La expectación era alta. Nadie sabía quién sería el invitado de La Revuelta, pero las apuestas corrían como la pólvora en la cola. Cada tarde, de lunes a jueves, a las 15:45 horas, hacen fila 300 personas para grabar el episodio que emiten por la noche. Y, claro, entre tanto seguidor, lo normal es intercambiar alguna que otra cábala. Sonaban Amaia Montero, Fito Cabrales y Yolanda Díaz. Un ejercicio de adivinación que rara vez se vuelve realidad. Aún así, oye, toda distracción es de agradecer para afrontar la espera. Desde que el formato de David Broncano se estrenó el 9 de septiembre de 2024, las invitaciones para acudir de público vuelan. Es tan difícil hacerse con una que, cuando llega el día, por sorpresa, es inevitable frenar la taquicardia. EL PERIÓDICO DE ESPAÑA se ha infiltrado en una grabación para conocer, de primera mano, sin filtros, cómo se hace el programa que ha plantado cara a El Hormiguero. ¿Divertido? Ya veremos.
Tras 45 minutos de espera, a las 16:30, a punto de llover, el equipo de producción empezó a solicitar los datos de los interesados. Uno a uno, letra del DNI incluida. Qué ingenuo el que pensaba que, entonces, ay, entraría al soñado Teatro Príncipe Gran Vía. Pues no. Faltaban otros 30 minutos para acceder a La Meca de Broncano. “Nadie puede ir al baño hasta que os sentemos”, señalaron. Primera norma. No será la última. Así que, una vez ubicados en las butacas, tras explicar dónde pisar y dónde no, una masa corrió al váter para mantener sus necesidades urinarias a raya. Una vez empezara el show, nadie podría salir. “Las fotos se hacen al final, ¿correcto?. Disfrutad mucho. Lo que pasa en La Revuelta se queda en La Revuelta”, prosiguieron a ritmo de Sonia y Selena mientras llegaban los últimos agraciados.
El interior del Teatro Príncipe Gran Vía, antes de la grabación de ‘La Revuelta’. / P. DEL CORRAL
El espacio es más pequeño de lo que parece en RTVE. Hay focos, cámaras y cables por doquier. Todo está milimetradísimo: así que mejor no levantarse para evitar una bronca. El programa, que se graba de 18 a 20 horas, con su edición correspondiente, se emite a partir de las 21:45. Por lo que cuentan con 90 minutos para hacer los ajustes correspondientes antes de tomar las pantallas. “Ahora toca elegir a las personas que ocuparán la bañera y el bidé. ¿Preparados? Que levante la mano quien quiera”, soltó Sergio Bezos, encargado de animar al público. Durante una hora, con un ritmo frenético, casi electoral, tocó votar con aplausos y abucheos a los candidatos. Sorprendentemente, hubo quien se dio hostias con tal de tener su minutito de gloria. La clave, visto lo visto, atento, es tener labia. Lo demás da igual. Sólo si eres magnético, tendrás los votos asegurados. Como Pedro Sánchez.

Aitor Francesena, en el debut de ‘La Revuelto’ en RTVE. / RTVE
Que Broncano se haya convertido en la última sensación televisiva pocos lo vieron venir. Las polémicas a las que se enfrentó durante su fichaje auguraban, cuanto menos, un descalabro de proporciones inmensas. Incluso hubo quien planteó que ni alcanzaría a 4 estrellas, la serie a la que sustituyó entonces. Sin embargo, ya fuese por la novedad o el morbo, su debut con el surfista ciego Aitor Francesena dejó ojipláticos a sus grandes detractores: las 2.152.000 personas que congregó no sólo alegraron a José Pablo López, el ideólogo de su traslado, sino que además logró arrinconar a Pablo Motos tras meses de reinado. Desde entonces, han iniciado una batalla por liderar el prime time.
Órdagos y risas
Sólo había una norma: aplaudir mucho, mucho, mucho al principio y al final del rodaje. “El resto va a gusto. Podéis gritar y corear lo que queráis. Quien lo desee también puede tirar cosas al escenario. Cuidado, ¿eh? Luego no lo devolvemos”, puntualizaron. Y, así, casi corriendo, entró Broncano al plató. El gallinero se levantó de inmediato para ovacionar a su Dios porque, aquí, obvio, es él quien dicta sentencia. Lo que pasó a partir de ahora es bien sabido de pantalla para fuera, pero dentro hubo matices. Durante los 90 minutos de grabación, sin cortes, la espontaneidad campó a sus anchas. Entró Jorge Ponce entre vítores y, aunque leyó parte su intervención en el teleprónter, de reojo, regó de espontaneidad el espacio: dominan como pocos las dinámicas comunicativas y, en el momento menos pensado, ahí, lanzan un órdago que atrae de nuevo toda la atención.

