Extremadura encara de nuevo las urnas el próximo 21 de diciembre en un momento histórico: más de cuarenta años de autonomía y un ciclo político que se resiste a cerrarse del todo. La larga sombra de Juan Carlos Rodríguez Ibarra, el cameo del PP en la Junta con José Antonio Monago, las dos etapas de Guillermo Fernández Vara siguen marcando el pulso de una tierra que apenas ha conocido el cambio.
Hasta que irrumpió, hace poco más de dos años, una figura inesperada: una señora rubia y heterodoxa, curtida en su propia rebeldía y que quiso —y quiere— gobernar Extremadura sin tutelas desde Madrid.
María Guardiola (Cáceres, 1978), que en 2023 se convirtió en la primera presidenta de la Junta de Extremadura tras pactar un acuerdo complejo pero decisivo con Vox, afronta ahora la reelección desde un punto de partida radicalmente distinto.
Ya no es la candidata que desafiaba a su propio partido; es la presidenta que debe justificar su autonomía política y demostrar que aquel grito —»Nuestra tierra no se gobierna desde Madrid»— no era un eslogan, sino un programa de gobierno.
Durante su mandato, Guardiola ha intentado equilibrar una agenda de identidad y gestión con el pragmatismo que exige gobernar en minoría.
Entre su prometida «revolución fiscal», la apuesta por la formación tecnológica y su insistencia en «dar voz al campo y a la pequeña empresa», ha tejido una marca política que mezcla liberalismo económico con un acento social poco habitual en el PP. Quienes la acompañan reconocen que no ha perdido su rasgo más distintivo: la independencia. Feijóo la respeta, aunque no siempre la comprende.
María Guardiola y Alberto Núñez Feijóo, el 11 de mayo de 2023, en Badajoz.
EP
«Extremadura tenía que dejar de ser un decorado de telediario», repite su entorno cuando se les pregunta por la campaña que vuelve a dirigir la misma agencia sevillana que la aupó en 2023.
Guardiola recorrerá otra vez la región como entonces: sin grandes mítines, entre plazas, cooperativas y mercados. «Habla Extremadura» fue su exitoso lema, aunque esta vez sonará con un eco distinto —el del balance—.
Los suyos creen que llega reforzada. Sus detractores, dentro y fuera del partido, la acusan de haber cedido demasiado a Vox en materia agrícola y educativa.
Ella responde sin levantar la voz: «Gobernar es pactar límites». En su entorno se preparan ya para un pulso complicado, en el que el PSOE intenta recuperar terreno con un discurso de estabilidad y Vara, pese a sus amagos de retirada, vuelve a escena.
Entre tanto, Guardiola conserva la misma mezcla de firmeza y vulnerabilidad que la hizo reconocible. La presidenta que alguna vez temía llorar en público ha aprendido a convertir la emoción en músculo político. «Es muy emocional», admite uno de sus colaboradores más antiguos, «pero también increíblemente tenaz».
Oposición y política
Rebobinemos un poco: ¿de dónde viene esta mujer?
María Guardiola es la mayor de cuatro hermanos —tres mujeres y un hombre— de una familia cacereña de clase media. La futura presidenta extremeña, criada por su madre (técnico en educación infantil) y su pareja, siempre sacó buenas notas. Y arrimó el hombre en casa: no es una pepera pija, sino una grupi de Alejandro Sanz con ciertos aires «barrieros» —en el mejor de los sentidos— en las distancias cortas. Está casada y tiene dos hijos. «Para qué te metes en esto con dos hijos que tienes», le dijó Fernández Vara en la primera reunión que mantuvo con ella tras tomar las riendas del partido.

Dio clases particulares de matemáticas, repartió guías telefónicas, trabajó en unos grandes almacenes. Licenciada en Administración y Dirección de Empresas y diplomada en Ciencias Empresariales por la Universidad de Extremadura, tuvo el mejor expediente de su promoción.
Nunca estuvo afiliada a Nuevas Generaciones. Su primer contacto con la institución que ahora presidirá fueron unas prácticas tras terminar la carrera. Mientras, se preparó las oposiciones a la Administración autonómica. Se presentó a dos y aprobó ambas.
Aterrizó en la política durante el gobierno de Monago, entre 2011-2015, los únicos cuatro que los populares han gobernado en la región, aunque pudo hacerlo antes. «Llegó a política casi sin querer, ya se lo habían ofrecido antes desde el PSOE. Le ha gustado y ha seguido con ello», contó su padrastro a El Periódico de Extremadura.
«Cristina Teniente [vicepresidenta con Monago] se la llevó a la Vicepresidencia como secretaria general de Ciencia e Innovación. Perdimos el gobierno en el 15, pero fue antes en las listas para el Ayuntamiento de Cáceres», resume un ex alcalde popular extremeño.
Entre 2015 y 2019 fue concejala de Hacienda con Elena Nevado, que gobernó su última legislatura como alcaldesa en coalición con Ciudadanos. En 2019, ya como número 2 de la lista, en las quinielas incluso para ser la candidata, se fue a la oposición tras decantar Ciudadanos el gobierno municipal esta vez en favor del PSOE.

