El Sahel occidental, la zona semidesértica considerada vecindad sur de alto interés para España, vive una ola de violencia creciente y de consecuencias imprevisibles. El foco de mayor tensión está ahora mismo en Malí. Los grupos yihadistas asociados a Al Qaeda y los independentistas de mayoría tuareg, que controlan el noreste del país, ganan batalla tras batalla contra las fuerzas gubernamentales, que dominan el sur y el centro, a pesar del apoyo de soldados rusos del Afrika Korps (la transformación de las milicias Wagner, ahora controladas por el Kremlin).
Ya no solo conservan su territorio, casi un tercio del país, ajeno al control del Gobierno central. Es que han pasado a la ofensiva y han puesto los ojos en la capital, Bamako. No tanto para tomarla militarmente; eso sería un suicidio, según los analistas consultados. Lo que pretenden es asfixiarla y, con ello, debilitar a la Junta militar que gobierna el país desde hace un lustro. Están realizando decenas de ataques contra los convoyes de combustible y otros materiales que conectan Bamako (unos tres millones de habitantes) y provocando desabastecimiento, apagones, confusión y caos.
“JNIM no busca un asalto frontal a Bamako para controlarlo: ni tiene capacidades suficientes ni está en línea con su estrategia habitual”, explica a EL PERIÓDICO el especialista Bakary Sambe del Timbuktu Institute -African Center for Peace Studies. “Quiere que el Gobierno colapse desde dentro. El grupo ha aprendido de fracasos pasados y ha optado por la asfixia gradual, una guerra de desgaste económico y político que deslegitima al régimen sin exponerse a una batalla convencional, que perdería”.
Temor en las cancillerías europeas
Los últimos acontecimientos han puesto en alerta a las cancillerías occidentales. Estados Unidos, Alemania o Italia han pedido a sus ciudadanos que se marchen, si es posible. España tiene registrados 1.114 españoles, casi todos residentes y la mayoría de doble nacionalidad, según los datos actualizados este lunes dados por el Ministerio de Exteriores a este diario. Se les recomienda que “valoren salir temporalmente”. No es descartable una operación de evacuación masiva en los próximos días.
Se teme también una espantada de la población civil. Cerca de la mitad de las llegadas a Canarias en cayuco son de malienses.
En medios occidentales como el FT se empieza a hablar ya de la posibilidad de un “califato a las puertas de Europa”, algo muy alejado de la realidad para expertos como Beatriz de Mesa, politóloga, periodista y autora de El fracaso de Occidente en África.
Objetivo: convoyes de combustible y provisiones
En 2025, los insurgentes han estado golpeando los epicentros económicos de Malí, para debilitar a la Junta militar. Han llevado a cabo secuestros en la cementera de la ciudad de Kayes, al oeste del país. Ha habido al menos seis ataques coordinados a minas de oro chinas y otro más a la mina de litio de Bougouni.
Pero la estrategia de desgaste económico se está centrando, sobre todo, en los bloqueos en las rutas de aprovisionamiento desde Senegal o Costa de Marfil a la capital (Bamako-Kayes o Bamako-Sikasso). En la capital hay largas colas para llenar de combustible los vehículos. Pronto podría desatarse el caos.
“La región de Kayes no es una elección aleatoria para JNIM: es el corazón productor de oro de Mali, que representa el 80% de la producción total del mineral, y un corredor vital hacia el puerto de Dakar. Al golpear allí, JNIM no solo está potencialmente apoderándose de oro; está paralizando toda una cadena de suministro”, explica Sambe. “Cada parada en la producción, cada convoy bloqueado, cada rescate pagado es una pérdida directa para el Estado (regalías mineras), un aumento de costos para las empresas (seguridad privada, seguros) y un mensaje para los inversores: Mali ya no es viable”.
Reducen los ingresos por exportaciones y provocan una espantada en la inversión directa de China y Rusia. Exponen así ante la población local que el Gobierno ha fracasado en su promesa de dar seguridad y soberanía económica.
Algunos de los ataques logísticos recientes de los insurgentes en Malí
• 1 de julio de 2025: secuestro de tres ingenieros indios en la fábrica Diamond Cement de Kayes: un sitio estratégico en el corredor senegalés occidental.
• Julio-agosto de 2025: seis ataques coordinados contra minas de oro chinas en la misma región, con diez ciudadanos chinos secuestrados. Según se informa, Pekín está exigiendo refuerzos de seguridad inmediatos.
