El futuro de tres de los productos más apreciados en las mesas de todo el mundo parece sombrío. El café, el chocolate y el vino están en riesgo de desaparición por el cambio climático. Incluso si se aplicaran ya medidas drásticas para frenar el incremento de las temperaturas podría no ser suficiente para salvarguardar las condiciones de cultivo.
Café chocolate y vino, considerados cultivos ‘de lujo’, no solo son pilares de la cultura gastronómica global, también amparan economías nacionales y proporcionan sustento a millones de agricultores, principalmente en países en desarrollo. Es la preocupante conclusión de un estudio publicado en la revista ‘Environmental Research Letters’ centrado en evaluar la eficacia de una avanzada forma de intervención climática.
Los investigadores analizaron un método hipotético de geoingeniería solar conocido como ‘Inyección de Aerosoles Estratosféricos’ (SAI, por sus siglas en inglés). Esta técnica, inspirada en el efecto refrigerante de las grandes erupciones volcánicas, consistiría en liberar partículas reflectantes en la estratosfera con el objetivo de desviar una pequeña porción de la luz solar y así enfriar la superficie del planeta.
Productos de ‘alta sensibilidad’
Los científicos utilizaron sofisticadas simulaciones climáticas para proyectar cómo evolucionarían las condiciones de cultivo entre 2036 y 2045 en las principales regiones productoras de Europa occidental, África occidental y Sudamérica, bajo dos escenarios diferentes de SAI y comparándolos con un futuro en el que no se aplique esta intervención.
Los resultados, lejos de ser alentadores, indican que la estabilización de las temperaturas mediante SAI no se traduce de manera fiable en una estabilización de la idoneidad climática para estos cultivos sensibles. Aunque la intervención logró su objetivo principal de reducir o estancar el aumento de la temperatura media global en comparación con el escenario sin intervención, solo seis de las dieciocho regiones analizadas mostraron una mejora consistente y uniforme en sus condiciones de cultivo.
Viñedos del Monasterio de Corias en la localidad asturiana de Cangas de Narcea. / EPC
La razón principal de esta ‘desconexión’ reside en la alta sensibilidad de la uva, el café y el cacao no solo al termómetro, sino también a los patrones de precipitación y humedad, factores que el SAI no logra controlar de manera predecible.
Respuestas impredecibles
El estudio incorporó un análisis exhaustivo de la variabilidad climática natural, ejecutando múltiples simulaciones o ‘miembros de ensamble’ para cada escenario, lo que reveló una amplia dispersión en los resultados, demostrando que el futuro concreto de una región productora dependería en gran medida de la realización climática específica que le tocara vivir.
«La variabilidad climática natural genera una amplia gama de resultados bajo el mismo escenario de agricultura intensiva que podrían afectar el sustento de los agricultores que cultivan cacao, café y vid», explica Ariel Morrison, coautor del estudio. Esta variabilidad, impulsada en gran parte por respuestas impredecibles en las lluvias y la humedad, se traduce en una alta incertidumbre respecto a los ingresos económicos que estos cultivos podrían generar en el futuro.
Para determinar si un año era ‘adecuado’ para el cultivo, los investigadores utilizaron un complejo índice compuesto que integra múltiples variables agroclimáticas y considera umbrales críticos de temperatura máxima y mínima, horas de frío necesarias para que las vides rompan su dormición, acumulación de calor, precipitaciones totales y, de manera crucial, el riesgo de enfermedades fúngicas asociadas a condiciones específicas de temperatura y humedad.
Buenos datos en el sur de España
Si un solo factor superaba o no alcanzaba sus umbrales de idoneidad en un año determinado, ese ejercicio se consideraba no apto para la producción de calidad, asumiéndose una cosecha y unos ingresos nulos. En el caso de la vid, por ejemplo, se encontró que el SAI podría reducir el riesgo de estrés por calor extremo, pero también se identificaron ‘trade-offs’ o compensaciones de riesgo.

Cosechadora de cacao en Ghana / Agencias
Curiosamente, en un mundo más cálido sin intervención, el aumento de las temperaturas provoca que las yemas de las vides broten antes en primavera, quedando más expuestas y vulnerables a las heladas tardías. El SAI, al estabilizar las temperaturas, mitigaría este riesgo particular. Sin embargo, la respuesta general fue heterogénea geográficamente, con mejoras más consistentes observadas en regiones como el sur de España.
Para el café, cuyas variedades más apreciadas como la Arábica son especialmente sensibles al calor, la reducción de temperaturas bajo SAI no fue suficiente para contrarrestar de manera uniforme los otros factores de estrés. El cacao, si bien tolera mejor el calor excesivo, enfrenta sus propias batallas.
Plagas y enfermedades
«Las especies de cacao toleran mejor las altas temperaturas que el café y la vid, pero son muy susceptibles a las plagas y enfermedades causadas por la combinación de altas temperaturas, lluvias y humedad». La reducción de la enfermedad fue, de hecho, una de las vías clave a través de las cuales el SAI mostró un impacto positivo en algunos escenarios, al crear condiciones menos propicias para hongos.
Las proyecciones económicas derivadas del estudio pintan un panorama de alta volatilidad. Al calcular la diferencia potencial en los ingresos por exportación entre los escenarios con y sin SAI, los investigadores encontraron enormes variaciones.
En Francia, por ejemplo, la diferencia en los ingresos proyectados para la viticultura entre el mejor y el peor de los escenarios de SAI alcanzó casi los 60.000 millones de dólares (52.000 millones de euros). Esto refuerza la idea de que la suerte económica de las regiones estará ligada a la ‘lotería de la variabilidad climática’ a corto plazo, incluso en un mundo con intervención climática.

Un agricultor colombiano toma un descanso en el cafetal. / Efeagro / John Jairo Bonilla
Una verdad incómoda
Los hallazgos subrayan una verdad incómoda: no existe una solución mágica para los desafíos que el cambio climático plantea a la agricultura. «La intervención climática de SAI puede ofrecer un alivio temporal del aumento de las temperaturas en algunas regiones, pero no es una solución garantizada para los desafíos que enfrenta la agricultura de cultivos ‘de lujo’», advierte Morrison.
Los autores resaltan que el valor de la investigación reside en que ilustra la complejidad del problema y la falacia de que se depende de una única estrategia tecnológica. Sugieren que la viabilidad futura de estos cultivos dependerá de un enfoque multifacético, de estrategias de adaptación locales, de inversiones en agricultura residente y de la cooperación global.













