David Fernández, que acaba de participar en su cuarto Mundial de atletismo paralímpico, le debe mucho al deporte. El tinetense, de 38 años, perdió una pierna en un accidente y comenzar a entrenarse y hacer ejercicio le valió para darse cuenta de que a pesar de lo que le había sucedido podía hacer casi cualquier cosa que se propusiera. Que no necesitaba a nadie al lado ayudándole a desplazarse.
La parte menos buena del deporte
Hace ya mucho años de eso y en ese periodo el deporte también le ha supuesto algún que otro desgarro. Físico y mental. Quedarse fuera de los pasados Juegos Paralímpicos fue un palo duro. Estuvo cerca de dejarlo todo. Este último Mundial, en India, donde acabó 12º. en lanzamiento de peso y 14º. en disco le ha servido para recargar pilas. A David le queda todavía mucha guerra que dar.
«Este Mundial no me lo esperaba, tuve una lesión, me operaron y el objetivo de la temporada era intentar llegar al campeonato de España medianamente en condiciones para competir, pero la rehabilitación fue muy bien y pudimos intentar la mínima, nos clasificamos para el Mundial y, aunque no estaba a los niveles de hace unos años, me vi con posibilidades de meterme en las dos finales«, explica el atleta paralímpico.
Un resultado reconfortante
Fue muy reconfortante su rendimiento en peso: «Quizás la prueba de disco es la que mejor llevaba preparada, porque es la que más me permitió entrenar y la competición no fue tan buena, no me salió bien; en cambio, en peso, que iba semana a semana mejorando, técnicamente quizás hice una de las mejores competiciones de mi vida. Hice tres lanzamientos. En uno pasé de 12 metros y después de operarme en noviembre para volver a pasar de 12 metros tienes que hacerlo todo bien porque la fuerza está muy justa». El resumen es, por lo tanto, para estar «muy contento»: «Después de operarme, de quedarme fuera de los Juegos y de todo eso volver a lanzar 12 metros en un Mundial y quedarme muy cerca de la final fue muy importante para mí«, añade el de Tineo.
Su cuarto Mundial
David estuvo en los Mundiales de Londres 2017, Dubía 2019, París 2023 y ahora en Nueva Delhi, que ha sido «el más inesperado»: «Pasé por quirófano, bajé mucho de peso, la cabeza también empezó a dar vueltas; es algo que no entraba en mi mente y de los cuatro fue el que más disfruté; por eso, por el premio de volver a verme ahí en el Mundial, de estar entre los mejores otra vez y volver a generar esa ilusión para este ciclo paralímpico volver a intentarlo«.
Y es que esos Juegos de París en los que no pudo estar le dejaron tocado: «Tenía la capacidad para intentar meterme en los Juegos, pero tenía muchos molestias en el hombro y no sabía que tenía un tendón roto; todas esas cosas las piensas después, tenía la capacidad para intentar clasificarme, la experiencia, llevaba muchos años, y al final te quedas muy cerca otra vez más y la cabeza ahí sí que hizo un poco de clic, me saturé y me tomé ahí tres o cuatro meses de parón, luego cuando vuelves a empezar, la lesión, operarte; es verdad que tengo la facilidad para recuperar bastante bien de las lesiones y todo fue muy rápido, y empecé a encontrarme bien, a lanzar, y en la primera semana de junio me convocó la Federación Española para un meeting de París».
Una recuperación muy rápida
Todo fue muy rápido: «Fueron tres meses de locura y de repente te ves en la lista final de un Mundial, de mi cuarto Mundial, de uno más, te quedas fuera de los Juegos pero dices son cuatro mundiales, muchos años en la élite, y te cura un poco la herida, te sana esa pequeña cicatriz».
David Fernández, que llega al gimnasio del Palacio de los Deportes con su hija, que le acompaña muchas veces a entrenarse, ha ido cambiando su rutina de entrenamientos: «El año pasado cuando pasó eso dejé la residencia que tenía en León, donde tuve una habitación los últimos siete años, pero al quedarme fuera de los Juegos peté, lo dejé todo y cambié el chip, bajé de peso, luego vino la operación y este año lo enfoqué de otra manera, vivo en Tineo, vengo a entrenar al Palacio los entrenamientos de fuerza y los de técnica voy a León, solo voy a León a lanzar con Manolo (Martínez, el mejor lanzador español de la historia, ahora entrenador), dependiendo de la época una o dos veces a la semana, y el resto lanzo aquí, en Asturias«.
Un Mundial para «limpiar la cabeza»
Tras este Mundial que le ha servido para «limpiar la cabeza» se va a seguir tomando las cosas con cierta calma: «Ahora toca recuperar el hombro, que las últimas semanas de preparación del Mundial fueron muy intensas y aunque todo va perfecto hace relativamente poco que me operé y tengo que readaptarlo otra vez, fortalecerlo, curarlo, que vuelva a estar en su sitio y que dentro de tres o cuatro meses cuando empiece a preparar la temporada o el año que viene me permita apurar y me permita meter caña». El primer objetivo, «el Europeo».
Sin la obsesión de los Juegos
David quiere quitarse la obsesión de los Juegos: «Estoy en un momento que ya llevo muchos años, ahora lo que me gusta es ir preparando año a año, ahora descansar, recuperar el cuerpo, afinar y tenerlo bien para en enero o por ahí empezar a pensar en la temporada que viene, estar a tope, estar con ganas para poder preparar eso, un Europeo y cuando el año que viene acabe el Europeo, pues paramos, preparamos el cuerpo y vemos el siguiente Mundial. Vamos a ir paso a paso porque al principio siempre eran planificaciones a largo plazo y ahora ya tengo unos cuantos años y el cuerpo ya hay que cuidarlo mucho; hace dos temporadas me operé los codos, el año pasado el hombro».
Ha llevado el cuerpo «al límite»
Y es que el deporte de élite lleva «el cuerpo al límite»: «Son muchos años en esto, primero hay que cuidar el cuerpo para cuando llegue el momento de la verdad, de la competición, que en esos cinco o seis meses podamos meter caña al cuerpo para poder estar peleando con los mejores. Tengo ilusión del Europeo, ahora mismo estoy quinto del ranking en lanzamiento de peso y tercero en el disco entre los europeos; estoy contento y con ilusión».
Una historia que comenzó con 25 años
Su historia con el deporte comenzó cuando tenía 25 años: «Tuve un accidente y empecé con el deporte ese mismo año, pero en el alto nivel con unos 28 años. Con Lodario (Ramón, entrenador del Club San Mateo de halterofilia), entrenando mañana y tarde doblando sesiones, luego en 2018 me fui a León y empecé a lanzar allí; en Asturias tuve dos o tres años con un entrenador aquí de Asturias en San Lázaro, que gracias a él hice el récord de España y me salió la oportunidad de entrenar en León y luego llevo desde 2018 en León peleando, y el cuerpo ya lleva muchos años de alta intensidad y se empieza a resentir».
También tiene que controlarse con su hija, que se empieza a asomar al mundo del deporte: «Me gustaría que mis hijas, la pequeñita todavía no, pero la grande sí, que vaya viendo esas cosas, que se entrene, se esfuerce, compita, pierda, gane, todo eso, a lo mejor cuando pasen tres años no quieren saber nada de deporte, normal, porque tampoco es bueno, el deporte es como todo es agradecido hasta cierto punto». Pero sí que al menos se quede con «unos valores que son importantes en la vida».
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