¿Cuáles son los principales efectos que puede causar la soledad no deseada en los ancianos que viven solos en sus hogares?
Las personas mayores que están en situación de soledad no deseada pueden tener un mayor riesgo de sufrir síntomas asociados a la ansiedad o a la depresión, e incluso, de desarrollar estos trastornos. Esta condición también puede afectar a la autoestima y, además, constituye una fuente de estrés continuo en el tiempo. Por otro lado, es importante destacar que la soledad no deseada puede tener repercusiones negativas a nivel cognitivo. De hecho, puede afectar a la memoria y a la capacidad de atención. Precisamente, con el fin de evitar estos sentimientos de soledad, algunos ancianos que viven solos en sus hogares y que a lo largo de su vida siempre habían convivido con otras personas deciden trasladarse a una residencia para mantener una vida social más activa y estar acompañados.
¿Qué factores pueden llevar a que una persona mayor experimente sentimientos de soledad, incluso cuando cuenta con la presencia de familiares o vecinos cercanos?
Hay que tener en cuenta que la soledad no deseada es una sensación subjetiva de la persona, que se produce porque las relaciones que mantiene no llegan a cubrir sus necesidades. Estas necesidades son únicas e individuales. A nivel psicológico, se ha visto que hay ciertos factores que pueden influir. Algunos ejemplos son la desesperanza, los problemas emocionales previos, las historias de vida o la frecuencia con la que interactúan con otras personas. Ahora bien, no hay que confundir la soledad no deseada con el aislamiento social, que se caracteriza por una ausencia total de relaciones.
¿Esta situación también puede tener efectos en la salud física?
Sí. Tanto es así, que puede impactar de forma notable en la calidad del sueño y en el mantenimiento de hábitos saludables como la alimentación o la práctica de ejercicio. Además, hay estudios que asocian las situaciones de soledad no deseada con el riesgo de padecer patologías como las enfermedades cardiovasculares.
¿Qué papel juegan las actividades diarias y las rutinas en la prevención del sentimiento de soledad?
Las rutinas son muy importantes porque nos ayudan a estructurar nuestro día a día. El hecho de participar en actividades, sobre todo en las que se hacen en grupo, constituyen una oportunidad para relacionarse con otras personas. Eso sí, es fundamental que estas actividades estén relacionadas con las aficiones que se han tenido a lo largo de la vida para que sean más motivadoras.
«La soledad no deseada afecta a la autoestima y puede tener repercusiones negativas a nivel cognitivo»
¿Cómo pueden identificar los familiares o el entorno cercano que una persona mayor se siente sola, a pesar de que lleve una vida independiente?
Existen señales de alerta. Algunas de ellas son los cambios de hábitos o rutinas, las alteraciones en el estado de ánimo o la búsqueda de una mayor interacción y contacto. Cuando esto sucede, tanto los familiares como el entorno cercano pueden preguntarle a la persona qué necesita, preocuparse por conocer sus necesidades y animarla a participar en actividades con otras personas. Todo esto desde la comprensión y la empatía.
¿Qué estrategias o intervenciones psicológicas aconseja para ayudar a los ancianos a sobrellevar este problema?
Lo más importante es realizar un abordaje centrado en cada persona. Lo primero que hay que hacer es identificar qué esta provocando ese sentimiento de soledad y, a partir de ahí, elegir las estrategias de intervención para ayudar a mitigar los efectos. En este sentido, podrían ponerse en práctica intervenciones que estén dirigidas a favorecer las interacciones sociales, mantener relaciones saludables y trabajar las habilidades de cognición social. También es posible manejar la situación a través del acompañamiento emocional con estrategias que están enfocadas a reducir esos sentimientos de soledad no deseada. Para esto pueden ser muy útiles las prácticas que se centran en el autoconocimiento y la disminución del estrés. Aquí juegan un papel muy importante las técnicas como el mindfulness o la activación conductual. Esta última consiste en involucrarse en actividades que, como ya comenté anteriormente, deben ser significativas para la persona.
Desde su punto de vista, ¿qué medidas sociales o comunitarias se deben emprender para ayudar a estas personas?
En mi opinión, tenemos una gran responsabilidad con estas personas. Por ello, considero que es muy importante visibilizar estas situaciones y concienciar a la sociedad de que esta realidad existe. Por otro lado, los profesionales de la salud también debemos asumir la responsabilidad de detectar los riesgos y de intervenir cuando esa sensación de soledad ya se ha instaurado. A nivel social y comunitario, los esfuerzos deben estar dirigidos a fomentar oportunidades para interactuar, crear grupos sociales y conectar a las personas, independientemente de cuál sea su situación. Por suerte, aunque todavía queda mucho por hacer, cada vez son más las entidades que apuestan por proyectos que contribuyen a mitigar este grave problema social.
«Las iniciativas como el ‘cohousing’ representan una alternativa interesante»
Teniendo en cuenta su experiencia, ¿suele resultarles difícil a los afectados solicitar ayuda psicológica?
En mi caso, he visto que cada vez es más frecuente que las personas verbalicen que tienen estos sentimientos.
¿Qué opina sobre los proyectos de convivencia compartida como el cohousing?
Las iniciativas como el cohousing representan una alternativa interesante que, sin duda, previenen la aparición de estas situaciones. Sin embargo, el acceso a estas oportunidades se encuentra limitado por diferentes cuestiones. Por tanto, es importante no perder de vista todos los elementos que influyen en el sentimiento de soledad no deseada para poder prevenirlo cuando aún no se presenta y abordarlo de forma adecuada cuando ya se manifiesta.
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