El oro cae un 3,5% este lunes y pone en juego los 4.000 dólares tras experimentar su primera caída semanal desde mediados de agosto y su peor recorte en más de una década.
Según los analistas, esta caída del metal precioso se debe a un renovado apetito por los activos de riesgo debido al posible acuerdo en materia arancelaria entre Estados Unidos y China. Scott Bessent, secretario del Tesoro de Estados Unidos, ha señalado que ambas potencias están cerca de firmar un «marco significativo» para evitar la imposición de tarifas del 100% a las importaciones chinas.
Por su parte, el representante chino para Comercio Internacional, Li Chenggang, ha confirmado un «consenso preliminar» entre los dos países, según recogen diversos medios chinos.
Se espera que este acuerdo se refrende en la reunión que mantendrán el presidente de EEUU, Donald Trump, y su homólogo chino, Xi Jinping, el próximo 30 de octubre en Corea del Sur, en el marco del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC).
Kyle Rodda, analista de Capital.com, destaca que el «posible» acuerdo «surgió de la nada y ha sido una sorpresa positiva para el mercado general. «Obviamente, la otra cara de la moneda es que los desarrollos han sido negativos para el oro», agrega este experto, quien cree que el ánimo del mercado ha cambiado, pues la tensión que anteriormente impulsaba al oro «se está neutralizando».
Con todo, los analistas consideran que las perspectivas alcistas para el metal precioso se mantienen intactas. Sin ir más lejos, el metal precioso tiene un potencial catalizador de peso en la reunión que mantendrá la Reserva Federal (Fed) esta semana, donde se espera que decida bajar los tipos de interés en 25 puntos básicos. Este movimiento estaría en línea con las previsiones del banco central, que contempla otro recorte en diciembre.
El pasado viernes se conoció que el Índice de Precios al Consumo (IPC) subió en septiembre hasta el 3%, menos de lo que se preveía. A su vez, la inflación subyacente se redujo hasta el 3%, mejorando también las expectativas del consenso de analistas.
Asimismo, el presidente Jerome Powell ya anunció que el endurecimiento cuantitativo está cerca de llegar a su final, lo que podría ayudar a generar un entorno más expansivo y beneficioso para el oro. Al no generar rendimientos, el metal precioso tiende a beneficiarse en un entorno de bajas tasas de interés.
«Dado que los recortes de tipos erosionan los rendimientos reales y presionan al dólar, el oro actúa como una reserva de valor duradera y una cobertura contra la inflación», resume Berenberg.
Según estrategas como Giordano Lombrado, fundador, CEO y co-CIO de Plenisfer Investments (parte de Generali Investments), el oro «seguirá ocupando una posición estructural y significativa» en las carteras el futuro próximo. En primer lugar, por las dudas sobre la sostenibilidad de la deuda soberana de economía desarrolladas. En segundo lugar, por las crecientes compras por parte de bancos centrales. Y, en tercer lugar, por la creciente demanda privada, que está experimentando una fase «de acumulación agresiva».














