La coalición del primer ministro iraquí, Mohammed Shia al Sudani, ha ganado las elecciones parlamentarias de este martes, según ha anunciado de forma preliminar este miércoles la Comisión Electoral iraquí.
Al Sudani, que llegó a jefe del Ejecutivo en 2022, ha conseguido mantener durante los últimos años un frágil equilibrio entre Estados Unidos e Irán —ambos países con relativas buenas relaciones con Irak—, y ha conseguido que el país árabe deje atrás los peores años de violencia y tensiones sectarias.
El primer ministro, sin embargo, es visto por gran parte de la población como miembro de la élite chií del país, muy cercana a los designios de Teherán e incapaz de enfrentarse a las milicias chiís pro-Irán de Iraq, que desde la derrota del Estado Islámico (EI) funcionan como un Estado mafioso y de extorsión a la sombra.
Esta desgana de la población se ha hecho notar en la participación, que se ha situado, como en las antiguas elecciones de 2021, en mínimos históricos: tan solo un 37% de los iraquís con derecho a voto han acudido a las urnas. La Comisión Electoral, sin embargo, publicó este martes por la noche una participación del 56%: un número maquillado que se refiere a una lista de votantes registrados, no del total del censo con derecho a voto.
«Nuestra Coalición de Desarrollo y Reconstrucción ha resultado la primera en las elecciones parlamentarias. Quiero agradecerle el esfuerzo a la Comisión Electoral por sus esfuerzos a la hora de garantizar la seguridad y el éxito de este proceso electoral», ha dicho Al Sudani tras la confirmación de su victoria en los comicios, que no será oficializada hasta dentro de unos meses.
Boicot electoral
Gran parte de la abstención en estas elecciones se explica por el llamado a boicot del influyente clérigo chií Moqtada al Sadr, cuya coalición resultó ganadora en las últimas elecciones parlamentarias pero fue sitiada y boicoteada por los demás partidos, que acabaron escogiendo a Sudani como primer ministro.
El sistema político iraquí —como el del Líbano— se basa en líneas étnicas y sectarias, y estipula que el primer ministro debe ser chií, el presidente del parlamento, suní, y el presidente —una figura meramente representativa—, kurdo.
No se espera, sin embargo, que el nuevo gobierno pueda tomar posesión hasta bien entrado el año que viene: al no haber ganado la mayoría, Al Sudani debe formar una coalición pactada con las demás fuerzas del parlamento, tarea nunca sencilla en una cámara baja absolutamente dividida entre facciones opuestas con sus propios grupos de interés o armados.
Suscríbete para seguir leyendo











