Si al aficionado del Casademont Zaragoza le hubieran dicho que su equipo iba a arrancar la Euroliga con dos victorias a domicilio en las difíciles canchas del Mersin y el Landes, pensaría que su clasificación está certificada y las de Cantero serían líderes de grupo con solvencia. ¿Por qué? Pues porque hasta ahora el equipo aragonés era un seguro de vida cuando el partido europeo se celebra en el Príncipe Felipe. Pero ahora la realidad es bien distinta porque el Casademont todavía no ha ganado en casa y es en su pabellón donde han aparecido unas grietas que le están complicando la vida en el Euroliga.
Y es que las zaragozanas hicieron del Felipe un fortín inexpugnable en el que entre su rasmia, la conexión con la grada y la mística que se generaba al rival le parecía una quimera salir con vida de allií. Tanto es así que desde su estreno en competiciones europeas en Eurocup hasta mediados de la temporada pasada, el Casademont acumulaba un imponente balence de 16-2 como local ante algunos de los mejores conjuntos del continente. Por si fuera poco, había sido el mismo rival el que había conseguido conquistar el pabellón: el todopoderoso Fenerbahce. Y las turcas las pasaron canutas para salir vivas del Príncipe Felipe.
Después fue el Valencia Basket el que también se llevo una victoria europea de Zaragoza, pero el partido que supuso un punto de inflexión y que ha derivado en la pérdida de fortaleza del Casademont en su hogar fue el duelo de ida del play in frente al Bourges. Las de Cantero afrontaban quizá el más importante de todos los choques europeos de los que el Príncipe Felipe había sido testigo. Ese día todo salió mal y las francesas sentenciaron con un contudente 55-75 la eliminatoria e hiceron trizas el sueño de la Final Six.
Cambio de tendencia
Ese triunfo le demostró al resto de rivales que no es imposible ganar en el pabellón zaragozano y, por contra, también hizo que las de Cantero perdieran confianza al no sentirse intratables cuando juegan arropadas por la Marea Roja. La combinación de ambos factores ha provocado que en las últimos siete encuentros de Euroliga en el Felipe, el balance para el Casademont sea negativo (tres victorias y cuatro derrotas). Esta temporada, las aragonesas han perdido sus dos últimos partidos en casa y solo consiguieron ganar (de manera imborrable, eso sí) al Zabiny Brno en la fase previa. Recuperar la magia perdida se antoja indispensable para que, en la temporada en la que el club ha hecho la apuesta más fuerte, el camino europeo sea lo más exitoso posible. Porque jugar la Final Six de Zaragoza, se diga de manera más explícita o no, es el reto que se han marcado en el vestuario y para ello no se pueden dejar escapar más triunfos del Felipe.
La situación en la Liga Femenina Endesa es bien distinta, aunque también lo es el nivel de los equipos de la competición. Este sábado, ante un Uni Girona lanzado y que llegará a la capital aragonesa como el equipo más en forma de España y también de Europa, tendrá el Casademont la oportunidad de volver a hacerse fuerte en casa. Ese debe ser el primer paso para que las rivales vuelvan a temblar cuando escuchen rugir al Príncipe Felipe.













