Sumar pone en cuarentena el anuncio de ruptura de Junts. El socio minoritario de Gobierno de coalición considera que la reunión en Perpiñán y la comparecencia de Carles Puigdemont forman parte de una estrategia política para evitar ser vistos como un socio estable de Pedro Sánchez. Una manera de «escenificar las diferencias» tanto con el Ejecutivo como con sus rivales en Catlaunya, pero que no impedirá, creen, futuras negociaciones con los posconvergentes.
El portavoz de Movimiento Sumar y ministro de Cultura, Ernest Urtasun, se esforzó este lunes en mostrar «mano tendida» a Junts y confió en que, independientemente de cuál fuera su decisión, seguirían manteniendo las dinámicas que se han producido hasta ahora, con durísimos pulsos al Gobierno que en algunos casos terminaban con el apoyo de los de Puigdemont. «El ejemplo fue hace dos semanas, cuando Junts aprobó dos medidas», sostuvo Urtasun en rueda de prensa en la sede del partido. «Soy optimista en que la legislatura pueda seguir andando«, defendió.
«No quiero ponerme en ese escenario», argumentó Urtasun sobre la ya decidida ruptura de Junts. Argumentó el portavoz que «aunque ha habido moemntos en la legislatura en que el entendimeitno entre Gobierno y Junts se ha complicado, se ha podido reconducir«. El dirigente de Sumar defendió que «en el día a día siempre encuentran márgenes de negociación y estamos confiados en que eso seguirá siendo así».
«Hemos sido capaces de acordar muchas cosas, estoy seguro de que podemos seguir acordando muchas más», insistió el ministro de Cultura. En distintos momentos ofreció «mano tendida para seguir dialogando y plena voluntad de seguir colaborando» al partido de Puigdemont, el mismo que tumbó la reducción de la jornada laboral hace un mes y medio.
En privado, algunas voces de la formación creen que la amenaza de Junts es una suerte de performance, una «escenificación de las diferencias», o un puñetazo en la mesa para seguir tensando la cuerda. Esto, creen, se debe a la fuerte competición electoral que se da en Catalunya, en la que «no quieren parecer un socio estable como ERC«, pero donde Aliança Catalana le pisa los talones a nivel municipal con un discurso de extrema derecha.
Una posición que -creen- les obliga ahora a endurecer el tono contra el Gobierno. Dudan mucho que cualquier anuncio de ruptura vaya a traducirse en una ruptura real en el Congreso, y consideran que esta amenaza será más un intento de «tensionar» y «obligar al Gobierno a retomar el diálogo». Sin embargo, opinan que «no será una ruptura completa«, y que seguirá habiendo margen para cerrar acuerdos.
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