• 22 de agosto de 2025: incursión en la mina de litio de Bougouni operada por la empresa británica Kodal Minerals. Resultó en un muerto, suspensión temporal de las operaciones y, actualmente, un refuerzo costoso de las escoltas de seguridad privada.
• Al mismo tiempo: JNIM llevó a cabo bloqueos recurrentes de convoyes logísticos en las rutas Bamako-Kayes y Bamako-Sikasso, destruyendo camiones cisterna y equipo pesado.
Malí está dirigida por el general Assimi Goita, que dio sendos golpes de Estado en el año 2020 y 2021. Su retórica antieuropea culminó con la salida del ejército francés en 2022, tras una década de lucha contra los yihadistas, y de los cascos azules de la misión MINUSMA en 2023. Desde entonces, todo ha ido a peor.
Los “cortadores de carreteras”
Tras el comienzo de su misión en la zona en 2013, Francia negoció con los tuareg que buscan un Estado propio, Azawad. Así, de facto, los había neutralizado, para centrarse en la guerra contra los yihadistas.
Pero Goita y el grupo de mercenarios Wagner (ahora Áfrika Korps) decidieron emprender exclusivamente la vía militar. “Ahora, todos los grupos enfrentados con las Fuerzas Armadas de Malí (FAMa) se han vuelto a unir, como habían hecho en 2012, tras la desaparición del ejército francés y otros agentes de seguridad”, dice Beatriz de Mesa.
Vuelta a empezar, pero con un cambio sustancial.
“Los grupos armados yihadistas y grupos armados secesionistas están atacando en una zona lejana a sus bases. Los llamados ‘cortadores de carreteras’ llegan con hombres bien armados y coches 4×4, y atacan en zonas altamente pobladas en las que no tienen apoyo popular”, analiza De Mesa. “Como las FAMa están concentradas en la parte norte y centro, les han pillado por sorpresa en esas zonas alejadas”.
Malí es un país enorme, casi tres veces más grande que España, y mal comunicado.
“Optasteis por un socio equivocado”
Uno de los posibles objetivos de los insurgentes sería ablandar y llevar a negociar a Goita. Pero la violencia que ha emprendido ha sido de tal calibre que quizá ese punto ya se haya rebasado, apunta de Mesa. Las opciones militares ahora son una contraofensiva de las FAMa con el Afrika Korps, o una implosión del régimen si la situación en la capital empeora.
Pero queda de manifiesto que el Gobierno de la Junta no tomó la decisión adecuada al expulsar a las fuerzas europeas y de la ONU, un ejército formal que iba acompañado de medidas políticas, por la fuerza bruta de las milicias rusas.
“Es una ventana de oportunidad para que Francia mande un mensaje al Sahel: sin nosotros no sois capaces, optasteis por un socio equivocado”, concluye de Mesa.
Nueva estrategia europea
En este contexto, la Unión Europea permanece desunida y ajena en gran medida al hervidero de violencia, migración y delincuencia organizada que es el Sahel. Bruselas está centrada en el rearme y la amenaza rusa. La Comisión sí ha reconocido su fracaso en la región, y trabaja para enmendarse.
El nuevo representante especial de la Unión Europea para el Sahel, João Cravinho, lleva meses viajando a la región y reuniéndose con las autoridades militares de Níger, Malí y Burkina Faso, pero también con las de Senegal o Mauritania, según contó a este diario en una entrevista el pasado mes de mayo.
Principales actores del conflicto en Malí
Bando gubernamental
FAMa, Fuerzas Armadas de Malí, controladas por la Junta militar golpista del general Assimi Goita
Áfrika Korps, proveniente del grupo paramilitar privado Wagner tras su disolución, pero controladas abiertamente por el Kremlin
Bando insurgente
JNIM, Grupo de Apoyo al Islam y los Musulmanes, filial de Al Qaeda en la región y fuerte en el noreste del país.
MNLA, Movimiento Nacional para la Liberación de Azawad, los tuareg
Estado Islámico del Gran Sáhara, controla la zona de confluencia entre Níger, Burkina Faso y Malí
Prepara una nueva estrategia de acercamiento (approach) hacia la región, que se basa en la idea fundamental de que hay que negociar con las juntas militares a pesar de sus violaciones de derechos humanos para conseguir estabilizar la región.
La previsión es que se presentará en el Consejo de Ministros de Exteriores de noviembre, según informan fuentes diplomáticas europeas, siempre que los dosieres de Ucrania o Gaza, siempre más urgentes, no monopolicen la agenda. El objetivo es tener una suerte de hoja de ruta aprobada a finales de año.
                