Jorge Ponce, en un programa de ‘La Revuelta’. / RTVE
Si bien el parecido con la La Resistencia es evidente, en La Revuelta han querido estirar un pelín más el tono desafiante de Broncano: frente a los que le acusaron de ser un catalizador del ideario de Pedro Sánchez, él se ha tomado la justicia por su mano y, oye, entre broma y broma, lanza unos dardos que por seguro levantan risas en Ferraz. “Decir que el presidente del Gobierno me ha puesto aquí es ridículo, ofensivo y mentira”, espetó. Risueño y canallita, no ha perdido la esencia que le catapultó. Y, de momento, le sigue funcionando. Los filtros corporativos no han llegado. Veremos cuando le dé por meterse con quien no debe. Como curiosidad, en el Teatro Príncipe Pío de Madrid reservan un trono por si al rey Juan Carlos le da por hacerles una visita. Pinta no tiene, vaya.
Euforia a raudales
Otra ventaja es la estructura: mientras que El Hormiguero con múltiples secciones y caras parece guionizado de más, La Revuelta hace y deshace a su antojo. No quiere decir que improvisen, pero delegan en Broncano la agilidad que Motos no tiene. Incluso, en su tono usual, suelta alguna perla a la competencia sin temor a las represalias. Su equipo ha demostrado la habilidad para generar titulares en los medios de comunicación, una ventaja que los adversarios no han sabido aprovechar con la misma intensidad. Y, cuando lo han conseguido, como en el caso de Motos, ha sido por polémicas de cariz machista. Tan sólo hay que recordar las entrevistas a Virginia Maestro, Mónica Carrillo, Charlize Terón, Ana de Armas, Anastasia… Ahora bien, si algo bueno tiene su programa es que apenas hay que procesarlo: basta con mirar y aceptar. Nada de quimeras ni alucinaciones, puro entretenimiento para la masa. Escaso fondo, demasiada forma.

Michelle Jenner y David Broncano, en ‘La Revuelta’. / RTVE
Para la ocasión en La Revuelta contaron, por quinta vez, no es baladí, con Michelle Jenner. La entrevista fue justita, sacaron poca chica. No obstante, hubo tiempo para sonrisas. Sobre todo, cuando se trata de hablar de sexo y dinero. Ella, firme, como siempre, se negó a responder ante la insistencia de un teatro en efervescencia. Había quien dudaba de si Broncano, al pasar a la televisión pública, podría formularlas sin ningún cortapisa. Y, al parecer, o bien se lo han permitido o bien ha hecho caso omiso. Lo segundo no es descartable, vaya. De fondo, el regidor no paraba de levantar los brazos para avivar a un gallinero deseoso de estímulos. De repente, zas: las manos arriba, cintura sola, da media vuelta… Euforia a raudales.
¿Por qué no?
El Hormiguero se lanzó el 24 de septiembre de 2006 en Cuatro, donde permaneció hasta 2011, cuando Antena 3 adquirió los derechos. En total, lleva 20 cursos en lo más alto gracias a personajes de alto voltaje como Will Smith, Paulina Rubio, Hugh Jackman, Elsa Pataky e Isabel Pantoja, que le dio su pico con 4.783.000 telespectadores. Hay que reconocerle a Motos el don para congregar a tantas personas a la hora de cenar. Con sus más y sus menos ideológicos, ha logrado montar un espectáculo frenético y destartalado que, si bien incongruente, ha sabido captar la atención del espectador medio. Por su parte, La Revuelta ha quitado caspa a una RTVE que está haciendo grandes esfuerzos por acercarse a las nuevas generaciones. De hecho, en este capítulo, grabado el pasado martes, los jóvenes eran mayoría.

La Mari de Chambao junto a Pantomima Full, en ‘La Revuelta’. / RTVE
Al rato, entraron Alberto Casado y Rober Bodegas para presentar la serie Entrepreneurs. Con su habitual acidez, Pantomima Full terminó de rematar un episodio que se saldó con 1.586.000 espectadores. ¿Lo mejor de la velada? La Mari de Chambao. Fue la única que estuvo a la altura del programa: hipnótica, resolutiva y sencilla. La llamaron a última hora, pero se lanzó a la piscina. ¿Por qué no? Esa es, precisamente, la pregunta sobre la que se ha cimentado La Revuelta. No le tienen miedo a sacar el pie del tiesto, un valor que ha acabado premiándose en una televisión demasiado encorsetada a veces.













