“Un luchador incansable”. Así era Slim, desde el principio, desde que vino a España desde su Túnez natal, hasta el final, hasta que murió con 47 años a consecuencia de la dana del pasado 29 de octubre. Así lo ha recordado hoy su mujer, Naiara Chuliá, en el funeral de Estado por las 237 víctimas que la dana se llevó en toda España. A su marido, el amor de su vida, su mejor amigo, le ha escrito una larga carta de amor que ha leído. Hablando de él en presente.
Slim y Naiara se conocieron hace 25 años en Mallorca y tuvieron dos hijos. En medio, como en toda vida, “proyectos que salían bien y otros no tan bien”. “Luego nos mudamos a València, mi tierra, y nos compramos la casa, que poco a poco íbamos reformando nosotros mismos”, ha relatado. Una casa que, durante este año y a pesar de estar más vacía, Naiara ha seguido reformando como cree, o sabe, que a Slim le gustaría.
“Pensé: soy tan feliz que me da miedo, pero no te lo dije”
Unos días antes de la tragedia, ha recordado, estuvieron los dos pintando. “Pensé: soy tan feliz que me da miedo, pero no te lo dije”, ha añadido, siempre dirigiéndose a su pareja. De su cumpleaños, que celebraron el sábado anterior a la dana, aún guarda congelado un poco de merengue. No quiere comerlo, pero tampoco tirarlo.
“Y cuando todo iba bien, un dia te vas de casa y no vuelves… si hubiera sabido que la conversación del día 29 era la última te habría dicho tantas cosas…”, ha continuado Chuliá. Pero no se las dijo, y cuando llegó a casa con sus hijos en el coche, cuando ya sabía que había calles y carreteras inundadas, rogó “al universo” que su marido hubiera adelantado su llegada. Pero no fue así. “La casa estaba helada, tuve una corazonada: algo no iba bien”, ha recordado.
«Sin dormir o con pesadillas»
Familia, amigos, se movilizaron para encontrar a Slim. “Y te encontramos, y ese día mi mundo se puso boca abajo”, ha reconocido. El momento más duro de su vida vino justo después: decirles a sus hijos que su padre ya no volvería. Para seguir adelante, ha dicho Naiara, se ha apoyado en la gente que le quiere. “Me repitieron tantas veces que no estábamos solos”, ha agradecido.
El duelo es largo y oscuro. “Sin dormir o con pesadillas” en las que intentaba salvar a su marido, pero cuando estaba a punto de conseguirlo, se despertaba. “Y empezaba otra pesadilla pero esta vez despierta”, ha relatado.
237 historias
“Entras en una rueda porque tienes dos niños pequeños y la obligación de salir adelante”, ha reconocido Naiara, que ha mostrado durante la lectura una gran serenidad. “Yo cuento mi historia pero aquí, en esta sala hay 237 historias con nombres y apellidos, con familias destrozadas y sueños rotos”, ha añadido. Ha tenido un recuerdo especial también para las familias que han perdido más de un ser querido “además de niños con toda la vida por delante”. Su dolor, ha dicho, solo pueden saberlo ellos.
Ahora, toca seguir adelante, por sus hijos. “Es duro educar lejos del dolor, la rabia y la tristeza cuando tú te sientes así”, ha reconocido. Sabe que su marido, su gran amor, no permitiría que bajara los brazos ni que se rindiera. “No quiero sentirme mal cuando me río ni culpable por lo que te ocurrió”.
«Todos los días hablo contigo»
Y, al final de su carta de amor, una despedida que no lo es, porque su conversación es infinita. “Todos los días hablo contigo, el amor de mi vida, mi confidente”, ha reconocido. Naiara, madre, no criará jamás a sus hijos sola. “Lo hago contigo, pensando como lo harías tú”, ha dicho sobre Slim. “Eres y serás invencible; peleaste como un titán, lo sé”, ha concluido. Como hizo desde que lo conoció, como “toda la vida”.
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