lo que provocó el nuevo enfrentamiento entre la Guardia Civil y la Royal Navy

Un encuentro breve con ecos históricos

Según pudo saberse, el patrullero español Río Sil realizaba una ronda rutinaria de vigilancia cuando fue seguido por la HMS Dagger (P296), una de las embarcaciones británicas destinadas en el Peñón. La situación se mantuvo durante pocos minutos, hasta que la nave española cambió de rumbo y abandonó el área reclamada por las autoridades gibraltareñas.

El observador Michael J. Sanchez grabó la maniobra y la publicó en la red social X. En su versión, la embarcación española había penetrado en aguas bajo jurisdicción británica. Desde fuentes españolas se insiste, sin embargo, en que el recorrido de la patrullera se limitó a aguas nacionales y que en ningún momento hubo comportamiento provocador.

La raíz de una disputa que no termina

El trasfondo del conflicto está en el Tratado de Utrecht, firmado en 1713. En él, la Corona española cedió a Gran Bretaña la plaza y el puerto de Gibraltar, pero no las aguas que lo rodean. Esa distinción, vigente desde hace más de tres siglos, continúa siendo el argumento central de la posición española. El texto original puede consultarse en el Archivo Histórico Nacional.

El Reino Unido, por su parte, mantiene la práctica de ejercer control sobre una franja marítima de tres millas alrededor del Peñón, un límite no reconocido por Madrid. Esta discrepancia jurídica alimenta los roces entre las patrullas de ambos países, que se repiten de forma periódica en la Bahía de Algeciras.

Antecedentes recientes en el Estrecho

No es la primera vez que la HMS Dagger protagoniza un episodio de este tipo. Hace unas semanas, el mismo buque británico siguió de cerca al Isla de León (P83), perteneciente a la Armada Española. En ambos casos no se registraron daños ni se emitieron advertencias, aunque sí se notificaron los hechos a las autoridades militares de cada país.

Fuentes del Ministerio de Defensa restaron importancia al incidente y explicaron que las patrullas españolas operan conforme al derecho internacional y bajo la coordinación del Ministerio del Interior. Desde Gibraltar, en cambio, se defendió la actuación británica como “una respuesta proporcional ante una presencia no autorizada”.

El valor estratégico del Estrecho

Más allá del simbolismo histórico, el Estrecho de Gibraltar es uno de los corredores marítimos más transitados del planeta. A diario lo cruzan petroleros, mercantes y buques militares, lo que convierte la zona en un enclave estratégico para la seguridad y el comercio europeo. En ese entorno, cada maniobra adquiere una lectura política.

Expertos consultados señalan que la falta de un acuerdo formal sobre la delimitación marítima impide un entendimiento definitivo. Aunque existen mecanismos técnicos de comunicación entre las fuerzas, las interpretaciones siguen siendo opuestas. Para Londres, se trata de “aguas territoriales británicas”; para Madrid, de “aguas bajo soberanía española”.

Un equilibrio frágil pero constante

Fuentes diplomáticas aseguran que los canales de contacto entre ambos gobiernos se mantienen activos y que no se prevé una escalada. En Madrid insisten en que los patrullajes continuarán como parte de las operaciones habituales de seguridad marítima. Desde Londres, el Foreign Office evita calificar los hechos y se limita a recordar su compromiso con “la defensa de la integridad del territorio británico de ultramar”.

Mientras tanto, en la Bahía de Algeciras la normalidad ha regresado. Sin embargo, los expertos advierten que episodios similares podrían repetirse. Tres siglos después del Tratado de Utrecht, el mar que rodea el Peñón sigue siendo un escenario donde la historia, la diplomacia y la geografía se entrelazan en cada ola.

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