Unos sujetos, mitad basiliscos, mitad posesos, han embadurnado de pintura roja un cuadro donde aparece Cristóbal Colón, personaje a quien consideran poco progresista, no empoderado e insensible ante la plurinacionalidad pluriétnica y multicolor. En definitiva, que Colón era de derechas o, incluso, de la extrema derecha, y por eso merece la ducha recibida.
Lo bueno es que quienes tal acción han perpetrado se cobijan bajo la denominación de Futuro Vegetal. Sus convicciones son firmes: según sostienen, hasta que no se afronte la crisis climática impedirán a los viajeros el acceso a aeropuertos –porque los aviones contaminan– y bloquearán carreteras –porque los coches son ingenios demoníacos que echan sulfuro por la parte trasera–.
Me atrevo a sugerirles, desde mi insensible ignorancia, que añadan al hallazgo de Futuro Vegetal la mención «Presente mineral» por cuanto todo parece indicar que sus ideas y proyectos son duros como el granito y derivan de un pensamiento rocoso, fruto de un proceso geológico de sólidas raíces que augura horizontes feroces.
Tienen, es cierto, mucho trabajo a desarrollar en los grandes museos del mundo porque en ellos se van a encontrar lienzos que inmortalizan personajes abominables como el emperador Carlos I, el papa Julio II, Jovellanos, Júpiter, el bruto de Saturno devorando a sus hijos, y no digamos empalagosos cortesanos como el conde de Aranda o explotadores de la clase obrera como el marqués de Salamanca.
De manera que tajo tienen los del Futuro Vegetal. Muchos sobresaltos nos van a deparar, pero también momentos de gloria pues con su determinación nos ahorrarán la desdicha de tener que contemplar a sujetos cuyas acciones a su paso por la tierra o por el mundo de los mitos dañan la sensibilidad de cualquier paisano honrado.
¿Qué futuro les espera a Sorolla, a Manet y a Monet, a Berthe Morisot y a tantos otros que embaucaron a las masas pintando paisajitos cursis y nenúfares amanerados?
Tan encomiable es la presencia en la vida pública de Futuro Vegetal que, si yo no fuera un vejestorio, me animaría a fundar otro colectivo parecido, este bajo el nombre de «Futuro republicano».
Brindo la idea a los jóvenes y les proporciono pistas para que vayan al grano, sin pérdida de tiempo.
Para mí, el primer cuadro a averiar con el bote de pintura e incluso con la navaja desgarradora es el que representa a la familia de Carlos IV, llevada al lienzo por un botarate llamado Francisco de Goya. Con ese cuadro habría que emplear la saña porque ¿hay en la historia personajes más detestables que los allí reproducidos? Carlos IV, un pobre hombre, cornudo complaciente, su mujer, fea y adúltera, su hijo el heredero a quien bien se le llama en la Historia «el Felón», y así sucesivamente.
La acción destructora contra este cuadro, que está en el museo del Prado, sería el campanazo de salida de los proyectos de «Futuro republicano».
Inmediatamente después, arruinado todo vestigio del pincel del sordo aragonés, entraría a saco con los Reyes Católicos. Atentando contra ellos, «Futuro republicano» enlazaría su actuación benemérita con Futuro Vegetal porque no olvidemos que esos Reyes fueron quienes animaron y financiaron la acción depredadora de Colón en América, a quien ya le hemos dado su merecido, como sabemos.
A partir de ahí, todo sería coser y cantar para esquivar la contaminación producida por esa pandilla de pelotas que fueron Velázquez, el citado Goya, Rubens, Tiziano … y cuantos vivieron del favor real, ese depósito de pestilencias.
Futuro Vegetal, «Futuro republicano» … los ingredientes de un «Presente idiota».
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