Final de Copa de 1983. Cuando Marcos marca el gol de la victoria ante el Madrid en el último minuto, Schuster se marca dos ‘butifarras’ de manual. Es un gesto automático, con repetición. El primer corte de mangas es de rabia, el segundo de liberación. Cuando Giovanni –el bueno– marcó el gol de la victoria en el Bernabéu (2-3), en la Liga 97-98, el brasileño soltó tres ‘bananas’ consecutivas que le dejaron muy buen cuerpo. Esa ráfaga de cortes de manga tuvo consecuencias. Aunque Ansuátegui Roca no las recogió en el acta, el Comité de competición le sancionó con dos partidos de suspensión. Flick, expulsado dos minutos antes del golazo de Araujo, hizo lo que todos los culés pensaron y muchos otros hicieron. Puede que al bueno de Hansi no le guste que sus nietos vean al abuelo haciendo cortes de manga. Sin duda, no es una imagen ejemplarizante… Pero es comprensible. En el 93’, cuando logras los tres puntos en un partido muy complicado, viniendo de dos derrotas consecutivas, de una enfermería a reventar y de otro arbitraje nefasto, explotas. Gil Manzano había anulado el gol de Cubarsí, no había estudiado un posible penalti a Rashford y le había expulsado por protestar lo que era lógico: el colegiado solo alargaba cuatro minutos un partido que debió durar, mínimo, 97. Así, cuando dentro del tiempo establecido los denostados Roony, De Jong y Araujo se inventaron el gol salvador, lo raro es que solo Flick hiciera las ‘botifarras’. Araujo, enloquecido, optó por quitarse la camiseta. Él también tenía motivos para unos cuantos cortes de manga. Pasar de capitán a cuarto central del equipo no parece lógico… Y menos cuando la línea adelantada, también sin él, sigue siendo un coladero.











