El reciente paso del cometa interestelar 3I/Atlas ha reavivado el interés público y científico en torno a los objetos que llegan desde fuera del Sistema Solar. Este cuerpo celeste ha despertado una particular atención no solo por su naturaleza exótica, sino por la posibilidad, aunque lejana, de que no sea completamente natural. Su estudio representa una oportunidad excepcional para profundizar en los mecanismos del universo y explorar hipótesis que, aunque arriesgadas, no deben descartarse a la ligera.
El 3I/Atlas es el tercer objeto interestelar detectado tras ʻOumuamua y 2I/Borisov, y presenta características únicas. Su trayectoria, directamente desde el espacio interestelar, lo convierte en un visitante excepcional. Se mueve en el plano de la eclíptica —el mismo que siguen los planetas— lo que facilita una observación prolongada y detallada, a diferencia de ʻOumuamua, que pasó fugazmente por nuestro sistema.
El físico y divulgador Javier Santaolalla, en una entrevista concedida a National Geographic, explica que la hipótesis principal sigue siendo la de un cometa natural, pero añade que no se puede descartar por completo una explicación no natural. Al igual que ocurrió con ʻOumuamua, algunos científicos han planteado la posibilidad de que objetos como 3I/Atlas puedan presentar movimientos no explicables únicamente por la gravedad, lo que daría pie a pensar en algún tipo de propulsión externa o tecnología alienígena.
“Si cambia su trayectoria de forma inexplicable tras pasar cerca del Sol, sería muy raro; si no cambia, seguiremos con la hipótesis del cometa”, señaló Santaolalla en declaraciones a National Geographic.
Este planteamiento no es un acto de ciencia ficción, sino parte del método científico: analizar todas las posibilidades a la luz de los datos, sin desechar las más extrañas si son compatibles con la observación.
El cometa se encuentra actualmente en una fase óptima de observación, ya que su recorrido en el plano eclíptico permite seguirlo durante más tiempo. Este seguimiento continuo es crucial para comprobar si existe algún tipo de aceleración no gravitatoria, como la que generó debate con ʻOumuamua.“Este es un mecanismo directo y muy inmediato para verificar o refutar una hipótesis arriesgada”, subrayó Santaolalla durante la entrevista con National Geographic.
Ciencia y divulgación
El caso del 3I/Atlas no solo plantea cuestiones astronómicas, sino también comunicativas. La gran atención mediática ha dado pie a la aparición de informaciones confusas y bulos, como la supuesta activación del sistema de defensa planetaria de la NASA. En realidad, se trata de una campaña rutinaria de observación de objetos por parte de la Red Internacional de Alerta de Asteroides (IAWN), en la que participa la NASA, sin ningún peligro real para la Tierra.
“Se ha mezclado Armageddon con Independence Day, y ha sido lo peor de cada película”, denunció Santaolalla en National Geographic, criticando el alarmismo injustificado y la manipulación mediática.
El físico insiste en la importancia de recurrir a fuentes oficiales y científicas, como los portales de la NASA o de organismos astronómicos, para evitar caer en el sensacionalismo.
Uno de los grandes mensajes que deja la entrevista de National Geographic es la necesidad de abrazar las anomalías en lugar de temerlas. La ciencia no es una disciplina infalible que siempre tiene las respuestas, sino un proceso constante de aprendizaje y revisión.
“Las cosas raras no son fallos, sino el verdadero motor del progreso científico”, afirma Santaolalla.
En este sentido, recuerda que fenómenos como el COVID-19 mostraron cómo la ciencia evoluciona con nuevos datos. Lo mismo ocurre con los objetos interestelares: su estudio puede poner a prueba los límites del conocimiento actual y abrir nuevas vías de exploración.
Una ciencia más transparente y plural
Otro punto clave que resalta National Geographic es la defensa de una comunicación científica plural y honesta. Santaolalla advierte contra los extremos: ni aceptar cualquier teoría sin pruebas, ni rechazar de plano hipótesis por salirse del canon. Es imprescindible mantener un equilibrio entre escepticismo y apertura, fomentando el pensamiento crítico en la ciudadanía.
“No todo vale, pero tampoco podemos caer en un entorno impositivo donde solo exista una forma de ver las cosas”, concluye Santaolalla en la entrevista.
Esta visión plural no solo fortalece la ciencia, sino también su relación con la sociedad, creando un entorno más saludable para el debate y la curiosidad.









