El difícil acceso a la vivienda para los jóvenes se ha convertido en uno de los problemas políticos y sociales más importantes de España. Tanto es así que la oferta de alquiler se ha reducido considerablemente, dejando escasas opciones disponibles, mientras que los precios se han disparado de manera alarmante.
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La situación es similar en el mercado de compra, donde los altos costes y la falta de ahorros necesarios para acceder a una vivienda propia dificultan que los jóvenes puedan independizarse. Sin embargo, existen historias distintas a las de la mayoría, como es el caso del creador de contenido Edgar Padilla, quien recientemente ha explicado su historia en uno de sus vídeos.
El joven catalán explica cómo, con 27 años, pudo comprarse una vivienda poco antes de la pandemia de la COVID-19: «Yo venía de trabajar en Ibiza y curraba como un esclavo. Uno o dos trabajos, o lo que fuese. Luego volví a Barcelona, a casa de mis padres. Mucha gente se quedaba allí y se gastaba la pasta. Luego nos quejábamos de que no había dinero, no sé qué. Joder, es que te gastaste el dinerito».
Imagen de un bloque de pisos
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«En una de esas que iba y venía, yo seguía trabajando en Bershka. Curraba muchísimo: por la mañana en la tienda y por la noche, jueves, viernes, sábado y domingo, en la noche. Tenía unos 13.000 euros ahorrados, más o menos. Tenía que buscar un piso acorde a mis limitaciones, y encontré uno que costaba 95.000 euros. El piso estaba en ruinas; hice una pequeña reforma y lo arreglé. No es un piso nuevo, pero es uno que puedo permitirme, y pago una hipoteca bastante baja», siguió relatando.
Además de explicar su experiencia, Edgar señala los errores más habituales de otras personas, como buscar viviendas que no están a su alcance, ya sea por tamaño, condiciones o ubicación: «Hay gente que es muy fantástica. A mí también me encantaría tener un piso con piscina, pero, si tú cobras 1.200 o 1.300 euros, no puedes pagar una hipoteca de 800 euros tú solo. Es que no puedes. No hace falta ser matemático».
El creador de contenido también pone el acento en el estilo de vida y la falta de ahorro: «Si estás todos los días de vacaciones en Vietnam, no se puede ahorrar. Luego os quejáis. Entiendo que ahora los pisos están más caros, pero con este nivel de vida que lleváis…».
