Durante las últimas décadas ha habido pocas cosas tan sagradas en Estados Unidos como el apoyo a Israel. Un apoyo incondicional y bipartidista, regado con miles de millones anuales en asistencia militar, blindaje diplomático y militancia beligerante hacia sus adversarios. Cualquier otro posicionamiento, incluso a nivel de calle o mediático, se consideraba poco menos que un tabú, desechable y ofensivo. Pero esa alianza inquebrantable se está resquebrajando. El rechazo extendido a la matanza y destrucción de Gaza ha generado un cambio sísmico en la opinión pública. Israel está perdiendo a las nuevas generaciones de estadounidenses. También a los demócratas, mientras se abren serias grietas en el campo conservador. Las implicaciones estratégicas a medio plazo son evidentes. Sin el respaldo pleno de Washington, difícilmente podrá Israel seguir actuando con impunidad o mantener la ocupación ilegal de los territorios palestinos.
No se espera que el vuelco tenga consecuencias inmediatas. De consolidarse la tendencia, probablemente tendrán que pasar varios ciclos electorales hasta que se manifieste a nivel político. Pero el grafiti está ya pintado en la pared. Poco antes de ser asesinado en septiembre, el ‘influencer’ conservador y héroe del movimiento ‘Make America Great Again’, Charlie Kirk, se lo advirtió por carta a su amigo Binyamín Netanyahu. «Sé que tienes una guerra en siete frentes y que mis quejas palidecen en comparación, pero intento transmitirte que Israel está perdiendo apoyo incluso en círculos conservadores. Eso debería ser una alerta de nivel cinco», escribió Kirk. «Israel está siendo aplastado en las redes sociales y estáis perdiendo a las generaciones más jóvenes de estadounidenses, incluso entre los conservadores del MAGA». El todopoderoso lobi sionista también empieza a tener dificultades para acallar a las voces díscolas en el Capitolio, como reconoció recientemente Donald Trump. «Israel tenía el control total del Congreso, pero ha dejado de tenerlo», dijo el presidente en una entrevista reciente con ‘The Daily Caller’.
De las encuestas afloran posturas nunca vistas entre la opinión pública. En un sondeo de ‘The New York Times’ publicado hace un mes, más estadounidenses decían simpatizar con los palestinos (35%) que con sus vecinos israelíes (34%), la primera vez que sucede desde que el diario empezó a formular la cuestión en 1998. Otra reciente del Pew Research Center concluyó que la mitad de los votantes republicanos menores de 49 años tiene una impresión desfavorable de Israel, porcentaje que aumenta hasta el 71% entre los demócratas.
Agentes de policía arrestan a un hombre durante una protesta propalestina en Nueva York en mayo de 2024. / EUROPA PRESS /JIMIN KIM
Oposición al envío de armas
Pero no queda ahí la cosa. Un 41% de estadounidenses considera que Israel ha cometido un genocidio en Gaza, de acuerdo con un sondeo de agosto de la Universidad de Maryland. Un término que ha sido utilizado también por referentes de la izquierda como Bernie Sanders o el hombre llamado a ser el próximo alcalde de Nueva York, Zohran Mamdani, pero también por su némesis en el movimiento MAGA, Marjorie Taylor Greene. Paralelamente, un 60% se opone a mantener la ayuda militar a Israel, según otra encuesta de la Universidad de Quinnipiac. El Estado judío recibe cada año 3.800 millones de dólares en armas del contribuyente norteamericano, una cantidad a la que hay que sumarle dese el inicio de esta contienda cerca de 22.000 millones en ayudas adicionales.
El cambio no se entendería sin las redes sociales, que han permitido a los estadounidenses acceder sin filtros a la información que sale de la región. Ya sea de Gaza y Cisjordania, como de Israel, donde sus soldados se han grabado celebrando crímenes de guerra de manual mientras sus políticos y bustos parlantes se entregaban a una orgía sin fin de declaraciones de corte genocida. La narrativa israelí, promovida sin descanso desde los medios tradicionales, ha perdido un peso considerable.
Un obstáculo para el ‘América, primero’
La desafección entre los demócratas con Israel se explica en gran medida por la inclinación natural de sus votantes a defender los derechos humanos o el derecho internacional. Motivos distintos a los que imperan en el bando republicano, donde Israel mantiene eso sí el respaldo firme de los cristianos evangélicos y los belicosos neoconservadores. «El hipernacionalismo es aquí la clave. Muchos conservadores critican ahora a Israel porque creen utiliza a EEUU, interfiere en sus asuntos y manda sobre a sus políticos, un fenómeno completamente nuevo», dice a este diario Raed Jarrar, analista de Dawn, un laboratorio de ideas con sede en Washington. Todo lo contrario a lo que predica el ‘América, primero’. No extraña, por lo tanto, que figuras como Tucker Carlson, Megan Kelly y otros altavoces de MAGA hayan empezado a cuestionar la alianza con Israel.
El director de la revista ‘American Conservative’ (reacia al intervencionismo militar) lo describía en otras palabras. «EEUU ha participado durante décadas en aventuras en el extranjero a instancias de la causa israelí, y eso no ha funcionado para EEUU: ha funcionado para Netanyahu», le dijo Curtis Mills a ‘The Guardian’. Particularmente entre los jóvenes, añadió, la oposicion a Israel se está volviendo bipartidista. La presidencia Trump, sentenciaba, «podría ser la última de los ‘baby boomers’ conservadores y con inclinaciones extremas hacia el sionismo».
Preocupación en Israel
Todo esto podría conducir a un cambio de paradigma, el único con el potencial de llevar una verdadera paz a la región. «Sin el apoyo incondicional de EEUU, Israel no hubiera podido mantener durante tanto tiempo la ocupación, el apartheid y el genocidio en Gaza. Le está pasando lo mismo que le ocurrió en su día a la Sudáfrica del apartheid», afirma Jarrar.
Semejante escenario genera escalofríos en el Estado judío, donde los sueños del Gran Israel y el supremacismo de la extrema derecha, han pasado a ser parte del ‘mainstream’. Un informe del Instituto de Estudios sobre Seguridad Nacional, que reúne a parte de la ‘intelligetsia’ de los cuerpos de seguridad israelí, lanzó hace poco la voz de alarma. «Estas tendencias dañarán probablemente la libertad de maniobra de Israel en el ámbito político y militar y supondrán una severa amenaza para su seguridad nacional», decía refiriéndose al cambio en la opinion pública norteamericana.
De momento, sin embargo, habrá que esperar a que se traduzca en medidas concretas para obligar a Israel a cumplir con la legalidad internacional. «EEUU es un ejemplo extremo de la desconexión que existe entre lo que quiere la opinión pública y las decisiones que adoptan sus élites política», dice el analista de DAWN. «El lobi sionista tiene mucho dinero, mucho poder y sabe cómo salirse con la suya». Pero también en el Congreso algunas cosas empiezan a moverse. Este pasado mes de julio, por primera vez, la mayoría de senadores demócratas votaron a favor de bloquear una nueva partida de ayuda militar a Israel. Su oposición no prosperó, pero el precedente quedó registrado.
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