El golpe sobre la mesa que ha dado el rey Carlos III de Inglaterra con su decisión de retirar de forma efectiva los títulos, honores y distinciones a su hermano Andrés, así como de echarle del Royal Lodge, una mansión de 30 habitaciones ubicada en el complejo de Windsor de la que disfrutaba desde 2003 por el precio simbólico de «un grano de pimienta» al año a pesar de que desde 2019 ya no era miembro activo de la casa real, es una decisión sin precedentes en la historia moderna de la monarquía británica y cuenta con implicaciones tanto para la propia institución como para el propio Andrés. La primera de ellas es que desde este jueves, el príncipe Andrés para a ser simplemente Andrés Mountbatten Windsor.
Las crónicas de la monarquía británica siempre han calificado a Andrés como el «hijo favorito» de la reina Isabel. El tercero de sus hijos, por detrás de Carlos y Ana, y por delante de Eduardo, provocó grandes decepciones a su madre, primero con su divorcio de Sarah Ferguson en 1992 y luego al salir a la luz su relación con el pedófilo Jeffrey Epstein y la demanda por abuso sexual de Virgina Giuffre, que asegura que el ya expríncipe la agredió cuando era menor de edad. En todas estas circunstancias, la reina Isabel se mantuvo al lado de su hijo y nunca llegó a tomar una decisión tan radical como la que ha adoptado ahora Carlos. Lo máximo que hizo fue forzar a Andrés a retirarse de la actividad pública de la monarquía en 2019.
Presionado por el goteo de nuevas revelaciones sobre los lazos entre Andrés y Epstein, así como la salida a la luz de las memorias póstumas de Giuffre, quien se suicidó el pasado mes de abril, y la publicación de documentos que acreditan el uso privilegiado del Royal Lodge, Carlos ha tomado la decisión a la que su madre se resistió y ha retirado a su hermano los títulos de príncipe, duque de York, conde de Inverness y barón de Killyleagh, así como las condecoraciones de la Orden de la Jarretera y caballero de la Gran Cruz de la Orden Victoriana. Esto implica que ya no tendrá derecho a ser llamado «su alteza real».
El gesto del rey llega pocas semanas después de que Andrés renunciara voluntariamente a sus títulos reales para evitar que las «continuas acusaciones» en su contra salpicaran a la casa real, aunque se trató de una medida simbólica y cada vez más diputados presionaban para que la retirada fuera efectiva.
El tiempo dirá cuáles son las repercusiones de esta medida drástica, pero expertos en casa real se preguntan si ha llegado tarde.
Uno de los objetivos que se autoimpuso Carlos para su reinado fue mantener a salvo la frágil reputación de la monarquía y legarle una institución saneada y sin sombras de duda a su heredero, el príncipe Guillermo. Pero las nuevas revelaciones sobre la relación entre Andrés y Epstein –según el expríncipe, cortó su relación con el pedófilo estadounidense en 2010 pero estos días se ha descubierto que le mandó un correo en 2011– han provocado que mucha gente se pregunte cuánto sabían sobre el escándalo los miembros de la familia real.
«¿Quién sabía qué y cuándo en el Palacio sobre Andrés y Epstein? ¿Necesitamos más transparencia en torno a las propiedades y finanzas de la familia real? ¿Cuántas casas tienen escondidas en Windsor? ¿Y qué nuevos escándalos sobre Andrés podrían surgir?», plantea el corresponsal real de la BBC Sean Coughlan.
Además, con su decisión para algunos «implacable«, el rey también ha querido dar respuesta a la creciente indignación ciudadana. Según una encuesta de YouGov publicada este jueves, el 91% de los sondeados tiene una opinión negativa sobre Andrés.
La familia de la presunta víctima de Andrés, Virginia Giuffre, considera que la decisión tomada por Carlos III «no es suficiente» y reclama proseguir con las investigaciones en contra del hermano del rey. «Debe estar entre rejas», ha declarado a la BBC Sky Roberts, hermano de Giuffre.
En 2022, Andrés y Virgina Giuffre llegaron a un acuerdo extrajudicial para zanjar la demanda por abuso sexual.
«Hoy, ella declara la victoria. Nosotros, su familia, junto con sus hermanas supervivientes, continuamos la lucha de Virginia y no descansaremos hasta que la misma rendición de cuentas se aplique a todos sus abusadores y cómplices, vinculados a Jeffrey Epstein y Ghislaine Maxwell», apuntó la famillia este jueves en un comunicado tras conocerse la decisión del rey.
Contactada por el británico ‘Daily Mail’, la la Policía Metropolitana de Londres no descartó una posible acusación.
La indignación que también causó la revelación del beneficioso contrato de arrendamiento del que disfrutaba Andrés por el alquiler del Royal Lodge –a cambio de «un grano de pimienta» al año y hasta 2078— ha impulsado a Carlos a romper el documento firmado por su hermano con la Crown Estate, la entidad pública independiente encargada de gestionar el patrimonio de la corona.
La duda es dónde se mudarán ahora Andrés y sus hijas. Según la prensa británica, la familia será recolocada en alguna residencia de Sandrinham, una finca privada del monarca en Norfolk de 8.000 hectáreas y a unas dos horas y media en coche de Londres.
La revista ‘Hello’ ha especulado con que podría tratarse de Wood Farm, una casa de cinco habitaciones en la que vivió su padre, el príncipe Felipe, después de su retiro en 2017. El ‘Times’ ha planteado la posibilidad de que sea el York Cottage, que algunos medios señalaron como posible hogar para el príncipe Harry y Meghan después de su matrimonio. Por último, el ‘Express’ ha puesto sobre la mesa que sea Park House, el lugar de nacimiento de la fallecida princesa Diana.
Lo más probable es que la vivienda sea costeada por el rey.
La decisión de Carlos III deja un cabo suelto: Andrés se mantiene como octavo en la línea sucesoria, por detrás de Guillermo y sus hijos (Jorge, Carlota y Luis), y de Enrique y sus hijos (Archie y Lili Diana).
Según explica el experto de la BBC en casa real Sean Coughlan, «podría ser apartado de esta línea por el Parlamento» previo acuerdo con el resto de reinos de la Commonwealth, por lo que no sería un proceso ni fácil ni rápido.
Hay precedentes sobre la salida de la línea sucesoria, como el que le ocurrió a Eduardo VIII con la legislación que acompañó su abdicación en 1936.
Al margen del castigo a Andrés han quedado sus hijas, Beatriz y Eugenia, que mantendrán sus títulos de princesas como hijas de un hijo de la difunta reina Isabel, de acuerdo con las Patentes Reales del rey Jorge V de 1917. Además, seguirán en la línea de sucesión (novena y decimosegunda).
Suscríbete para seguir leyendo














