El porvenir de los primates más grandes de América se vislumbra oscuro. La supervivencia de los muriquís o monos araña está en el aire: durante las próximas décadas perderán buena parte de su hábitat debido al cambio climático. Esta amenaza se suma a otras, también graves, como la caza furtiva, la fragmentación de los bosques o la deforestación.
Un estudio científico publicado en la revista ‘Journal for Nature Conservation’ revela que el muriquí del norte (Brachyteles hypoxanthus) podría perder el 44% de su hábitat climático propicio para el final del siglo debido a las consecuencias directas del cambio climático.
El porcentaje se eleva hasta el 61% en el caso del muriquí del sur (Brachyteles arachnoides). El estudio, que examina la evolución de las poblaciones de estos parientes del ser humano en las próximas décadas, muestra que el muriquí del norte podría incluso perder por completo las condiciones climáticas necesarias para su supervivencia.
Un panorama muy vulnerable
Las dos especies de muriquí son nativas del Bosque Atlántico de Brasil (Mata Atlántica) y están consideradas ‘en peligro crítico de extinción’, según la clasificación de Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).
«El cambio climático por sí solo no provocará la extinción de los muriquís, según nuestras previsiones. Sin embargo, aproximadamente la mitad de la zona climáticamente favorable actual para ellos podría desaparecer, lo cual es bastante inquietante, considerando que existen otros factores que ejercen presión sobre estas especies», advierte Tiago Vasconcelos, autor principal de la investigación
Hembra de muriqui del sur (Brachyteles arachnoides). / Pedro Henrique Slompo
La metodología utilizada se fundamenta en modelos de nicho ecológico, una herramienta informática que recurre a datos sobre la distribución actual de los primates y a información climática significativa para sus necesidades fisiológicas.
Tendencia «clara y alarmante»
Los científicos analizaron las condiciones climáticas actuales en el hábitat de las dos especies: duración de sequías, patrones de precipitación y temperaturas en los meses más cálidos. Después, estimaron cómo se modificarán estas condiciones en distintos escenarios de cambio climático durante las próximas décadas.
Una de las aportaciones de la investigación es su perspectiva temporal. Estudios anteriores habían proyectado pérdidas de hábitat para fechas específicas, mientras que en este trabajo se analizó la progresión de la pérdida en intervalos de 2030, 2050, 2070 y 2090.
«Otros autores ya habían sugerido una reducción de las áreas aptas para ambas especies para 2050 y 2090, pero pudimos señalar la pérdida gradual que ocurrirá a lo largo del siglo», apunta Vasconcelos. Esta contracción revela una tendencia geográfica «clara y alarmante», según el análisis.
Una contracción forzada
Los retos más difíciles los afrontarán las poblaciones de muriquís que residen en las zonas interiores del Bosque Atlántico de Brasil, vinculadas a bosques semicaducifolios (los que pierden parte de su follaje en la época seca). Este nuevo trabajo confirma descubrimientos anteriores, pero da un paso más y muestra que la disminución será constante y se intensificará con el transcurso de las décadas.

Hembra de muriqui del nmorte y su cria. / Pablo Fernicola
La investigación muestra que el área potencial de distribución de los muriquís del sur se mueve hacia el noreste, pero será una contracción forzada, no un crecimiento. Así, es probable que las poblaciones restantes se limiten a la zona oriental de su área histórica de distribución, debido a la pérdida notable de zonas en el occidente de su distribución actual.
El patrón de pérdida es parecido para el muriquí del norte, pero se prevé que la disminución aumente drásticamente entre los años 2070 y 2090. La mayor parte de las mermas para esta especie se concentrará en el interior, particularmente en la zona sur y este del estado de Minas Gerais, además de las áreas central y oeste del estado de Río de Janeiro. La proyección para 2090 es especialmente inquietante para el estado de São Paulo, ya que se espera que esta especie pierda toda su área climáticamente adecuada.
‘Zonas refugio’ en la costa
Según las conclusiones de los investigadores, para 2090, dos vastas áreas seguirán siendo apropiadas desde el punto de vista climático para el muriquí del norte. Una de ellas incluiría a la población más septentrional, situada en el noreste de Minas Gerais y en el estado de Bahía. La otra se ubicaría en el estado de Espírito Santo, con un área más pequeña en la parte norte de Río de Janeiro.
Estas ‘zonas refugio’, donde se agrupará la mayoría de la población sobreviviente, están ubicadas a lo largo de la costa y están vinculadas con bosques ombrófilos, una variedad de vegetación densa que requiere niveles elevados de precipitación.
Pero Vasconcelos alerta de que la amenaza real que enfrentan los muriquís podría ser incluso más alta de lo que sus modelos predicen, porque las amenazas sinérgicas de la fragmentación y la pérdida del hábitat se suman a las proyecciones climáticas.

Muriquí del norte. / Paulo B. Chaves
Corredores ecológicos
La combinación de un clima menos apropiado con bosques cada vez más fragmentados y pequeños podría llevar a que las poblaciones de muriquís queden aisladas, lo cual alteraría la circulación genética entre ellas y pondría en peligro la viabilidad de las poblaciones a largo plazo. Ya existen antecedentes de este sombrío panorama: se han registrado extinciones locales de estos primates en zonas previamente deterioradas de bosques semicaducifolios.
El estudio subraya la necesidad, a medio y largo plazo, de centrar los esfuerzos en proteger las dos especies en las selvas costeras, ya que estas actuarán como sus refugios climáticos más relevantes.
Al mismo tiempo, juzgan imprescindible determinar las localizaciones más estratégicas para crear corredores ecológicos que consigan conectar poblaciones que actualmente están aisladas. «Esto daría a las especies la oportunidad de mantener el flujo genético y persistir como poblaciones saludables en este siglo», concluye Vasconcelos.













