Los alumnos del ciclo de aeronáutica del IES Vall d’Alba, que se imparte en el aeropuerto de Castellón, han ido a la huelga. Reclaman algo tan básico como profesorado suficiente para poder continuar sus clases. La carencia de docentes especializados amenaza la continuidad de un proyecto que, más allá de la educación, simboliza una apuesta de futuro para toda la provincia.
El centro de Formación Profesional se implantó con la idea clara y ambiciosa de convertir el aeropuerto de Castellón en un verdadero motor económico del territorio. La formación en aeronáutica debía servir para reforzar la industria ya instalada (dedicada al mantenimiento y desmantelamiento de aeronaves), atraer nuevas inversiones y favorecer el futuro desarrollo industrial de iniciativas innovadoras como la start-up Arkadia Space, dedicada a la propulsión espacial. Castellón se abría así a un sector de alto valor añadido, basado en el conocimiento, la innovación y la tecnología.
Pero la importancia del centro iba mucho más allá del plano industrial. Se trataba de ofrecer a los jóvenes castellonenses la oportunidad de formarse en empleos cualificados y bien remunerados, en lugar de verse obligados a marcharse fuera para encontrar opciones de futuro. Por primera vez, el territorio dejaba de ser un punto de partida y se convertía en un lugar de destino: venían estudiantes de otras comunidades, atraídos por una formación de futuro.
Impacto territorial
El impacto era también territorial. Los alumnos alojados en los municipios del entorno dinamizaban la economía local, contribuían a fijar población y extendían los efectos positivos del aeropuerto a un territorio necesitado de actividad y oportunidades, contribuyendo a revertir procesos de despoblación.
No fue un proyecto fácil. Pero lo más difícil ya está hecho.
Por eso, lo que hoy ocurre con la falta de medios docentes no puede despacharse como un contratiempo más. Sería un error imperdonable dejar languidecer un proyecto, en mi opinión muy importante para Castellón.
Economista














