Canarias y el Estado mantienen en este momento de otoñada política evanescente una aparente normalidad institucional, aunque siempre se están mirando de reojo. Tienen sus momentos y temas de tensión, como ocurre con el proceso de reubicación de menores migrantes, lleno de problemas burocráticos y de gestión. Pero hay otros asuntos que avanzan con negociaciones y acuerdos que afectan a la agenda canaria pactada, como es el caso del llamado “decreto canario” que prepara el Ejecutivo central para llevarlo al Congreso en noviembre, y que recogerá partidas comprometidas con las Islas por valor de más de 300 millones de euros, que quedaron fuera de la prórroga presupuestaria del presente ejercicio.
Mientras esta dinámica de relaciones entre ambas administraciones va superando etapas, con problemas y desavenencias previsibles, los partidos implicados en cada uno de los gobiernos empiezan a analizar el contexto político con la mirada cada vez más puesta en el horizonte electoral. Primero el de las autonómicas y locales de mayo, y luego las generales, para las que en teoría quedan casi dos años, aunque nadie se atreve a poner fecha.
Parece claro, en todo caso, que algo se está moviendo en este otoño de medio mandato de un Gobierno central con apoyo parlamentario cada vez más precario, y en el que el debate sobre el cambio horario de estos días está sirviendo de metáfora para supuestos movimientos políticos de fondo.
Es lo que ha dado de sí la advertencia al jefe del Ejecutivo, Pedro Sánchez, por parte de la portavoz de Junts en el Congreso, Míriam Nogueras, al señalar que «se debería hablar menos de cambios horarios y empezar a hablar de la hora del cambio». Esta frase ha saltado todas las alarmas y puesto en guardia a los partidos sobre su verdadero calado, algo que Carles Puigdemont despejará este lunes en Perpiñán.
Coalición Canaria (CC), por ejemplo, empieza a creer que la legislatura está al borde del colapso por varias razones, e incluso concibe la posibilidad de que Junts apoye una moción de censura del Partido Popular (PP) con un candidato independiente, cuyo único programa y objetivo sería convocar elecciones. Es una especulación que circula en tertulias madrileñas y que la formación nacionalista empieza a valorar con cautela.
Moción de censura
Los nacionalistas canarios consideran que a Junts le resulta vital frenar el crecimiento de Aliança Catalana, el partido de extrema derecha independentista que le está robando electorado a gran velocidad, y que las elecciones generales deberían celebrarse antes de las municipales de 2026.
Esto afectaría a la lógica política estatal y a toda la estrategia de los partidos, incluido un PP que se ve amenazado por Vox y que no acaba de consolidar el liderazgo de Alberto Núñez Feijóo. La gran incógnita es si el PP estaría dispuesto a entrar en una operación de riesgo de la mano de Junts (y obviamente de Vox) con el único objetivo de forzar las elecciones que lleva reclamando desde hace más de un año. La duda es si ese movimiento sería efectivo o contraproducente, ante el temor al avance del partido de Santiago Abascal.
La formación que lidera el Gobierno de Canarias sigue, por su lado, fiel a su máxima de mantener un apoyo crítico y vigilante al Ejecutivo de Sánchez durante toda la legislatura, única forma —afirman— de cumplir con la agenda canaria, aunque reconocen bloqueos importantes en determinados momentos y asuntos.
Ya verá, en todo caso, cómo reaccionar cuando la legislatura llegue a su fin, bien por agotamiento político de un Gobierno incapaz de presentar presupuestos por tercer año consecutivo, bien por conveniencia propia del presidente y de su partido en función de las encuestas y expectativas electorales.
En todo caso, Coalición Canaria no tiene dudas de que, en esta guerra política permanente y en el actual clima de polarización, debe defender su espacio, intentar lograr avances concretos para Canarias que pueda “vender” al electorado isleño, y con ello romper la dinámica de los grandes partidos estatales, incluido Vox, en las próximas citas electorales.
Como el resto del espacio político conservador y de centro-derecha, el gran temor de CC es que la ola populista de Vox le afecte de forma considerable, no solo restándole votos, sino también limitando su margen de negociación postelectoral frente a la agenda antipolítica y anti-autonómica de la ultraderecha española.
Del lado del Gobierno central, se mantiene la idea de agotar la legislatura independientemente de los apoyos que retenga en el Congreso, y tachan de «especulación sin sentido» la posibilidad de una moción de censura impulsada o avalada por Junts, por mucho amago de «hora del cambio» lanzado por su portavoz en Madrid.
En relación con Canarias, el Ejecutivo sostiene que está cumpliendo los compromisos pactados con CC, y que la buena sintonía mostrada entre Fernando Clavijo y la vicepresidenta primera y ministra de Hacienda, María Jesús Montero, en su reciente encuentro para plasmar en un decreto las cuentas pendientes del Estado con las Islas, garantizará el entendimiento hasta el final de legislatura y el apoyo de CC a Sánchez.
Movimiento nacionalista
Aunque la relación entre el ministro de Política Territorial, Ángel Víctor Torres, y el presidente de Canarias se ha deteriorado notablemente respecto a la etapa en que negociaron la reforma de la ley de Extranjería, la dinámica de gestión de la agenda canaria entre ambas administraciones sigue siendo positiva.
Torres se mantiene a la espera de un nuevo informe de la UCO sobre el caso Koldo, en el que, según algunos medios madrileños de derechas, podría atribuirse responsabilidad política, algo que él niega con tranquilidad. El ministro confía en estar en la batalla por la presidencia de Canarias en un año y medio.
Una de las cuestiones que los partidos canarios analizan en este contexto de dudas e incertidumbre estatal es el nuevo frente nacionalista impulsado por Coalición Canaria (CC) y Primero Canarias, la formación escindida de Nueva Canarias que lidera Teodoro Sosa, y cuyo objetivo es acudir juntos a las próximas elecciones generales, autonómicas y locales.
Se trata de un movimiento político que exige planificación y cautela, con dudas sobre su eficacia electoral, pero lo bastante importante como para que los partidos lo analicen con atención.
La nueva posible alianza busca fortalecer el nacionalismo en un contexto difícil, marcado por la polarización ideológica estatal, que volcará al electorado hacia las dos grandes ofertas políticas —PSOE frente a PP y Vox—, con Sumar, Podemos y Nueva Canarias buscando alianzas donde sobrevivir, y una ASG que previsiblemente mantendrá su peso y capacidad de influencia en las mayorías de gobierno insulares.
Hay muchas dudas en los partidos sobre el efecto real de la unión entre CC y Primero Canarias, pero la gran incógnita política en el Archipiélago en el futuro inmediato es el escenario que se abriría si Vox confirma su crecimiento, que probablemente sería a costa del PP en las islas orientales, y a costa de populares y nacionalistas en las occidentales.
El tablero político, a todos los niveles, está moviéndose, y las piezas se muestran inquietas.
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