La Concatedral de San Nicolás de Alicante ha abierto un nuevo espacio que busca garantizar el descanso eterno en un entorno sagrado. El nuevo columbario, destinado a custodiar las cenizas de los difuntos, fue bendecido por el obispo José Ignacio Munilla este domingo 2 de noviembre, tras el acto de precanonización del médico Pedro Herrero, que ahora descansa en la capilla del Cristo de la Buena Muerte.
El proyecto recupera una tradición eclesiástica que se remonta a la Edad Media, cuando los fieles deseaban ser enterrados cerca del altar para recibir las oraciones de la comunidad. Adaptada a los tiempos actuales, la cripta histórica del templo ha sido remodelada para acoger hasta 948 urnas, distribuidas en modalidades individual, pequeña y mediana, y un espacio común donde los familiares podrán reunirse en recuerdo de sus seres queridos.
El columbario está dedicado al Cristo de la Buena Muerte, cuya imagen preside la Hermandad del Santísimo Cristo de la Buena Muerte y Nuestra Señora de las Angustias. Cada mes se celebrará una misa por todos los que descansan allí y, cada viernes, un responso en su memoria. Aunque el acceso ha sido adaptado para mejorar la seguridad y la iluminación, el espacio mantiene ciertas limitaciones debido a sus características arquitectónicas originales.
Así, se ha habilitado un espacio cargado de historia que conserva vestigios de épocas pasadas, entre ellos una clave de bóveda perteneciente al antiguo templo gótico que precedió al actual, levantado en el siglo XIII por orden del infante Alfonso de Castilla, más tarde conocido como Alfonso X el Sabio. Tallada en piedra caliza, esta pieza es una de las pocas que se conservan del templo original y su presencia en el columbario simboliza la continuidad histórica del lugar.
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