Las memorias del emérito Juan Carlos (87 años) ya han visto la luz. Este miércoles, 5 de noviembre, se ha publicado Reconciliación en Francia. Un libro redactado por Laurence Debray, en el que el anterior jefe del Estado ofrece su versión de la historia.
Desde su retiro en Abu Dabi, recuerda que la Corona española «reposa enteramente» en él, como dice la Constitución, y reivindica su «herencia» democrática a España, país que añora y al que le gustaría regresar cuando se cumple medio siglo de la monarquía parlamentaria. Está dedicada a su familia y a todos los que le acompañaron en la transición democrática.
Su mujer, la emérita Sofía (86), tiene especial protagonismo. «Nada podrá borrar nunca mis profundos sentimientos hacia mi esposa, Sofi, mi Reina, a pesar de «algunos deslices» y de que sus caminos se hayan separado desde su marcha a Abu Dabi.
«Sigo muy unido a mi mujer, que conserva toda mi admiración y mi afecto. No hay nadie igual a ella en mi vida y así seguirá siendo, aunque nuestros caminos se hayan separado desde mi marcha de España», asegura el Emérito.
Juan Carlos de Borbón, que la denomina cariñosamente Sofi, la describe como una reina remarcable e irreemplazable, así como una mujer excepcional que encarna «la nobleza de alma«.

Portada del libro de memorias del emérito Juan Carlos.
«España no podría haber tenido una Reina más dedicada e irreprochable», destaca.
Tienen personalidades distintas, pero complementarias, dice el Emérito. Él más espontáneo y ella más metódica. Sus intereses tampoco son los mismos. A Juan Carlos le gusta la actividad deportiva y a Sofía, la música clásica. Comparten, eso sí, el mismo «sentido del deber» por la Corona y la dedicación a sus hijos.
Sobre su mujer, también cuenta: «Hice todo lo posible, a pesar de mis torpezas, por velar por su bienestar y comodidad«. Juan Carlos asegura que la reina Sofía tendrá un lugar «bien merecido» en la historia de España, como el que ocupa en su vida: «El más alto».
El Emérito reconoce que una relación de 60 años conlleva «altos y bajos«, «alegrías y penas», «fases de acercamiento y de alejamiento», pero su ausencia en Abu Dabi asegura que le pesa.
En Sofía tuvo a una compañera «comprensiva y solidaria» y tuvieron también momentos de gran felicidad. «A pesar de mis ausencias y gracias a mi mujer, espero haber creado un hogar seguro y agradable«, reflexiona.
Para Juan Carlos es extraño pronunciar esas palabras ahora que ya no es «bienvenido» en su casa, porque él intentó dar a sus allegados una estabilidad y un sentido de pertenencia: «Quizás lo logré para ellos -explica-, el futuro lo dirá, pero fracasé para mí. Finalmente mi naturaleza nómada me alcanzó».
Estas palabras sobre la reina emérita Sofía y su familia pertenecen al capítulo de sus memorias en el que repasa los momentos en los que su vida privada dejó de ser privada. Además, hay un epígrafe en el que relata cómo empezó su relación con su mujer.
Fue después de que Francisco Franco le dijera, con 23 años, que era hora de dejar de «tontear» y pensara en casarse.
Los Reyes eméritos se conocieron en 1954, durante un crucero por las islas griegas. Pero la relación no comenzó hasta principios de la década de los 60, cuando coincidieron en Londres, en la boda de los duques de Kent.
Juan Carlos encontró en Sofía a una joven «radiante y cultivada», con la que enseguida congenió, a pesar de las barreras lingüísticas. El Emérito se sintió deslumbrado por sus «numerosas cualidades«, como «su generosidad, su dedicación, su humor».
«Sofi es desde entonces no solo una gran Reina, sino una esposa incomparable y una madre muy dedicada. Es una mujer admirable y leal a la que debo enormemente», sostiene en Reconciliación, el libro escrito por Laurence Debray, que se publicará en España a principios de diciembre por Planeta.













