Análisis de ‘Los domingos’ de la directora Alauda Ruiz de Azúa por Carmen Tomàs

Aunque Dios esté presente, ‘Los domingos’, la última película de Alauda Ruiz de Azúa, no trata del catolicismo ni del ateísmo. Sí de la religión, si entendemos como religión cualquier mandato de fe más allá de la Iglesia, y si incluimos en esta también a la familia como institución social y culturalmente aceptada en la que los roles de género aún asfixian a los miembros de sus componentes, sobre todo a las mujeres. El análisis siempre incisivo que la cineasta hace del contexto de madres, hijas, tías, sobrinas, abuelas y amigas es clave en esta película, que le reza al amor más profundo y ambivalente, hablando de lo material y de lo filosófico o ético como si de dos textosde Simone Weil se tratase: por un lado, el texto bruto de sus cuadernos póstumos, y por otro, el resultado de la compilación y edición de un místico devoto. Dos obras totalmente diferentes según la lente que edite o el espectador que las vea.

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