su cercanía le hace especial

Cuando el Levante perdió la final del playoff de ascenso a Primera División en 2023, para Vicente Iborra el dolor fue el doble. Sabía que, por los límites del fairplay, el club de su vida no podría mantenerle un año más en plantilla. Entonces, decidió aceptar la oferta del Olympiacos. Lo dirigía Diego Martínez, con quien guardaba una buena relación de su etapa en el Sevilla. Y en los despachos, Antonio Cordón, actual director deportivo de los nervionenses, mostró interés por él desde el primer momento. Estuvo un año en Grecia, suficiente como para pasar a la historia del club griego. Fue partícipe del primer título europeo del Olympiacos.

Diego no tuvo suerte a nivel de resultados, no se reflejó el trabajo que hicieron desde un principio”, cuenta Iborra a MD, ahora en el staff de Julián Calero en el Levante. Diego Martínez acabó despedido y tras Carlos Carvalhal aterrizó en El Pireo José Luis Mendilibar. “Cuando llegué sentí que Ernesto Valverde había sido un entrenador importante, le tenían mucho aprecio”, explica Iborra. En dos etapas distintas, el Txingurri ganó tres ligas y dos copas. “Mendilibar era un perfil muy similar, creo que por eso lo traen”, comenta.

El desembarco de ‘Mendi’ no fue sencillo. Tenía el reto de imponer su doctrina futbolística con la barrera idiomática como parte del reto. “Llevaba un traductor con él. No era fácil porque el chico traducía bien, pero Mendilibar utiliza muchas frases hechas y a lo mejor no expresaba tan bien lo que quería decir. Lo entendíamos los españoles y portugueses y tratábamos de explicárselo al resto como podíamos”, recuerda Iborra. “Utiliza un vocablo muy futbolístico. El traductor era un traductor al uso, no había mamado el fútbol. Pero al final se le entendía. Es un entrenador sencillo, de no mucha palabrería”, apunta.

«Se despertó algo mágico, se dio todo para hacer historia»

Mendilibar llegó a mitad de temporada, con el equipo eliminado de la Europa League y en lucha por la Conference. “La afición no estaba contenta. En octavos perdimos contra el Maccabi Tel Aviv 1-4 y parecía que todo estaba perdido. Pero en la vuelta remontamos y empezamos a creer. Se despertó algo mágico en el ambiente. Esa vorágine nos llevó a creer. Se dio todo para hacer historia”, recuerda el mediocentro. Por el camino, Olympiacos eliminó a Fenerbahce y al Aston Villa de Unai Emery.

El trayecto hasta la final pasó por madurar el proyecto. “Al principio no fue fácil, pero con el paso de los partidos el equipo asimiló mejor sus conceptos. Cada vez se nos veía más cómodos. No era de muchos de vídeos ni de vídeos largos. Los entrenamientos tampoco eran muy largos ni metía muchos conceptos. No hacía falta nada más. El grupo acabó entendiendo bien su mensaje, sabía qué quería”, recuerda. Las instrucciones en la pizarra eran sencillas. “Da poca información pero concisa. Pide mucha intensidad, cargar el área en cuanto se pueda y que pasen cosas”, detalla Iborra.

Olympiacos no solo disputó la final, sino que además la jugó en casa de uno de sus máximos rivales, el OPAP Arena del AEK. “La preparamos como cualquier otro partido, con esa sencillez que le acompaña en el día a día, en los entrenamientos. Pidió ser intensos, tener las ideas claras, ser verticales, cargar área, llegar arriba… nada extraño, nada nuevo. Al final salió bien”, comenta, que disputó los 120 minutos que duró el encuentro. Los griegos ganaron en la prórroga con un gol de El Kaabi, que continúa en la plantilla de ‘Mendi’.

Mendilibar intentó que Iborra se quedara una temporada más, pero el centrocampista tenía claro que quería regresar a su casa. Cerró su carrera devolviendo a su Levante a Primera División. Y ahora, con la mirada de entrenador, recuerda los aprendizajes que se llevó de ‘Mendi’.

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“Las charlas que tuvimos fueron mirándonos a la cara, muy sinceras. Y en el poco tiempo que coincidimos forjamos una relación muy sana, muy buena”, cuenta. “Si algo hace bien es transmitir poca información pero que llegue al jugador. A veces el exceso de información no es bueno. Él transmite bien, con sencillez, y el trato con el jugador, su cercanía, hace que sea un entrenador especial. Por eso los jugadores le tienen cariño”, remata.



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