La Basília de Sant’Andrea della Valle, hoy regentada por la orden de los Teatinos, está situada en la intersección entre el Corso Vittorio Emanuele y el Corso Rinascimento. En una de sus capillas está el pintor Mario Cavaradossi trabajando en un lienzo que representa a Maria Magdalena. Estamos en 1800, en plenas crisis políticas provocadas por las guerras napoleónicas.
En este espacio singular se enmarca el primer acto de Tosca que Puccini estrenó en 1900, justo un siglo después del año en el que se desarrolla esta historia de amor, drama e intriga.
Naturalmente, un espacio sagrado para un compositor de finales del XIX es algo más que un lugar a secas, así que en algún momento es lógico que saque a relucir las posibilidades sonoras que la orquesta y el coro le ofrecen, que en el caso que nos ocupa se materializan en una gran escena en la que la multitud entona el Te Deum.
La que hoy es la sede de la embajada francesa en Roma, el Palazzo Farnese, es el marco en el que el vengativo Scarpia, jefe de una policía política que persigue y tortura a los desertores, tiene su despacho (una especie de mazmorra como las de la Via Layetana barcelonesa en la etapa franquista). Aquí, Puccini desarrolla el segundo acto, una hora terrible, llena de dolor, venganza y muerte, que termina con unos compases instrumentales que están entre los mejores de la historia de la ópera.
Castel Sant’Angelo, en la torre de ese famoso y gigantesco edificio, mientras las estrellas lucen (E lucevan le stelle canta Cavaradossi), la historia se cierra de manera imprevista para la otra estrella, Florian Tosca, ya que incluso después de muerto, Scarpia, el terrible noble que pretendía comprar su amor, realiza la terrible venganza. Final del tercer acto y de la historia musical.
Basílica, despacho con mazmorra, terraza del castillo. Tres espacios reales en los que en cuestión de horas se llega del amor a la muerte. Paseo por el amor y la muerte, tituló John Huston una de sus películas ambientada en la Edad media. Un título que bien podría servir para ilustrar esa obra teatral del dramaturgo Victorien Sardou y que Puccini convirtió en una obra maestra después de haber presenciado una representación protagonizada por la mítica Sarah Bernhardt.
En 1992, la Radio y Televisión italianas (RAI), transmitió en directo y en el tiempo real en el que se desarrolla la acción, una representación de esta ópera, con Catherine Malfitano, Plácido Domingo y Ruggero Raimondi como protagonistas y Zubin Mehta dirigiendo musicalmente la propuesta. La película fue galardonada con tres premios Emmy y con un BAFTA.