La neurociencia revela que programar no es una destreza mágica ni reservada a especialistas: es la expresión moderna de una habilidad innata. Programamos el mundo desde niños, y la lógica computacional es solo una nueva versión de nuestra antigua manera de pensar.
Un estudio de la Universidad Johns Hopkins, publicado en el Journal of Neuroscience, ha descubierto que todos estamos equipados con los cimientos necesarios para aprender a programar, independientemente de nuestros antecedentes o edad.
La investigación parte de una hipótesis llamada «reciclaje cultural neuronal». Según este modelo, cuando una persona aprende una habilidad nueva—como leer, hacer matemáticas o programar—no desarrolla áreas cerebrales desde cero, sino que reutiliza circuitos preexistentes, sobre todo aquellos dedicados al razonamiento lógico y a la resolución de problemas.
Por ejemplo, al aprender a leer, se modifican zonas visuales para reconocer palabras; en matemáticas, se reciclan áreas parietales que nos ayudan a estimar cantidades. Con la programación sucede algo similar, si bien aquí entra en juego el llamado “sistema fronto-parietal”, responsable del razonamiento lógico desde la infancia y presente en todos los humanos.
Confirmado científicamente
Un experimento desarrollado en esta investigación lo confirma: estudiantes universitarios fueron monitoreados con resonancia magnética funcional (fMRI) antes y después de tomar un curso introductorio de Python, un lenguaje de programación de alto nivel que se utiliza en una gran variedad de campos: desde el desarrollo web y de aplicaciones hasta la ciencia de datos, la inteligencia artificial, la automatización de tareas y la enseñanza de la programación.
Antes de recibir clases, los estudiantes ya poseían respuestas neuronales diferenciadas ante descripciones lógicas de algoritmos en lenguaje ordinario. Es decir, su cerebro distinguía entre estructuras como bucles “for” y condicionales “if”, aunque no supieran nada de programación. Tras el curso, esas mismas áreas se activaban aún más al leer código real.
Eso significa que esas representaciones lógicas—la habilidad de procesar algoritmos y reglas—ya existen en nuestra arquitectura cerebral. Programar, por tanto, no es una capacidad exclusiva de unos pocos elegidos, ni depende de un talento innato y misterioso, sino de facultades universales como la lógica, la deducción y la resolución de problemas, habilidades que todos desarrollamos mediante juegos, debates familiares y pequeñas estrategias cotidianas, enfatizan los autores de esta investigación.
No hay “aptitud mágica”
Esta plasticidad y “reciclaje” rápido explican por qué tantas personas pueden aprender a programar siendo adultas, cuando el cerebro ya no es tan maleable como en la infancia. Es cierto que algunos destacan más rápidamente debido a un mayor entrenamiento previo en lógica o razonamiento, pero la base está en todos.
Incluso investigaciones en psicología cognitiva y formación en computación desmitifican la idea de que la programación requiere un don especial o “aptitud mágica”: el verdadero éxito radica en el sentido común, la flexibilidad de pensamiento y la capacidad de resolver problemas en colaboración.
Referencia
Learning to program “recycles” preexisting frontoparietal population codes of logical algorithms. Yun-Fei Liu and Marina Bedny. Journal of Neuroscience 27 October 2025, e0314252025. DOI:https://doi.org/10.1523/JNEUROSCI.0314-25.2025
Cerebro implicado
El proceso de aprendizaje de la programación activa, sobre todo, las regiones frontales y parietales del cerebro, responsables del razonamiento abstracto. Estas regiones distinguen los elementos esenciales de los algoritmos y los codifican no solo en el lenguaje Python, sino en cualquier formato lógico que el cerebro pueda entender, desde pseudocódigo en inglés hasta estructuras propias de otros lenguajes.
Además, la codificación de significados—el poder comprender lo que realmente hace un algoritmo—es mucho más importante que el reconocimiento superficial de símbolos o la memorización de instrucciones. Aprender a programar significa vincular un sistema cultural novedoso (la sintaxis de Python, por ejemplo) con capacidades lógicas ancestrales que nuestro cerebro ya domina.
¿Desde la infancia?
Por eso, los investigadores concluyen que programar es una habilidad que todos podemos desarrollar porque nuestros cerebros están preparados, quizá desde la infancia, para el razonamiento y la manipulación de reglas.
También sugieren que entrenar la lógica en contextos diversos, desde juegos de mesa hasta debates familiares, puede potenciar el éxito futuro en programación, más allá de la exposición formal al código.















