¿Has visto alguna vez un balcón al que no se puede acceder desde el edificio, un camino que conduce a una valla, una escalera que no lleva a ningún sitio, una puerta inaccesible en una pared o algo que brota en la acera? Pues estás viendo un Thomasson. Y el nombre no viene del creador de todos esos elementos arquitectónicos absurdos sino de un jugador de beisbol que cosechó casi el récord de ‘strikeouts’ de la liga japonesa a la que llegó como la estrella que era y se fue como la mayor decepción en años.
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Los japoneses, grandes aficionados a este deporte no daban crédito a lo que veían. Entre ellos, un artista conceptual, profesor de la escuela de arte Biggako y gran amante del beisbol: Katsuhiko Akasegawa alias Genpei Akasegawa.
El hiperarte
Akasegawa y sus estudiantes se habían fijado en curiosas anomalías en edificios y aceras de las calles de Tokio. A medida que avanzaba el desarrollo urbano, algunos elementos antiguos se habían mantenido, obsoletos, por la ciudad moderna. Despojados de su función original, los lugareños a menudo los mantenían limpios y ordenados, aunque no sirvieran para nada. Eran, en palabras de Genpei, “inútiles, pero aun se mantenían en el paisaje urbano”. Akasegawa lo llamó ‘Hiperarte’.

Thomasson de una barandilla inclinada en una calle plana

La escalera que captó la atención de Genpei e inició su búsqueda de Thomassons

Balcones a los que no se puede acceder por el edificio
Entonces apareció en escena Gary Thomasson, un jugador de beisbol que, tras una pasar una década por los mejores equipos de las Grandes Ligas de Estados Unidos como San Francisco Giants, Oakland Athletics, New York Yankees (ganando las World Series de 1978) y Los Angeles Dodgers, en diciembre de 1980 fue vendido a los Yomiuri Giants cobrando la cifra más alta de salario por un extranjero (1,2 millones de dólares). Tal expectación no estuvo a la altura y su primera temporada fue una auténtica decepción. En su segundo curso no mejoró ya que una lesión de rodilla le dejó fuera casi todos los partidos.
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Los Thomassons
En una discusión entre Akasegawa y sus estudiantes durante su clase sobre “Modernología”, coincidieron en que la posición inútil de Thomasson en el equipo era una analogía adecuada para “un objeto, parte de un edificio, que se mantenía en buen estado, pero sin ningún propósito, hasta el punto de convertirse en una obra de arte”.

Un túnel sobre una vía de tren que no sirve para pasar de un lado a otro

Una puerta a la que no se puede acceder y que puede asegurar un buen tortazo si se utiliza para salir

Otra puerta en un edificio que no se puede utilizar
Allí surgió un movimiento que empezó a ganar adeptos. En 1982, Akasegawa había conseguido una columna en la legendaria revista de fotografía Shashin Jidai. Su tono desenfadado y divagador causó sensación entre la juventud japonesa, y pronto Genpei y sus estudiantes no fueron los únicos que buscaban Thomassons, pues invitaban a los lectores a enviar los suyos.
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¿Su recompensa? El premio inútil y adecuado: un billete de cero yenes. Genpei murió en 2014 después de una prolífica vida artística con ensayos, ilustraciones, publicación de revistas, fotografías, instalaciones y performances rompedoras. Gary Thomasson vive en San Diego, y probablemente habría caído en el olvido si no fuera porque ha dado nombre a un arte urbano que se ha extendido por el mundo.









