Las claves
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La exvicepresidenta primera del Gobierno Nadia Calviño se planteó el 20 de mayo de 2020 si tenía sentido seguir en el Gobierno, tras conocer que PSOE, Podemos y Bildu habían pactado «derogar íntegramente» la reforma laboral del PP con un texto que le pareció inaceptable y que el PSOE rectificó tras su llamada al presidente.
«Sí, fue un momento en el que claramente me planteé cuál era mi papel o qué sentido tenía seguir adelante. Afortunadamente, la situación se encauzó esa misma noche«, reconoce la actual presidenta del Banco Europeo de Inversiones (BEI) en un entrevista con la agencia Efe antes de la presentación este jueves de su libro Dos mil días en el Gobierno (Penguin Random House).
«Por la noche conseguí hablar con el presidente, con el que compartí mi preocupación y al que transmití que, si ese era el plan, yo no sabía qué hacía en el Gobierno«, relata en el libro, en el que señala que «cualquier mensaje radical era inoportuno en una situación tan delicada para la economía, en la que la prioridad era mantener el apoyo de los empresarios y la estabilidad económica y financiera».
La crisis se zanjó en lo que califica en el libro de «semana horribilis, en la que había tenido que gestionar la primera brecha abierta por los socios de Gobierno en el ámbito económico y había salido vencedora».
Un año y medio después, en noviembre de 2021, cuando la negociación de la reforma laboral con los agentes sociales encalló, Calviño tomó de nuevo las riendas para evitar que la patronal se apeara del acuerdo social, clave para que la reforma fuera exitosa y permitiera cobrar los 12.000 millones de fondos europeos correspondientes a este hito.
«Era fundamental que el texto pudiese responder al punto de equilibrio entre las posiciones de los sindicatos y las posiciones de los empresarios», dice a Efe, al tiempo que presume de haber establecido una relación de confianza tanto con las organizaciones patronales como con las sindicales.
Evita responder si esa relación de confianza también la tuvo con la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, que, en aquel momento, denunció como una injerencia el desembarco de Calviño en la negociación y que no es nombrada ni una sola vez en el libro.
«He conseguido navegar estos cinco años y medio sin alimentar controversias, sin contribuir a conflictos y me siento satisfecha de ello», afirma en la entrevista; aunque en el libro asegura que «fue bastante surrealista» para ella ser «el objeto de ataques constantes en público» por parte del socio de coalición que simbolizaba en la ministra de Economía «todos los males».
«Hablé poco con los socios minoritarios del Gobierno», prosigue en sus memorias, en las que cuenta que, con el entonces vicepresidente segundo Pablo Iglesias, solo habló de trabajo cuando la llamó para indicarle lo que tenía que incluir en el primer paquete de medidas de respuesta a la pandemia para poder ser convalidado por el Congreso.
A pesar de los desencuentros, Calviño reconoce a Efe «el valor añadido» que ha tenido la coalición para el país, porque «con tantas situaciones de crisis ha contribuido a la paz social, a la estabilidad y a la convivencia en las calles»; aunque tanto en el libro como en la entrevista deja fuera de ese balance positivo el ámbito del feminismo, sin profundizar más en el tema.
Gobierno con Ciudadanos
En el libro también hay críticas al PP, al que reprocha la «pésima» gestión de la crisis financiera que les dejó una herencia «envenenada», los impedimentos al reparto de ayudas directas a las empresas tras la pandemia que se habían delegado en las comunidades autónomas y la campaña en Bruselas contra la gestión del Gobierno de los fondos Next Generation EU.
Asimismo, afea al líder de Ciudadanos Albert Rivera la «oportunidad perdida» de formar un gobierno de centro-progresista tras las elecciones de abril de 2019, «cegado con la posibilidad de sobrepasar al PP, algo que los medios de comunicación afines le prometían, y sin pensar por un segundo en el interés del país«.
Preguntada por la posibilidad de volver algún día a la primera línea política, afirma que no hace planes, que vive el presente y que tiene «un sentimiento muy fuerte de que está donde tiene que estar» en un contexto geopolítico complejo en el que el BEI tiene un papel muy importante que jugar «para que Europa tenga una voz fuerte en ese nuevo orden internacional».












