«Ahora ya sabe Moreno Bonilla quiénes somos«, se ha escuchado decir a Ángela Claverol, presidenta de Amama, desde el escenario levantado frente al Palacio de San Telmo, sede del Gobieno andaluz, donde, según cálculos de la Policía Nacional se han concentrado más de 8.500 personas clamando contra la forma en que el Ejecutivo andaluz ha llevado esta crisis, la privatización de la sanidad y reclamando transparencia en los datos respecto a los cribados. «Los cribados son solo la punta del iceberg, la sanidad pública la han destruido y por eso estamos aquí», ha señalado. De fondo, la masa ha coreado «¡Bonilla, dimisión!» y «Sanidad pública».
Después de semanas de tensión, Claverol ha anunciado que «la semana que viene» se reunirá con la Junta, pero a consultas de El Correo de Andalucía fuentes de Sanidad y Presidencia trasladan que se han enterado por los medios y desde Amama, a esta hora, tampoco dan fecha de la cita que vendría a romper el bloqueo que marca la relación con la Junta hasta ahora. De momento, y en un cambio radical de tono, Antonio Sanz ha dicho que las asociaciones de mujeres con cáncer de mama merecen «respeto, cariño y apoyo».
«Los cribados son solo la punta del iceberg, la sanidad pública la han destruido y por eso estamos aquí»
El veterano político ha acusado a la asociación de lanzar «infundios» cuando acudió a la Fiscalía para denunciar una supuesta manipulación en las imágenes de las mamografías, que ya investiga el Ministerio Público en Sevilla.
«Para los que están en ese edificio, os voy a decir quiénes somos: desde el 95 estamos aquí. No cobramos, somos voluntarias y desde hace 25 años tenemos convenio con el SAS para visitar en los cuatro hospitales públicos de Sevilla a las pacientes oncológicas y darles todo nuestro apoyo». El teléfono de la asociación no ha parado de sonar desde entonces, asegura Claverol, que se ha definido como «una pensionista, con una pensión ridícula como la de casi todos, paciente oncológica y con un coche de 15 años». No tiene más carnés, vino a decir, frente a los que en las últimas horas han tratado de deslegitimar su labor.
La presidenta de la Asociación Amama, Ángela Claverol (d), durante la concentración frente al Palacio de San Telmo. / Julio Muñoz / EFE
El próximo martes se cumple un mes desde que trascendieron, a través de la Ser, los primeros testimonios de afectadas. Entonces, la Junta de Andalucía rebajó el alcance y, de hecho, la ex consejera, Rocío Hernández, llegó a hablar de «cuatro o cinco casos». También también minusvaloró la capacidad de esta asociación de mujeres para recabar información de las afectadas. Por eso, para Claverol, la última cifra de afectadas que da la Junta de Andalucía, después de la creación de la comisión de seguimiento, tampoco retrata la magnitud del problema: «Lo único que tienen que decir es qué ha pasado y cuántas mujeres hay afectadas porque nosotras creemos que pueden ser 20.000, no 2.000, ni 2.317».
¿Cómo se ha calculado la cifra de 2.317 mujeres afectadas?
Esta cifra no incluye necesariamente a todas las mujeres que podrían haber sido afectadas por retrasos o errores, como considera Amama. La definición usada por la Junta es específica: «mujeres con hallazgo BI-RADS 3 cuyo seguimiento pasó del tiempo previsto» dentro del programa de cribado. Es decir, como apuntas fuentes de la Junta: «Mujeres sanas de entre 47 a 71 años que se han hecho una prueba y no saben que siguen en seguimiento». En este supuesto, la Junta habría localizado el subgrupo que había superado el plazo recomendado para realizar el seguimiento o la segunda prueba según las guías clínicas a fecha octubre de 2025. Según la Junta, a 21 de octubre ya se había realizado la segunda prueba diagnóstica a 1.778 mujeres de esas 2.317, es decir, aproximadamente el 76% del total.
¿Cómo se ha calculado este dato? En los casos en que la imagen mostraba una lesión BI-RADS 3 (probablemente benigna), las guías clínicas indican que debe repetirse una prueba de control entre los 6 y 12 meses para verificar que no haya cambios sospechosos. El retraso se empieza a contar cuando transcurre el tiempo máximo previsto (12 meses) desde esa primera mamografía sin que se haya realizado la segunda.
Es decir: si a una mujer le hicieron la prueba en, por ejemplo, junio de 2023, el seguimiento debía estar hecho como tarde en junio de 2024. Si a octubre de 2025 todavía no lo estaba, se considera que su control se ha retrasado más de lo clínicamente indicado. Fuentes de la Junta dicen «que se han repasado todas las mujeres que estaban en esta situación».
Pero, ¿qué hay de todas esas mujeres que ya acumulaban retrasos en los seguimientos de sus lesiones al margen del programa de cribado de cáncer de mama y que también están saliendo estos días a la luz? Es ahí donde Amama también pone el foco.
Del fracaso absoluto del PP-A a los 30.000 de los organizadores
La guerra de cifras ha estado sobre la mesa desde el principio, también en esta jornada de protesta en la que el perfil de asistente ha sido transversal en todos los sentidos. No era la típica manifestación. Lo de Sevilla este domingo ha sido otra cosa. Mucho matrimonio de mediana edad, muchas mujeres que ya cumplieron los 50 años, familias enteras, grupos de jóvenes y políticos de los grupos de izquierda en segundo plano, algo más de protagonismo por parte de los sindicatos pero a pie de calle, no sobre el escenario.
Los organizadores han cifrado la convocatoria en 30.000 personas, la Subdelegación del Gobierno en 8.500, con datos de la Policía Nacional, la Policía Local ha dado el dato de 4.500, Europa Press ha llegado a dar un titular hablando de «cientos de personas» y Toni Martín, portavoz parlamentario del PP, ha calificado como «fracaso absoluto de los partidos de izquierda y de los sindicatos» la concentración convocada por Amama Sevilla.
Martín considera que en la concentración «para atacar a Juanma Moreno se «han pagado con dinero público autobuses para que se asistiera» a la misma, y ha cifrado el número de asistentes de «diez veces menos que los que iban a las manifestaciones contra la sanidad» en los tiempos en los que gobernaba el PSOE en Andalucía.
Lo que no hay dudas es que ésta es la crisis política más grave que vive Moreno desde su llegada a San Telmo. Lo ha podido ver desde la ventana.












