El pasado viernes fui a una sesión del circo Raluy Legacy, que está en Castellón hasta el 16 de noviembre, ubicado junto a la rotonda de las cañas. Me encantó el espectáculo Cyborg que traen en esta gira. Antes de entrar ya quedé asombrado con el brillo de los 40 carromatos (vehículos y caravanas de circo de hasta principios del siglo XX), restaurados e impolutos, que rodean a la carpa. Es un museo rodante. El show fue un cóctel delicioso de risas, danzas, mensajes que dan qué pensar y de números asombrosos de trapecio, de acrobacia y de malabarismo, imposibles sin la destreza, confianza y coordinación de los artistas. Y acabó con el impresionante globo de la muerte, que llevó al límite el lema del circo: el más difícil todavía.
Al salir me vino a la mente una reflexión. Pedro Sánchez dijo, en su comparecencia en la comisión del Senado que investiga el caso Koldo, que aquello era un circo. Discrepo. No. En un circo actúan profesionales que arriesgan sus vidas, que ensayan mil veces para conseguir números aparentemente imposibles, que logran un espectáculo asombroso y que regalan sonrisas y dejan un buen sabor de boca. Un circo es una cosa muy seria, aunque provoque carcajadas en algunos números, y me merece respeto y admiración.
La citada comisión del Senado es el polo opuesto a un circo. Solo tiene dos cosas en común con él: es un espectáculo asombroso. Pero el parecido se queda solo en la sintaxis, no en la semántica. El circo es un espectáculo en la primera acepción de la palabra según la RAE, diversión pública, pero la comisión lo es en la cuarta acepción: «acción que causa escándalo». El circo provoca asombro en la primera acepción de la palabra, gran admiración, mientras que la comisión lo hace en la segunda acepción: espanto.
Y vuelvo al Raluy Legacy. Fundado por Luis Raluy, ahora lo dirigen dos de sus nietas, Louisa y Kerry Raluy, que en Cyborg hacen un impresionante número sobre esferas gigantes. También actúan cuatro de sus bisnietos, Benicio y Charmelle, sorprendentes en el trapecio con acrobacias que parecen imposibles, y Niedziela y Emily, unas intrépidas sobre patines que te mantienen en vilo.
Nueva dimensión
El Raluy Legacy ha llevado el circo a una nueva dimensión, como también hizo el Circo del Sol, renunciando a números que humillan a personas (¿recuerdan el utilizar enanos para reírse de ellos?) o a animales. Ha recuperado la esencia del circo adaptándola al siglo XXI, atreviéndose con espectáculos arriesgados y valientes, y diseñando una puesta en escena con magnífica iluminación en la que todos los artistas forman parte de una cuidada coreografía.
Por todo esto no es de extrañar que haya recibido prestigiosos galardones, como el Gran Premio del Festival Internacional del Circo de Montecarlo, el Premio a la Excelencia de la Fundación del Circo del Mundo y Big Top Label otorgado por la European Circus Association, lo que certifica que está en la élite mundial del circo.
Aprovechen la ocasión de pasar un buen rato que nos brinda el Raluy Legacy. Solo se puede ver un espectáculo así muy de vez en cuando. Es un disfrute para niños y mayores. En su página web encontrarán un aperitivo de lo que espera a los espectadores.
Escritor y catedrático de Ciencias de la Computación e inteligencia artificial














