“¿Cómo explicar que las dos historias (la de España y la de México) están tan entrelazadas? Las imbricaciones son enormes. Están tan entrelazadas que es imposible narrar una sin explicar la otra”. Antonio Saborit, director del Museo Nacional de Antropología de México, respondía así, hablando de la huella española en general, a la pregunta que el habían hecho sobre el rastro concreto que hoy en día pervivía en su país de la gran ola migratoria que los asturianos protagonizaron en el siglo XIX. Quien preguntaba era Juaco López, director del Muséu del Pueblu d’Asturies, en el diálogo que ambos mantuvieron esta tarde en las instalaciones del museo antropológico ubicado en Gijón. Fue una charla en la que, al hablar del tratamiento museológico que los pueblos indígenas en su institución, Saborit apuntó que una de las grandes “paradojas mexicanas” de mediados del siglo XIX fue que “los liberales mexicanos fueron más agresivos con los indígenas de lo que fue la corona española”.
El encuentro en Gijón formó parte de la programación de los premios Princesa de Asturias, que en esta edición han concedido el galardón de la Concordia al museo mexicano. La charla entre los directores de ambas instituciones llevaba por título ‘México-Asturias: un viaje de ida y vuelta’ y a ella asistieron como invitados colaboradores del museo gijonés, historiadores, antropólogos y arqueólogos, entre otros expertos. Esto marcó el tono y contenido de la charla, muy orientada a especialistas, en la que Saborit fue desgranando el proceso de constitución del museo de encabeza y algunas particularidades de su desarrollo museístico.
La cita astur mexicana se abrió con la inauguración de la exposición ‘Cruces y Campa. Retratos fotográficos de tipos mexicanos 1868-1877’, que el Muséu del Pueblu ha concebido como un homenaje al catedrático de Geografía Francisco Quirós, ya fallecido. Esta colección consta de 48 imágenes, adquiroda por Quirós y donada por él mismo posteriormente al Muséu, según detalló Juaco López en la inauguración de la muestra. Los personajes que aparecen en las imágenes fueron identificados con la ayuda de Juan Luis López y García, cabraliego emigrante a México, veraneante en Gijón y secretario del Centro Asturiano de México. En ese proceso de identificación también participaron su hija y su yerno. Antonio Saborit fue recibido a su llegada al Muséu por Juaco López y también por la concejala de Cultura del Ayuntamiento de Gijón, Montserrat López Moro. La colección de tipos mexicanos, uno de los grandes hitos de la fotografía mexicana de su época, tenía por objeto “mostrar el elenco humano con el que contaba la joven república para constituir una nueva sociedad”, explicó Saborit.
Juaco López mostró la instalaciones del Muséu a Saborti y, ya en la charla, tenía algunas sorpresas reservadas para el invitado. Una de ellas tenía que ver con el último libro de Saborit, que lleva por título ‘El virrey y el capellán. Revilla Gigedo, Alzate y el censo de 1790’. López detalló las vinculaciones con Gijón del título del condado de Revilllagigedo y le mostró a Saborit documentos originales del personaje que el historiador mexicano aborda en su estudio. Del mismo modo, hiló que el otro personaje aludido por Saborit en su trabajo (Antonio Alzate, el capellán) había sido “hijo intelectual” de Feijoo, cuyo pensamiento irradiaba al mundo desde su celda en Oviedo.
Había alguna sorpresa más. También, junto a ellos en el escenario, estaba una silla de montar. Era una de las piezas del Muséo que fueron propiedad de un emigrante asturiano. Tiene la singularidad de que perteneció a Constantino Rojo Borbolla, que se estableció en Torreón, México, localidad natal de Saborit.
En la charla, Saborit y López fueron ahondando en el proceso de formación y desarrollo del Museo Nacional de Antropología de México, que va camino de los 4 millones de visitantes. Saborit desgranó su concepción de un museo, una institución que, a su juicio, tiene “tratar de colmar todas las preguntas de nuestros visitantes”, sean niños o expertos.
Suscríbete para seguir leyendo