El aire huele a crisantemos y cera encendida. Desde primera hora de la mañana, los cementerios de la provincia de Alicante se llenan de familias que acuden a dejar flores, limpiar lápidas y dedicar un rato a quienes ya no están. Este sábado es el Día de Todos los Santos, una jornada arraigada en la tradición cristiana, pero que en una provincia diversa como la de Alicante adquiere matices distintos según la fe y el origen de cada comunidad. Mientras los españoles más tradicionales, los mexicanos preparan altares coloridos en casa, y musulmanes y judíos rezan en silencio sin un día concreto marcado en el calendario. Diferentes caminos para una misma necesidad: rendir homenaje a los fallecidos.
Entre la costumbre y el cambio generacional
En casa de los Brotons-Vilaplana, en Sant Joan d’Alacant, tres generaciones muestran cómo ha cambiado esta celebración dentro de la tradición cristiana. Rafaela Brotons, la abuela de la familia, lo recuerda con nostalgia como se vivía esta celebración hace años. «Antiguamente se iba al cementerio y yo creo que hacía más frío que ahora; estrenabas abrigo y todo el mundo iba. Llevábamos flores, fotos… Estabas un rato con tus familiares. Ahora hay gente que va días antes a arreglar la tumba y el día 1 de noviembre ya ni aparece», explica Brotons.
«Antiguamente se iba al cementerio y yo creo que hacía más frío que ahora; estrenabas abrigo y todo el mundo iba. Estabas un rato con tus familiares»
Pese al cambio en las costumbres, Rafaela Brotons, natural de Mutxamel, mantiene la costumbre intacta. Cada año limpia y adorna los nichos de sus padres y hermanos. «Es un momento para estar con ellos, recordar y saludar a los conocidos que también vienen. Pero la gente joven pasa; antes no había cine ni centros comerciales, ibas al cementerio y luego a casa. Ahora es un día normal», lamenta Brotons.
«La incineración también lo ha cambiado todo, muchos tienen las cenizas en casa y ya no sienten esa necesidad de ir al cementerio»
Su hija, Mandi Vilaplana, reconoce que su generación vive la jornada de otra forma. «Antes íbamos sí o sí el día 1 de noviembre al cementerio, ahora lo hacemos antes. La incineración también lo ha cambiado todo, muchos tienen las cenizas en casa y ya no sienten esa necesidad de ir al cementerio. Antiguamente decíamos el refrán ‘Tots Sants, amaga l’abanico i trau els guants’, pero con este calor ya ni eso».
La nieta, Alba Lledó, admite que apenas guarda la costumbre. «De pequeña iba con mis padres, pero hará más de una década que no voy. En mi generación se ha perdido. Ahora se escucha más Halloween que el Día de Todos los Santos. Del ‘Dia de les Ànimes’, que se celebra el día 2 de noviembre y que mi abuela mantiene haciendo esta mañana las camas para que las almas del purgatorio puedan descansar, apenas sabemos nada».
«De pequeña iba con mis padres, pero hará más de una década que no voy. En mi generación se ha perdido. Ahora se escucha más Halloween»
Altares de México en Alicante
A miles de kilómetros de su país, la mexicana Davinia Pérez, residente en Santa Pola, transforma su salón en un rincón de recuerdos. Frente a una mesa repleta de colores, prepara su altar de muertos, tradición ancestral que simboliza el reencuentro con los seres queridos. «Estos días monto un altar como el que hacía mi madre. He puesto fotos de mis abuelos, cosas que les gustaban: chocolatinas, una coca-cola, por mi abuelo paterno, o chucherías con picante, por mi abuelo materno que tenía una tienda de chuches.
En los altares mexicanos todo tiene un sentido. Se ponen vasos de agua para saciar la sed del difunto tras el viaje, una cruz de sal en el suelo como los puntos cardinales y para purificar el alma, el incienso para limpiar el ambiente y las velas que les guían de regreso. Las flores de cempasúchil, el pan de muerto y las tortillas de maíz completan el altar. Para Davinia Pérez, más que una fecha triste, es una celebración de vida. «Es una fiesta, no un lamento. Recordar a mis abuelos con lo que amaban me hace sentirlos cerca», afirma Pérez.
