España pasó por encima de Suecia, la tercera del mundo, en La Rosaleda. Mandó, se gustó, goleó y dejó prácticamente sentenciadas las semifinales de la Nations League (4-0). Antes de estrenarse, Sonia Bermúdez había avisado: quería un equipo dominador, con hambre, que marcase muchos goles y no concediese. Dicho y hecho. Bajo el lema “El fútbol como arte”, la Roja ofreció una primera parte de museo. Alexia Putellas firmó un doblete, Pina completó la obra con dos tantos más y Málaga disfrutó del juego que enamora al mundo.
La nueva seleccionadora, en su debut, no se complicó. Eligió un once reconocible y coherente, con Mapi León titular tres años después de su última convocatoria, junto a Irene Paredes. Sin Patri en el medio, Laia Aleixandri cumplió de pivote con una lectura impecable, apagando a Asllani. Arriba, apostó por Salma en punta y por una Vicky López atrevida en la derecha, mientras Mariona daba equilibrio desde la izquierda. En el banquillo esperaba Pina, que volvió a ser decisiva.
Pocas veces un duelo ante Suecia es uno más. Es un rival con carga emocional, con historia. Aquel primer partido tras el Mundial, con la pancarta de “Se acabó” y el lema “Our fight is a global fight”, fue el principio de otra era. España ganó aquel día sin apenas entrenar, y desde entonces no ha dejado de crecer. La vida quiso que, meses después, Fridolina Rolfö le entregara el Balón de Oro a Aitana Bonmatí en un reencuentro especial.
Intenso y algo brusco, el estreno del sueco Tony Gustavsson en el banquillo nórdico comenzó con una presión alta y faltas duras. España tardó poco en liberarse. Una entrada sobre Mariona le costó la amarilla a Angeldal y el balón parado a Alexia Putellas. La capitana acarició la pelota y la coló en la escuadra con la precisión de siempre. Su golpeo tiene algo de ritual: cuando la rosca sale, no hay portera que llegue.
Imapacto Pina
Mantuvo el tipo Suecia, sin descomponerse, consciente de que esto va de 180 minutos. Aun así, la Roja olió sangre. Salma tuvo el segundo en una acción que terminó en susto: Ilestedt la derribó en el área, el VAR corrigió la pena máxima por fuera de juego previo y la zaragozana acabó marchándose entre lágrimas, tocada en la rodilla. El silencio fue unánime. Pero del banquillo salió Pina y con ella, la revolución. En cinco minutos marcó el segundo tras una pared con Ona Batlle. Tres después, estrelló un balón en el larguero que cazó Alexia para el tercero. Fútbol en ebullición, pura inspiración.
Pina marcó un doblete contra Suecia en la ida de las semifinales de la Nations League / RFEF
Por momentos, España jugó a otra cosa. Tocó, arrastró, desbordó. Y sobre todo, golpeó con eficacia: tres goles en cinco disparos a puerta. Las pérdidas puntuales en la salida fueron el único lunar en un ejercicio coral. Suecia, que pareció un rival menor por el gran nivel de la Roja, apenas inquietó a Cata Coll, segura en la más clara de Kaneryd. Era un baño de confianza, un mensaje al resto del continente: la campeona del mundo sigue con hambre.
Incluso con el partido encarrilado, Bermúdez pidió mantener el pulso. En la segunda mitad dio entrada a Eva Navarro —regreso feliz—, Alba Redondo, Lucía Corrales y Jenni Hermoso, emocionada y ovacionada por todo el estadio. España bajó una marcha, pero no la intención. Paredes sostuvo atrás, Aitana y Pina siguieron combinando entre líneas, y la sensación era la de un equipo que se divierte mientras compite. Y el broche final lo puso precisamente Pina: recibió de Eva Navarro un pase filtrado al área, controló con clase y definió con la derecha, imparable para Falk. El 4-0 fue la firma definitiva de una noche perfecta. La Roja, que demostró por qué sigue siendo la número uno, viajará a Göteborg con pie y medio en la final y la certeza de que el arte, cuando se juega así, también se llama fútbol











