Una imagen que no necesita palabras, que puede caminar sola. La Habana, 1995..jpg / Pedro Coll
Confieso que a menudo, para expresarme, necesito de la palabra tanto como de la imagen. Si me obligaran a elegir entre una y otra, me encontraría ante un dilema. Aún reconociendo que mi trayectoria narrativa y vital se ha desarrollado en el campo de la imagen, puestos a las malas, me quedaría con la palabra, porque es discreta, no necesita de parafernalia, sería como si se me pudiera permitir fotografiar con la mirada, pasearme con las manos en los bolsillos, como personaje inofensivo que no levanta sospechas, alimentándome del entorno para luego narrar.
Se nos ha repetido hasta la saciedad que una imagen puede equivaler a mil palabras. Pero, también, siempre he tenido claro que una sola palabra puede equivaler a mil imágenes. Como dicen los ingleses, «sometimes you win, sometimes you lose». Aparte de esta disquisición tan bizantina, lo cierto es que es un lujo ver cómo combinan, con qué fuerza y alcance pueden trabajan juntas. Imagen y palabra, conformando dos lenguajes tan diferentes, tienen similares capacidades para la expresión de pensamientos y sensaciones, para la comunicación. Además, ni se excluyen ni se obligan, ambas son libres e independientes, caminan por separado y se juntan solo cuando quieren.
Son como amantes que han logrado la relación perfecta.
Pero hay ocasiones en que el camino en soledad de cada una puede ser necesario y obligado. Como es el caso de este fragmento de poema que descubrí en una columna de Juan Cruz, que también él citaba por distinto motivo, en un artículo publicado en El País, hace ya unos años. Aquí estamos ante palabras que merecen ser leídas en voz alta, pronunciadas y escuchadas rodeadas de silencio, perdidas sobre un fondo blanco puro, para que nada nos distraiga de su cadencia y de su profundidad.
Es Octavio Paz.
Soy hombre, duro poco, y es enorme la noche.
Pero miro hacia arriba, las estrellas escriben, sin entender comprendo.
También soy escritura, y en este mismo instante, alguien me deletrea.








