Estados Unidos ha lanzado entre el 2 de septiembre y el 22 de octubre de 2025 un total de nueve ataques contra embarcaciones que son sospechosas de narcotráfico. Perdieron la vida 37 personas. Lo que comenzó como una serie de hundimientos en el Caribe sur venezolano se ha trasladado al Pacífico colombiano. Esas acciones no hicieron más que acelerar el deterioro de las relaciones entre Washington y Bogotá. El rechazo visceral de Donald Trump hacia Gustavo Petro no es ajeno a la tensión de los últimos días.
Está visto que Trump y Petro no se quieren ni respetan. Esa antipatía se ha convertido en un asunto político. Los roces se hicieron primero visibles con la política de deportaciones del magnate republicano. Esos choques fueron apenas el comienzo de una escalada que ya tiene varios hitos. El Departamento de Estado le retiró el visado después que cuestionara el papel de EEUU en Gaza en las propias calles de Nueva York. A la vez, se rebajó la calificación de Colombia en su combate contra el tráfico de drogas. Las incursiones aéreas suponen ahora un punto más inquietante del conflicto. Y eso se ha comprobado de inmediato. Petro ha hablado de «asesinatos» y de violaciones del derecho internacional. Trump ha calificado a su homólogo de «matón» y «mal tipo», un presidente «impopular» y, a la vez, un «líder narcotraficante». Petro ha asegurado que se defenderá de las «calumnias» en los tribunales de EEUU y con «abogados norteamericanos». Las palabras, cada vez más subidas de tono, se presentan a muchos analistas como el árbol que no deja ver el bosque de las verdaderas controversias.
Para Petro, los términos de la violencia verbal y las amenazas de sanciones no son ajenos a la figura del senador republicano de origen colombiano Bernardo Moreno. «Trump es víctima vulnerable de un señor como Moreno, tratando de echarnos el agua sucia de todo». El bogotano que emigró a Estados Unidos cuando era niño «está desesperado» porque Washington «choque con este Gobierno». Petro sostiene que Moreno está a la vez vinculado con el paramilitarismo de extrema derecha. Pero ha sido el secretario de Estado, Marco Rubio, el que ha aportado los indicios de lo que va más allá de la trifulca virtual. «Creo que las autoridades colombianas, en cuanto a su Ejército y su policía, siguen siendo muy proestadounidenses», dijo Rubio. El único problema en ese país «es el lunático, el tipo está loco, y todos lo saben». Según el responsable de la diplomacia norteamericana «es una lástima que el pueblo colombiano tenga que soportar a este tipo hasta mayo del próximo año», cuando se realicen las presidenciales. EEUU está más que interesado en el retorno de la derecha al Palacio Nariño y las muestras de repulsión apuntan, más allá de un asunto ideológico, a erosionar las posibilidades de la izquierda post-Petro en las elecciones.
A estas alturas, Trump quiere ver, al menos públicamente, a Petro y Nicolás Maduro como una moneda de dos caras. La realidad presenta matices que a la Casa Blanca no parecen importarle. Si bien el presidente colombiano ha criticado los hundimientos de las embarcaciones desde el primer momento y ha denunciado los peligros de una agresión militar al país vecino, las relaciones con Maduro están lejos de ser promisorias. Petro, al igual que el brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, no ha reconocido el supuesto triunfo de la elección del bolivariano, en julio de 2024. Otros temas son motivos de discrepancia, como la situación de colombianos encarcelados en Venezuela y la tolerancia del Palacio de Miraflores para con los remanentes de las guerrillas que operan en la frontera común. Más allá de esa ausencia de consenso, Petro está convencido de que una eventual agresión a Venezuela tendría consecuencias nefastas para la región.
Trump anunció su decisión de suspender subsidios a Colombia y una posible imposición de nuevos aranceles a las exportaciones. Una medida de esa naturaleza enciende las alarmas de los empresarios. Podría afectar al café, que tiene una fuerte presencia en el mercado norteamericano. Solo las exportaciones de ese producto ascendieron a los 1.160 millones de dólares en el primer semestre de este año, lo que significó un aumento de 79% frente al mismo periodo de 2024. Las flores y capullos frescos cortados sumaron 745 millones de dólares, mientras que las rosas frescas aportaron otros 220 millones de la misma moneda. El intercambio comercial entre EEUU y Colombia fue en 2024 de 36.700 millones de dólares. Washington ha visto con muy malos ojos los intentos de Petro de diversificar el comercio hacia el BRICS y profundizar los lazos con China. El comercio entre China y Colombia alcanzó cerca de 21.000 millones de dólares el mismo año. Esa aproximación no es un tema menor en medio de la crisis Petro-Trump.
Daniel García-Peña Jaramillo, embajador de Colombia en Estados Unidos, sostiene que, pese a la dureza del discurso, Petro busca establecer un diálogo constructivo con Estados Unidos. El ministro cree que no es irreversible el escenario de una mayor confrontación. Su razonamiento se apoya de que, más allá de los anuncios de Trump, las sanciones económicas no se han materializado por el momento. «La falta de noticias, es buena noticia». A su criterio, el hecho de que no ha habido mayor desarrollo de esas medidas «es de por sí es un elemento alentador». El canciller admite que todo análisis de coyuntura es muy provisorio. Lo malo puede ocurrir. «Sabemos que el presidente Trump es impredecible y sería irresponsable a mi parte garantizar que eso no vaya a suceder». Más allá de las chispas que se sacan los dos presidentes en las redes sociales, Colombia tiene canales abiertos y «una muy buena relación» con el encargado de negocios, John McNamara. De hecho, Petro lo recibió hace dos días.
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