Solo 20 de las 56 especies vegetales recomendadas por el Gobierno de Canarias para la naturalización de las escuelas son autóctonas. El resto corresponde a plantas endémicas, introducidas de forma controlada en el archipiélago, y ornamentales, que se comercializa con propósitos decorativos, motivo por el cual los biólogos recomiendan la inclusión de más especies de las Islas. El objetivo de esta iniciativa es adaptar los centros escolares al cambio climático mediante la introducción de vegetación y elementos naturales que mejoren el confort térmico, el bienestar del alumnado y la funcionalidad de los espacios.
La propuesta forma parte del proyecto Naturalización de los Espacios en centros educativos públicos en Canarias. El programa plantea rediseñar los patios tradicionales de cemento y asfalto para transformarlos en ecosistemas educativos que favorezcan la biodiversidad y promuevan el aprendizaje en contacto con la naturaleza. Para ello, el Gobierno de Canarias ha elaborado una guía técnica para intentar orientar a los centros en el diseño de zonas verdes, huertos escolares, espacios de sombra y jardines sostenibles.
«Herramienta muy completa»
Esta guía ha recibido una valoración positiva por parte de Cristina González, botánica y profesora de la Universidad de La Laguna (ULL), quien la considera «una herramienta muy completa que responde a una demanda histórica de docentes que han intentado introducir la jardinería sostenible en sus colegios». Según afirma, la guía es «exhaustiva y clara» al detallar cada uno de los elementos que pueden desarrollar en los proyectos, desde la selección de especies hasta la planificación del riego o la creación de espacios para distintos usos educativos.
La iniciativa se desarrolla en otros lugares como las Islas Galápagos y en el archipiélago de Hawái. Sin embargo, en estos casos se ha optado más por la flora nativa como herramienta educativa y ambiental. Por eso, varios especialistas canarios recomiendan reforzar el uso de especies propias del territorio. Consideran que, además de su valor ecológico, estas plantas tienen un gran potencial pedagógico al fomentar el conocimiento natural del entorno cercano.
Aún así, González reconoce que la propuesta oficial incluye una selección «muy buena», al combinar especies canarias con otras foráneas de gran porte que permiten crear zonas de sombra. «La sombra que puede aportar un árbol de gran desarrollo en zonas costeras no la puede contribuir ninguna planta nativa», puntualiza. Aunque insiste en la importancia de integrar también flora autóctona para reforzar el carácter educativo del proyecto.
Riesgos
González también advierte sobre los riesgos asociados al uso de determinadas especies incluidas en la guía oficial. Sobre la Phytolacca dioica (ombú), señala que «se desarrolla muy rápido, tiene raíces superficiales extensas que pueden levantar pavimentos y generar caídas, y sus frutos, muy jugosos, ensucian y resbalan».
También muestra reservas con el olivo (Olea europaea), ya que está emparentado con el acebuche canario (Olea cerasiformis). «Puede llegar a hibridar con la especie endémica, por lo que si ambos aportan la misma sombra yo optaría siempre por la planta canaria». Además, desaconseja el uso del Ficus microcarpa o laurel de Indias, muy utilizado en jardinería urbana debido a que ya está naturalizado en varias islas gracias a la presencia de su polinizador y «puede convertirse en invasor, además de causar problemas de mantenimiento por la caída de frutos y el crecimiento en fachadas cuando las semillas son dispersadas por aves».
La botánica añade otra advertencia: algunas plantas incluidas en la guía son muy atractivas para plagas. Pone como ejemplo Coccoloba uvifera, especie ornamental conocida como uvero de playa debido a que atrae a la mosca blanca y otras plagas difíciles de controlar en espacios escolares. Por ello, propone incorporar en la guía un pequeño anexo con especies «desaconsejadas o directamente a evitar», entre ellas «cardones y tabaibas por su toxicidad, salvo la tabaiba dulce, y plantas ornamentales peligrosas como la adelfa, muy común en parques y carreteras pero altamente tóxica».
Prevenir problemas ambientales
Manuel Nogales, investigador científico en el Instituto de Productos Naturales y Agrobiología (IPNA) y del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), coincide en la importancia de seleccionar plantas adecuadas para prevenir problemas ambientales. Es partidario de priorizar la flora canaria dentro del proyecto. «Didácticamente es ideal usar plantas autóctonas porque necesitan menos agua, tienen mayor resiliencia y están adaptadas al clima», afirma.
Tanto Nogales como González recomiendan que los centros educativos cuenten con asesoramiento técnico de expertos en botánica, jardinería sostenible o servicios municipales antes de ejecutar los proyectos. González sugiere que, antes de seleccionar plantas, «el profesorado recorra jardines cercanos, hable con técnicos municipales y observe qué especies funcionan bien en la zona». Asegura que «cuanta más información se obtenga de primera mano, mejores resultados tendrá el proyecto».
Crisis ambiental
Otro de los factores clave para el éxito del programa es el riego. «No debemos olvidar que las plantas son seres vivos y tienen necesidades básicas. Sin un plan de riego adecuado, especialmente en verano, muchos proyectos fracasarán», advierte González. Propone instalar programadores automáticos para garantizar el riego en los meses de vacaciones, «cuando el profesorado no está obligado a acudir al centro y no puede asumir el mantenimiento».
Ambos expertos coinciden en que la clave para su éxito será compatibilizar sostenibilidad, seguridad, mantenimiento y educación. A pesar de los desafíos, Nogales considera que se trata de «uno de los proyectos ambientales más interesantes en Canarias». Afirma que está alineado con la Agenda 2030 y con la protección de la biodiversidad: «Vivimos una crisis ambiental global y este proyecto ayuda a conectar a las nuevas generaciones con el entorno natural».
Suscríbete para seguir leyendo













