No hay desafío imposible para el Levante por mucho que regañe de sus puntos en el casillero. Todo el mundo sabe que lo merecido sobre el césped no concuerda con su puntuación en la clasificación, pero, aunque las sensaciones sean positivas, los resultados son los que mandan. Quién sabe si con 2 derrotas y un empate en los tres últimos partidos, las condiciones para acudir al Metropolitano eran las más favorables, pero al Levante, en lo que a valentía y decisión se refiere, nadie se le impone. El resultado podrá ser mejor o peor, pero nunca se le podrá reprochar nada.
Sin embargo, su comienzo dubitativo cargó de inspiración a un Atlético de Madrid que, en apenas 5 minutos, intimidó la meta de Mathew Ryan en dos ocasiones: el australiano le negó el gol a Pablo Barrios, quien llegó desde segunda línea como si de un delantero se tratase, y presenció cómo una prolongación con la espuela de Álex Baena pasó por las profundidades del área pequeña sin que apareciesen futbolistas locales que empujasen el balón en el fondo de las mallas. A pesar de ello, una acción desafortunada, donde un centro de Barrios desde línea de fondo fue desviado por Ryan, se topó con la figura de Dela para introducir el balón en su propia portería.
No pasó ni un cuarto de hora de encuentro y todo pareció ir hacia una tarde de sufrimiento. De aguantar el chaparrón de la forma que fuera y, sobre todo, que no tuviera consecuencias. No obstante, poco antes del ecuador del primer tiempo, Manu Sánchez, en el feudo donde se crió como futbolista, apareció en el segundo palo para cabecear un saque de esquina ejecutado por Jon Ander Olasagasti para enmudecer un Metropolitano. El ‘23’, acogiéndose a la ley del ex, pidió disculpas a su parroquia mientras los levantinistas presentes en Madrid enloquecieron.
Los de Julián Calero, sacando petróleo de una jugada sin peligro que acabó en córner, escapó de su estado de desconcierto para sacar músculo en tareas defensivas. Sostenidos por Ryan, autoritario en cada acción bajo palos, el Levante defendió de forma brillante, cubriendo los espacios y limitando a un Atlético de Madrid que acumuló mucho volumen de juego y peligro por bandas, pero sin precisar en los últimos metros. Así se llegó a un descanso donde el Levante fue de menos a más, obligando a los madrileños a reaccionar y a tirar de movimientos procedentes del banquillo que, tal y como pasó contra el Sevilla, surgieron efecto.
Griezmann, un minuto después de entrar sobre el campo, aprovechó un centro de Llorente para, en boca de gol, adelantar a los suyos en lo que supuso un revés para los del Ciutat de València, pero que no desdibujó su actitud ni poso en el Riyad Metropolitano. Con Carlos Álvarez cogiendo temperatura en sus niveles de lucidez, y buscando pases filtrados para Koyalipou y Morales, ambos sin acertar frente a Jan Oblak. Aun así, Griezmann, recogiendo un balón muerto tras una gran intervención de Mathew Ryan, y finalizando un robo en tres cuartos en un intento de contragolpeo del Levante, puso el tercero y encaró un partido que los de Calero se negaron a perder.
No obstante, Gil Manzano, asistido por el VAR, le negó las opciones de puntuar después de anular un gol de Carlos Álvarez que careció de sentido. El ‘24’, ejecutando una falta escorada, sorprendió a un Oblak y recortó distancias, pero el colegiado se inventó un fuera de juego de Matías Moreno por, supuestamente, intervenir en la jugada. Aunque el argentino estira el pie después de arrancar en posición antirreglamentaria, no actúa ni molesta a un arquero despistado. Pese a ello, fue la excusa ideal para restarle emoción a un encuentro que el Levante, con sus armas, luchó hasta el final. Que, durante varios tramos, no mereció perder y que, pese a la derrota, le permite salir del Metropolitano con la cabeza bien alta.
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