A una le cae bien Juan del Val porque le parece inteligente, desacomplejado, independiente, valiente, atractivo –que todo cuenta–, divertido, rápido en la réplica sin ser agresivo y porque le importa un higo lo que digan o piensen de él. Este escritor u opinador o lo que sea ni siquiera acabó BUP, y eso encantará a Yolanda Díaz, que si piensa que a los políticos se les exigen currículos imponentes con carreras universitarias y que para ser un buen diputado no hace falta para nada pasar por la universidad, igual o más –o menos– a los escritores. Como siempre se le dio bien escribir, este año ha ganado el Premio Planeta y ha cosechado más críticas, cargadas de odio indisimulado, que felicitaciones. Y todo antes de que el libro se publique.
Una cree que los premios literarios deberían ser justos y su objetivo debería ser promocionar la buena literatura y, por ende, el gusto por la lectura, estimular a los creadores y favorecer la educación integral no solo literaria, por tanto deberían mimar la calidad de lo escrito y leído, porque una puede que esté anticuada o peque de sabionda o tenga un concepto elitista de las letras, que es de lo que más le gusta en el mundo y por lo que más respeto siente. Así que le molesta muchísimo que se enfangue y prostituya y que con la excusa de lo popular se premien supercherías, folletines o directamente bodrios mal escritos, que algunos hay y no los nombraré en la historia de todos los premios que en el mundo han sido, incluido el Nobel.
Escrito esto, como todavía no ha leído la novela premiada, no se atreve a opinar sobre la justicia del galardón. Mas sí le parece más que incorrecto que la empresa que otorga el premio lo conceda a un asalariado. Le da igual que el premio lo paguen ellos mismos a sí mismos y que los impuestos luego reviertan en el bien común. Por otro lado, solo si la novela es la mejor de las presentadas se lo merece, y si no, no. Así de sencillo. De este autor solo ha leído «Boca besada», que le pareció bastante menor aunque entretenida. Esta puede que sea mejor. Y cuando la lea, opinará.
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