La manzanilla, también conocida como camomila, es una planta -parecida a las margaritas- que se usa normalmente como una infusión, especialmente para aliviar molestias digestivas. Su nombre proviene de su aroma a manzana, y su apariencia sencilla contrasta con las numerosas propiedades que tiene, que la convierten en una de las plantas más valoradas en la vida cotidiana. En los últimos años, su popularidad resurge gracias a la evidencia científica que respalda algunos de sus usos más conocidos. Su composición incluye flavonoides -compuesto antioxidante y antiinflamatorio- y aceites esenciales que interactúan con el organismo de manera beneficiosa.
Propiedades de la manzanilla
Apoyo digestivo
Una de las funciones más reconocidas de la manzanilla es favorecer a la digestión. Ayuda a relajar los músculos del tracto gastrointestinal, aliviando la sensación de pesadez, los gases y la indigestión. También puede calmar cólicos y náuseas, siendo un recurso natural útil después de comidas copiosas o episodios de malestar estomacal.
Efectos calmantes
La manzanilla es conocida por sus propiedades relajantes. Compuestos como la apigenina -bioflavonoide antioxidante- pueden unirse a receptores específicos del cerebro, promoviendo un efecto relajante leve y favoreciendo el descanso nocturno. Aunque la evidencia clínica es moderada, muchas personas la utilizan como apoyo natural para reducir el estrés y mejorar la calidad del sueño.
Antiinflamatoria y antioxidante
Investigaciones recientes han identificado más de 120 componentes en la manzanilla, incluidos flavonoides y terpenos, que pueden reducir la inflamación y el estrés oxidativo. Esto explica su uso en el alivio de molestias digestivas, inflamaciones de mucosas y, de manera externa, irritaciones de la piel.
Otros beneficios
Además, la manzanilla puede favorecer indirectamente el sistema inmunitario y ayudar a aliviar molestias menstruales gracias a su efecto relajante y antiinflamatorio. Tradicionalmente también se ha utilizado en cosmética para suavizar la piel y dar brillo al cabello, así como para dar sabor a alimentos o bebidas.
Cómo consumirla
La manera más habitual de aprovechar los beneficios de la manzanilla es mediante la infusión, para la que se usan dos especies de este tipo de planta –Anthemis nobilis y Matricaria chamomilla-. La forma sencilla de prepararla es a partir de los paquetes de bolsas de manzanilla que se venden en los supermercados. Otra manera sería adquirir dichas flores -secas- de manzanilla y añadirlas directamente a agua hirviendo, se deja reposar y se cuela antes de beber. Se recomienda consumir una o dos tazas al día, preferiblemente después de las comidas o por la noche. También puede aplicarse externamente en compresas o baños suaves para calmar irritaciones e inflamaciones cutáneas.
Cabe destacar que este remedio no debe considerarse sustituto de tratamientos médicos ya que, aunque suele ser beneficiosa en la mayoría de casos, también puede causar reacciones alérgicas o indigestiones. Además, su uso como relajante o ayuda para conciliar el sueño puede variar dependiendo de la persona.
Por tanto, la manzanilla es más que una infusión reconfortante. Integrada de manera adecuada en la rutina diaria, puede contribuir a la digestión, al alivio del estrés y al bienestar general. Su uso combina tradición y evidencia científica, ofreciendo un recurso natural accesible para quienes buscan cuidar su salud de manera sencilla y consciente.
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