bilbao marcó especialmente al artista por la cercanía del público y el calor con el que fue recibido. Estas palabras demuestran la carga emocional que lleva cada paso de este cierre de gira.

Cuatro noches irrepetibles

Las fechas elegidas para Madrid no son casuales. Marcan diferentes etapas del mes de noviembre y permiten a los seguidores más fieles asistir a más de una función. Sabina, de 76 años, conserva intacta la fuerza escénica que lo ha caracterizado, aunque no oculta que el adiós pesa.

Las lágrimas han hecho acto de presencia en varios momentos. No solo entre el público. En el primer concierto madrileño, Sabina se mostró especialmente emocionado al dedicar una canción a una figura femenina aragonésa, en lo que fue uno de los momentos más íntimos y aplaudidos de la noche.

Un legado que no se despide

«Hola y adiós» no ha sido solo una serie de conciertos. Ha sido una celebración de la vida y la carrera de un artista irrepetible. Cada canción ha sonado como si fuera la última, y cada palabra pronunciada ha llevado la carga de los años vividos, de las historias cantadas y de la poesía compartida.

Sabina se baja en Atocha, pero deja un legado que seguirá vivo en cada verso. Madrid lo despide de pie, con aplausos, y con la certeza de que no habrá otro igual.

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