María Guardiola y su familia desayunando en una churrería de Cáceres, durante la jornada de reflexión, el 27 de mayo.
El apoyo de Casero
Pero fue Alberto Casero, el secretario de Organización de Casado y mano derecha de Teodoro García Egea, reclutador de muchos de los candidatos del PP exitosos este 28 de mayo, quien mejor vislumbró su potencial. Y así se lo dijo, a bocajarro, a principios de julio de 2021, en un restaurante del Casco Antiguo de Cáceres, en el marco del congreso provincial del partido.
«¿Y tú por qué no te animas?«, le soltó el cultísimo y denostado Kissinger de Trujillo. Guardiola se quedó a cuadros. «Necesitamos una mujer por primera vez, en Extremadura tenemos que ser rompedores para ganar», insistió el hombre del voto tras tantearla.
La llamó después. No fue un globo sonda. También gustaba mucho a Víctor Píriz, el otro diputado extremeño del PP, gran amigo de Casero. Convencieron a Génova. Francisco Pizarro, el alcalde de Plasencia que este 28-M concatenó su cuarta mayoría absoluta, relevo natural de Monago por él espoleado, se llevó un pasmo de narices.
«Buscábamos un nombre diferente, no venía apadrinada por nadie, gana muchísimo en las distancias cortas, sólo ha hecho dos o tres mítines centrales grandes. No es mala en el atril, ojo, es opositora, se memoriza un discurso de 30 páginas y te lo suelta bien. Es una tía muy normal y sencilla. Tiene una visión más de ciudadana que de política», desgranan fuentes de la anterior dirección del PP.
Se presentó en Génova para entrevistarse con Casado y García Egea a finales de 2021. Luz verde. El 16 de febrero de 2022 —el mismo que El Confidencial y El Mundo publicaron los espionajes de Génova a Ayuso— García Egea, Casero y Ana Beltrán le comunicaron a Monago que ella sería su sucesora.
La entrevista pedida por Monago y concedida por Casado para apañar su salida de la manera más honrosa posible jamás llegó a producirse. Habían quedado esa misma noche, pero el joven líder del PP ya doblaba en tablas. Sabía que la publicación de la noticia era inminente.

María Guardiola anuncia los comicios del próximo 21 de diciembre.
La nueva dirección nacional del partido también vio en Guardiola la candidata perfecta y más que validó la decisión. Miguel Tellado, vicesecretario de Organización del PP y cerebro de Feijóo en la gestión territorial del aparato del partido, quedó prendado con la candidata. Era de sus favoritas y así lo hacía saber en privado a los periodistas. «Confiamos mucho en sus posibilidades», vaticinaba en invierno de 2023.
Lo nuevo contra lo viejo
Son muchos los que han reconocido ciertos rasgos evidentes entre la estrategia empleada por Juanma Moreno —referente confeso de la próxima presidenta extremeña— en Andalucía y Guardiola en Extremadura. Un éxito rotundo tan reciente que es imposible no tomar nota.
Territorio comanche para la derecha, gente hastiada, El Dorado en el voto moderado. Aunque «es más fácil llegar al tedioso que al moderado» fuera una de las consignas que día tras día le repetían a Guardiola. Mensajes transmitidos «desde la severidad, pero no desde el enfado». Su equipo, de hecho, le hacía gestos para que bajara dos marchas si se envalentonaba.
«Extremadura no es una región de centro derecha. Es una región de centro, moderada. Si no se te pareces a la región de la que quieres conseguir el apoyo mayoritario, no vas a ganar nunca. Dirige equipos con una sonrisa, que es muy complicado. Para un partido como el nuestro, después de tantos años sin gobernar, la primera victoria fue muy importante», analiza Víctor Píriz en conversación con este periódico.
«La candidatura de María Guardiola representaba algo totalmente diferente», insiste Píriz. «Cuando dos presidentes nacionales diferentes apuestan por la misma persona es que tiene algo especial. Era confrontar con Vara lo nuevo y lo viejo, lo cansado y lo ilusionante, se notaba en los mismos carteles electorales«.
La campaña que ahora arranca se presenta como un segundo examen. Si en 2023 fue lo nuevo frente a lo viejo, ahora se medirá la resistencia frente al desgaste. Extremadura vuelve a decidir, y María Guardiola, entre la fidelidad a su estilo y la presión de su propio partido, deberá convencer otra vez de que su «rebelión» no fue solo un gesto, sino una manera de hacer política.