«Es una fiesta, no un lamento. Recordar a mis abuelos con lo que amaban me hace sentirlos cerca. Con las redes sociales lo comparto con mi madre y mis primos»
Aunque vive en Alicante desde hace años, asegura que montar el altar le ayuda a mantener la conexión con su familia y sus raíces. «Con las redes sociales lo comparto con mi madre y mis primos. En México incluso se hacen concursos de altares, es una tradición alegre, llena de recuerdos bonitos«, comenta Pérez.
El islam: la muerte como un tránsito, no como un final
Para los musulmanes, el Día de Todos los Santos no figura en su calendario religioso, pero el recuerdo de los fallecidos está presente en su vida cotidiana. Yassin Lakhal, miembro de la comunidad islámica de la Zona Norte de Alicante, lo explica que «la muerte es el fin de una etapa y el comienzo de otra». «Creemos en otra vida, en el juicio final, y eso nos recuerda que la vida es un examen. Por eso no la tememos: si haces el bien, esperas el encuentro con Dios«, apunta Lakhal.
«Son muchas las personas musulmanas que se consideran alicantinas y que quieren poder descansar aquí, en la tierra donde han vivido»
En el islam no existe un día concreto dedicado a los difuntos, pero los creyentes pueden visitar las tumbas en fechas señaladas, como tras el Ramadán o durante la Fiesta del Cordero. «Se reza por ellos, se lee el Corán y se pide a Dios que les bendiga», señala Lakhal.
En Alicante, sin embargo, la falta de un cementerio musulmán es un obstáculo. «La mayoría opta por la repatriación o por ser enterrados en Málaga, donde hay un camposanto que respeta los ritos islámicos. Tenemos un fondo común en la mezquita para cubrir los gastos de repatriación. Aun así, son muchas las personas musulmanas que se consideran alicantinas y que quieren poder descansar aquí, en la tierra donde han vivido», reivindica Lakhal.
El judaísmo: el recuerdo en la oración y la familia
Tampoco el judaísmo celebra un día como el de Todos los Santos. Perfecto Mas, miembro de la comunidad hebrea en Alicante, explica que en la religión hebrea no hay santos, así que no existe esa fecha. «Tenemos el ‘Yizkor’, que son los servicios religiosos y en cuatro celebraciones que realizamos a lo largo del año recordamos en una oración a nuestros difuntos: en ‘Yom Kipur’, el Día del Perdón, en la Pascua Hebrea, el ‘Pesaj’, en el que al séptimo día se reza por los fallecidos, el ‘Sucot’, la fiesta de las barracas que recuerda los 40 años en el desierto tras salir de Egipto y en la que se hacen breves oraciones por los difuntos en familia y en el ‘Yahrzeit’, que es más familiar y en la que la familia se junta para rezar por los difuntos mientras come», explica Más.
«Durante la dictadura, a los no católicos los enterraban en fosas comunes. En mi familia conseguimos un panteón en Crevillente y ahí están mis padres y abuelos»
Perfecto Mas señala que en España los judíos que desean un entierro tradicional acuden por ahora al cementerio hebreo de Madrid, aunque en Alicante algunos reposan en panteones familiares dentro de cementerios cristianos. «Durante la dictadura, a los no católicos los enterraban en fosas comunes. En mi familia conseguimos un terreno en el cementerio de Crevillent donde levantar un panteón, y allí están mis abuelos y mis padres. Los visitamos, pero no el día de Todos los Santos, sino en la fecha de su fallecimiento», cuenta Mas.
Musulmanes y judíos, en espera en el cementerio de Alicante
Seis meses después de la finalización de las obras de ampliación del Cementerio Municipal Nuestra Señora del Remedio, los nuevos espacios destinados a enterramientos judíos y musulmanes siguen vacíos. Aunque las zonas están preparadas, incluyendo la orientación hacia La Meca y el contacto directo con la tierra, el Ayuntamiento de Alicante aún debe modificar la ordenanza municipal para regular este nuevo servicio, definir sus usos y fijar los precios antes de su apertura.
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