La lucha contra el desperdicio alimentario se ha convertido en un criterio decisivo para quienes salen a comer fuera. Según un informe elaborado por Too Good To Go, el 85% de las personas reconoce que el compromiso de un restaurante frente al desperdicio influye en su elección.
Además, un 41% afirma que cambiaría de establecimiento si encuentra otro con políticas activas en este ámbito, y un 51% lo haría cuando la oferta culinaria es similar. Para el consumidor, el tema no es menor: siete de cada diez creen que el desperdicio de comida es un problema muy grave.
Percepción y realidad: una brecha evidente
Aunque los españoles sitúan a los restaurantes como el segundo gran responsable del desperdicio (72%), solo por detrás de los supermercados (76%), los datos de Eurostat apuntan a otra realidad.
Según cifras recientes, la mayor parte de los alimentos que se tiran proviene de los hogares, seguidos por la producción, la industria y la distribución. La restauración se encuentra al final de la lista.
Esta diferencia entre percepción y cifras oficiales muestra el desafío del sector para comunicar su papel real.
Situación en los restaurantes
El estudio revela también cierto desconocimiento sobre lo que hace la hostelería para reducir desperdicios. Uno de cada tres encuestados cree que los restaurantes no están actuando, y más de la mitad considera que el sector comunica poco sus esfuerzos.
Entre las medidas que más valoran los consumidores se encuentran la posibilidad de llevarse la comida sobrante, el uso de apps como Too Good To Go y la donación de excedentes. También destacan la formación del personal y la presencia de campañas de concienciación en locales y redes sociales.
Una ley para cambiar hábitos
El estudio se presentó en un acto organizado por Marcas de Restauración y Too Good To Go en la Oficina del Parlamento Europeo en España. Durante el encuentro, la secretaria general de Recursos Agrarios y Seguridad Alimentaria, Ana Rodríguez Castaño, recordó la nueva Ley de Prevención de las Pérdidas y el Desperdicio Alimentario.
Según dijo, esta normativa es “realidad económica, pero también ética”. Y añadió que uno de sus efectos será normalizar prácticas como llevarse lo que sobra del plato: «antes mucha gente sentía reparo al pedir la comida que había sobrado en un restaurante, con esta ley esperamos que en vez de vergüenza se sienta orgullo». En su opinión, la ley beneficia a todos porque “ganamos todos”.
Cambios que ya están en marcha
Representantes del sector recordaron que muchas empresas llevan años incorporando medidas para reducir el desperdicio, no solo por obligación legal sino como parte de su cultura corporativa. Subrayaron la importancia de la prevención en origen, la formación de equipos, la colaboración con entidades sociales y el uso de tecnología para mejorar la eficiencia.
En el posterior debate, los ponentes destacaron la importancia de la promoción de las buenas prácticas del sector y se destacó cómo las empresas de restauración llevan años trabajando de forma proactiva para reducir el desperdicio alimentario, no como respuesta a la nueva legislación, sino como parte de su compromiso y cultura corporativa.
Los participantes coincidieron en la importancia de la prevención en origen, la formación de los equipos y la colaboración con entidades sociales y plataformas. También se destacó el papel de la innovación y la tecnología en la mejora de la eficiencia operativa, así como la necesidad de comunicar y sensibilizar al consumidor, rompiendo prejuicios y reforzando el valor de una gestión responsable y sostenible del alimento.
También se abordaron las claves del marco regulatorio europeo, nacional y autonómico, y la necesidad de coordinación entre administraciones y empresas. El objetivo común: reducir el desperdicio alimentario y avanzar hacia un modelo más sostenible, donde cada eslabón de la cadena —y cada persona— tenga un papel.













