Carlos Mazón tiró este lunes la toalla, y un año y cinco días después de la dana anunció su dimisión como president de la Generalitat. Se aparta pero sin pulsar el botón del adelanto electoral, por lo que continuará gobernando en funciones hasta que se invista a un nuevo candidato en las Corts, un proceso para el que el PP necesitará el apoyo de Vox. La opción favorita del PPCV pasa por Juanfran Pérez Llorca, síndic en Corts y número dos de la federación valenciana, si bien no convence a la dirección nacional de los populares. Si no hay acuerdo con Vox, la Comunitat Valenciana encararía unas elecciones en torno a inicios de abril de 2026. Mazón no entregó su acta de diputado, por lo que al menos de momento retiene el aforamiento que le blinda ante la jueza.
“Ya no puedo más”, dijo el todavía presidente valenciano en una declaración institucional desde el Palau convocada casi sobre la marcha y que, coincidencias, prácticamente se solapó con la esperadísima llegada de Maribel Vilaplana, la periodista que comió con él en El Ventorro el 29-O, a los juzgados de Catarroja para declarar sobre lo sucedido en aquel largo encuentro.
En su intervención, Mazón anunció una dimisión que era un secreto a voces tras un fin de semana de especulaciones y en el que mantuvo la charla definitiva con Alberto Núñez Feijóo. Pese a estar prevista, su salida no estuvo exenta de momentos de confusión, ya que no le puso fecha durante su discurso y esta no se formalizó hasta seis horas más tarde, cuando firmó el escrito de renuncia y lo depositó en las Corts.
Se llegó a especular con la posibilidad de que Mazón, que dijo haber pasado momentos “insoportables” a nivel personal, se hubiera cogido una baja médica, algo que su equipo desmintió pero sin descartarlo a futuro si así se lo recomienda su médico. Si así sucediera, sería la vicepresidenta primera, Susana Camarero, quien asumiría las funciones.
Aferrado a su relato
Desde el patio gótico del Palau de la Generalitat, Mazón anunció su adiós escoltado por sus consellers. No así por los líderes provinciales del partido, que conocieron la decisión del president como el resto de valencianos, a través de los medios. Mazón admitió, un año después y por primera vez, “errores propios” que le perseguirán “toda” su vida. Como no haber solicitado al Gobierno central la emergencia nacional o “sobre todo” haber mantenido su agenda, un punto que ha defendido a capa y espada hasta hace escasos días.
Con todo, mantuvo su relato de responsabilizar a la Aemet y la CHJ de la falta de información sobre el barranco del Poyo y evidenció un profundo malestar con Pedro Sánchez, a quien tachó de “mala persona” y a cuyo Gobierno atribuyó una “campaña brutal” contra su persona: “Algunos han convertido en deporte nacional el llamarme asesino”.
Vox tiene la llave
Aunque durante el fin de semana se especuló con que la dimisión fuera acompañada de un adelanto electoral, finalmente Mazón opta por la decisión conservadora: intentar una transición ordenada pero que queda en manos de Vox, a quien el PP otorga la llave de la Generalitat con este movimiento. Evitar las urnas era también la opción preferida por Feijóo e incluso por cargos del Consell, sobre todo a tenor de las últimas encuestas. Con la firma de su renuncia se activa todo el proceso parlamentario para elegir a un nuevo president en las Corts, en el cual los populares necesitarán que los de Santiago Abascal apoyen a su candidato en la sesión de investidura.
Oficialmente todavía no ha trascendido el nombre que el PP planteará para esa presidencia interina y que Vox deberá respaldar, si bien el nombre que suena con más fuerza es el de Pérez Llorca, actual síndic en las Corts, secretario general del PPCV y alcalde de Finestrat. Para este lunes había prevista una conversación entre el ‘presidenciable’ y Núñez Feijóo, quien ayer, tras reunir a su Ejecutiva, consideró «correcta» la decisión de dimitir de Mazón y, como el todavía president, emplazó a Vox a facilitar la sucesión. Eso sí, sin aportar nombres.
También habló Abascal, quien criticó a Feijóo por «entregar un balón de oxígeno» a Sánchez, el «gran culpable de la dana», al aceptar la renuncia de Mazón, a quien situó como un «chivo expiatorio» de los errores del Ejecutivo central. El voxista reveló una conversación con Mazón previa al anuncio de dimisión y negó estar en contactos con el PP para pactar ese relevo en las Corts. Antes de abrir negociaciones, pidió que los populares «primero se aclaren» sobre la sucesión.
Ese pleno de investidura deberá estar fijado como muy tarde el 28 de noviembre. A partir de ahí, si no hay quórum, se abre otro plazo de dos meses desde esa primera investidura fallida (hasta finales de enero) tras el cual se convocarían comicios, que caerían aproximadamente a inicios de abril. Todo el proceso puede adelantarse si hay acuerdo entre PP y Vox.
La sucesión abre la pugna
El pulso interno, de momento, queda en estado latente. Los primeros movimientos, adelantados por Levante-EMV en la edición del sábado, se desataron antes de la propia dimisión. El audaz movimiento de los barones provinciales y el propio Pérez Llorca, con conocimiento y beneplácito de Mazón, tratando de imponer el candidato a la sucesión, no ha sentado nada bien en Génova.
Los presidentes de Alicante, Castellón y Valencia, Toni Pérez, Marta Barrachina y Vicent Mompó, han querido espantar el fantasma de la intervención. O lo que es lo mismo, evitar que desde Madrid se impusiera a María José Catalá, con importantes respaldos en la Villa y Corte y cerca de Feijóo, obviando el sentir del partido en la C. Valenciana.
Desde hace 48 horas, ninguno de los dirigentes provinciales ha tenido contacto con la dirección nacional. Confían en que el tiempo enfríe el malestar. Sobre todo porque en cuanto se encarrile la sucesión (si se encarrila) en la Generalitat, debería abordarse el otro frente: la salida de Mazón de la dirección del PPCV. El secretario general, Pérez Llorca, podría asumir la presidencia, pero uno de los escenarios posibles es una gestora que trabaje para organizar el congreso regional, que Génova aplazó sine die ante la debil situación de Mazón. En ese escenario, el nombre propuesto por el aparato valenciano será el de Mompó, presidente provincial de Valencia.
Habrá que ver entonces qué sucede con Catalá, que aparentemente mira con distancia la batalla sucesoria. Era la opción preferida por Génova para sustituir a Mazón, ya que, al ser diputada, puede ser investida presidenta de la Generalitat. Algo que no sucede con Mompó, de ahí que en esa operación de impulsar al líder provincial se incluya a Pérez Llorca como interino. Desde el entorno de la alcaldesa de Valencia este lunes mantenían que Catalá no está por la labor, si bien admitían que el movimiento a sus espaldas, mientras ella estaba en Nueva York de viaje oficial, no ha sentado bien.
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