El 26 de julio de 2012 es una fecha que ha pasado a la historia contemporánea de la economía. Los mercados financieros europeos estaban sometidos a una extrema tensión, la prima de riesgo española se disparaba por encima de los 600 puntos básicos y cundió el pánico ante un posible colapso del euro. Y entonces fue cuando el italiano Mario Draghi, a la sazón presidente del Banco Central Europeo (BCE), dijo las palabras mágicas: «Dentro de nuestro mandato, el BCE está dispuesto a hacer todo lo que sea necesario para preservar el euro. Y créanme, será suficiente». Fue casi como un conjuro: aquella veintena de palabras insuflaron la calma en el sistema nervioso de la economía europea. La moneda única sobrevivió.
Pero no todos lo creyeron así en un primer momento. Empezando por la propia familia de Draghi. «Mi hijo me llamó aquel día creyendo que me había vuelto loco», ha confesado este miércoles en Oviedo el propio economista italiano en una conferencia ofrecida en la Facultad de Economía de la Universidad de Oviedo. El premio «Princesa de Asturias» a la Cooperación Internacional, de 78 años, ha compartido sus vivencias al frente del BCE en el Aula Magna de la Facultad, abarrotada de alumnos, profesores y economistas. El título de la charla, cómo no, hacía referencia expresa a aquellas salvíficas palabras: «Whatever it takes» (lo que sea necesario).
LA NUEVA ESPAÑA ha reconstruido los principales mensajes de la conferencia de Draghi a partir de testimonios de asistentes, ya que el equipo del expresidente del BCE y expresidente de Italia ha impedido el acceso de periodistas. Durante 45 minutos, el economista ha relatado a los jóvenes alumnos asturianos su experiencia personal en aquellos turbulentos momentos de hace una década, cuando Grecia entró en bancarrota y los gobiernos europeos (entre ellos el español) tenían pesadillas con los «hombres de negro» de la «troika» (Comisión Europea, BCE y FMI), enviados a arreglar sin contemplaciones las cuentas públicas.
Draghi, actualmente asesor de la Comisión Europea (suyo es el famoso y reciente informe sobre competitividad que, entre otros asuntos, ha advertido sobre los riesgos de la siderurgia, vital en Asturias), también habló a los asistentes a la Facultad de Economía sobre los retos de la economía y la política de la Unión Europea. El italiano expuso sin tapujos lo que considera la principal debilidad: la «excesiva burocracia» y las «dificultades de coordinación» de los 27 Estados de la Unión Europea en comparación con potencias competidoras con mando único, como Rusia o Estados Unidos. Draghi remarcó que Bruselas se limita a fijar una normativa de mínimos que después cada uno de los 27 países desarrolla a su conveniencia.
Según argumentó Draghi, una de las víctimas de ese entramado administrativo es la innovación. «Hizo una comparación entre la legislación europea, que previene ‘ex ante’ los posibles problemas de competencia, y la estadounidense, donde primero se deja hacer a las empresas y después los ciudadanos y las leyes consideran si la operación perjudica o no al mercado», señaló uno de los asistentes a la conferencia.
El italiano también se refirió a un asunto clave en la autonomía estratégica europea: la apuesta por la industria militar. «Mencionó la evolución de Alemania, que pasó de ser fuertemente antimilitarista después del trauma de la Segunda Guerra Mundial a acabar modificando la Constitución para aumentar el gasto en armamento», citó otro miembro del público.
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