El día que Brasil fue seleccionado para acoger la cumbre del clima de 2025 dijo, desde un primer momento, que no quería llevar este encuentro a una gran ciudad como São Paulo o Rio de Janeiro sino que su objetivo era trasladar las conversaciones a una ciudad como Belém, a orillas de la selva tropical más grande del mundo, para que esta fuera «la cumbre del Amazonas«. Bajo esta premisa, la presidencia brasileña está utilizando este encuentro diplomático para intentar arrancar a los países varios compromisos en materia de protección de los bosques del planeta. En la primera semana de negociaciones ya ha logrado movilizar hasta 5.500 millones de dólares para el llamado ‘Fondo para los Bosques Tropicales para Siempre’ (TTTF) y sumar el compromiso de más de 70 países para conservar más de mil millones de hectáreas de bosques en todo el planeta. Lula da Silva, por su parte, también está presionando para que durante esta cumbre se cierre un compromiso global contra la deforestación.
En la primera semana de cumbre se ha logrado movilizar 5.500 millones para las selvas tropicales y el compromiso de 70 países para conservar más de mil millones de hectáreas de bosques
La estrategia de Brasil está siendo la de incluir las conversaciones sobre protección de los bosques como uno de las herramientas clave para preservar la naturaleza y, a su vez, para reducir el aumento de emisiones. Por un lado, porque sabemos que estos espacios naturales son esenciales para la supervivencia y el bienestar de millones de personas y para la obtención de recursos naturales. Y por otro lado, porque la ciencia indica de forma clara que estos ecosistemas, junto a los océanos, son uno de los grandes sumideros de carbono del planeta y que, si gozan de buena salud, son capaces de retener ingentes cantidades de gases de efecto invernadero y amortiguar el aumento global de las temperaturas. «Uno de los grandes objetivos de esta cumbre será la creación de sistemas que recompensen a quienes mantienen los bosques en pie en lugar de destruirlos», ha explicado Marina Silva, ministra de Medio Ambiente y Cambio Climático de Brasil.
Proteger las selvas del planeta
El primer paso para lograrlo ha sido el lanzamiento del ‘Fondo para los Bosques Tropicales’. Según explican los impulsores de esta iniciativa, esta plataforma no busca sumar las promesas o las buenas intenciones de gobiernos y entidades sino que, por el contrario, se ha ideado como un mecanismo financiero global para pagar a los países tropicales y a las comunidades locales por mantener sus bosques en buena salud. Para ello se financiarán programas de conservación y restauración en distintos países tropicales del globo y, después, se aplicarán mecanismos de revisión para verificar que, efectivamente, están manteniendo y aumentando su masa forestal. Decenas de países, filántropos y hasta inversores privados se han comprometido ya a movilizar fondos para la causa. Y por primera vez, se ha anunciado que al menos un 20% del dinero dirá directamente a comunidades indígenas.
Lula ha solicitado que durante este encuentro se debata sobre una «hoja de ruta global contra la deforestación»
Lula da Silva, por su parte, también ha solicitado una hoja de ruta global contra la deforestación, aunque este asunto no está incluido formalmente entre los principales debates de la cumbre. Según los últimos informes, en estos momentos los niveles de tala de árboles son un 63% más altos de lo que deberían ser para cumplir los objetivos de 2030. También se constata que los países están avanzando en la creación de nuevos bosques pero, aún así, no están haciendo lo suficiente para proteger a los existentes ante la amenaza de la tala. «Necesitamos hojas de ruta que permitan a la humanidad, de manera justa y planificada, detener e invertir la deforestación y movilizar recursos para lograr estos objetivos«, ha declarado Lula desde la cumbre de Brasil.
Iniciativas de la sociedad civil
Belém también está siendo la cuna de varias iniciativas impulsadas por la sociedad civil que, aunque no forman parte de las negociaciones oficiales de esta cumbre, sí que están contribuyendo a poner el foco en la necesidad de preservar los bosques del mundo. Es el caso, por ejemplo, de un proyecto pionero presentado por una coalición de nueve estados de la Amazonía brasileña junto con la organización NatureFinance para «convertir la conservación de la selva en una fuente constante de ingresos». La idea es crear mecanismos financieros para que países y entidades del mundo «paguen» por los «servicios ecosistémicos» que el Amazonas ofrece al planeta, como es el almacenamiento de carbono en los árboles, su función en la regulación del clima global, así como la protección del agua y la biodiversidad. «Hasta ahora, los gobiernos asumían el costo de cuidar las áreas protegidas sin poder generar ingresos dentro de ellas. Este proyecto busca poner un valor económico a la conservación y permite recibir recursos por mantener la selva en pie«, afirma la iniciativa.
Una coalición de estados amazónicos reclama un mecanismo para que los países y entidades paguen por los servicios que el Amazonas brinda al planeta
Otro de los temas más comentados está siendo la participación de los pueblos indígenas y de las comunidades locales en estos proyectos. En los últimos días, de hecho, en Belém se ha lanzado un foro para que las comunidades originarias que habitan las selvas y los bosques del mundo tengan voz y voto en los proyectos de conservación y en cuestiones como el mercado de créditos de carbono, ya que muchas veces deriva en iniciativas que afectan de forma directa su territorio sin que ellos puedan hacer nada para intervenir en ellos. Los impulsores de esta iniciativa, presentada en la primera semana de la cumbre de Belém, afirman que su objetivo es «asegurar la participación de las comunidades indígenas en los proyectos que afecten a su territorio«, «garantizar que los beneficios económicos se repartan de forma justa entre todos los actores implicados» y «certificar que los proyectos respeten los derechos y saberes tradicionales».
Desde Belém se ha anunciado la creación de un nuevo protocolo para que las empresas puedan medir el impacto de sus actividades sobre la naturaleza
El tercer frente en el que se está avanzando en Belém es la creación un estándar global para medir el impacto de empresas y bancos sobre la naturaleza. Sobre todo porque, a día de hoy, las compañías ya están obligadas a reportar sus emisiones de carbono pero no a rendir cuentas sobre su impacto en la biodiversidad. Por eso mismo, desde la cumbre de Brasil, organizaciones como la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), el World Business Council for Sustainable Development y el World Resources Institute (WRI) han anunciado que ya están desarrollando un marco común para evaluar cómo las actividades económicas afectan los ecosistemas. Este protocolo definirá métodos, indicadores y herramientas comparables que ayuden a las empresas a entender y reducir su impacto sobre suelos, agua y especies, y a los inversores a dirigir dinero hacia proyectos realmente sostenibles. En pocas palabras, permitirá poner la naturaleza en los balances financieros y tomar decisiones con base en datos, no solo en buenas intenciones.
Suscríbete para seguir leyendo














