El psicólogo Karl Fagerström (Suecia, 1946) es experto en adicción a la nicotina. Ha publicado más de 160 artículos sobre tabaco. En 1999, la OMS lo reconoció con el Premio del Día Mundial sin Tabaco por su aportación científica al conocimiento de la dependencia de la nicotina y, en particular, por haber desarrollado el ‘Test de Fagerström’, que se convirtió en una herramienta global para medir el grado de adicción al tabaco. Actualmente, Fagerström defiende los productos alternativos a la nicotina, planteamientos que la OMS no apoya.
¿Qué le llevó a especializarse en la adicción a la nicotina?
Yo trabajaba con drogodependientes que intentaban dejar la droga en los años 70. Eran adictos a opiáceos, anfetaminas, a la cocaína… Y muchos me decían: ‘También me gustaría dejar de fumar, pero me cuesta tanto como dejar las otras drogas’. No podía creerlo. Así que empecé a investigar el tema con más detalle, lo que me llevó a fundar una clínica para dejar de fumar en 1975.
Su trabajo actual está más centrado en la reducción de daños que en el dejar de fumar.
Sí. No es fácil dejar de fumar. Incluso con el mejor tratamiento, solo un 20% de las personas dejan de fumar al cabo de un año. Y si lo intentan por su cuenta, menos del 5%. No podemos esperar que todo el mundo lo consiga. Junto a otros investigadores descubrí que en realidad la nicotina no es el problema. En mi país, Suecia, muchos fumadores se pasaron al snus, un producto que se coloca bajo el labio superior.
«No es fácil dejar de fumar. Incluso con el mejor tratamiento, solo un 20% de las personas dejan de fumar al cabo de un año. No podemos esperar que todo el mundo lo consiga»
¿Causa enfermedades?
Vimos que no causaba cáncer ni enfermedades respiratorias. Por eso empecé primero con productos farmacéuticos —chicles, pastillas o espráis de nicotina—, a promover que, si alguien no puede dejar el tabaquismo por completo, al menos deje de fumar usando nicotina por otras vías más seguras. Esa ha sido mi línea de trabajo durante unos 20 años. Creo que estos productos menos nocivos son necesarios porque pueden mejorar la salud pública: es más fácil cambiar a algo que contenga nicotina que dejarlo todo de golpe.
Defiende el snus y las bolsitas de nicotina.
Los nuevos productos, como las bolsitas de nicotina, son una versión limpia del snus. Sus ingredientes son muy parecidos a los de los productos farmacéuticos de sustitución de la nicotina y probablemente no están asociadas a muertes. De hecho, un gran instituto internacional, Global Burden of Disease, revisó decenas de factores que afectan a la salud pública y concluyó que el snus sueco no se relaciona con un exceso de mortalidad ni enfermedad. Si el principal problema social es la dependencia, estos productos es verdad que no resuelven nada. Pero si lo que queremos es reducir el sufrimiento, la enfermedad y la muerte, entonces sí son una muy buena solución.
En España, varios médicos han advertido de que tanto las bolsitas de nicotina y el snus son productos estrella de la industria del tabaco sin humo y que este ‘lobby’ tiene mucha fuerza en concreto en Suecia. ¿Qué les responde?
Es absolutamente cierto que la industria del tabaco quiere vender sus productos y que tiene un pasado poco ético. Sin embargo, hay una consecuencia no deseada al prohibir los productos más seguros: que los cigarrillos —que matan— seguirán siendo el producto principal de consumo. Y los cigarrillos también los vende la industria del tabaco. Me alegraría que los médicos españoles quisieran prohibir los cigarrillos en lugar de las bolsitas de nicotina.
«Me alegraría que los médicos españoles quisieran prohibir los cigarrillos en lugar de las bolsitas de nicotina»
¿Los cigarrillos electrónicos o vapers son mejores que los cigarrillos tradicionales?
Absolutamente. Un cigarrillo convencional libera entre 6.000 y 7.000 sustancias químicas, unas 60 o 70 de ellas cancerígenas. El cigarrillo electrónico solo libera una fracción de eso, así que no puede ser igual de dañino. Eso no significa que sea inocuo: también afecta a los pulmones, que son muy sensibles, pero el daño es mucho menor.
Los médicos españoles sostienen que los jóvenes pueden empezar a fumar por los vapers.
En países donde el vapeo está muy extendido, como Inglaterra o Nueva Zelanda, no hemos visto un aumento del consumo entre jóvenes. En Estados Unidos, al principio sí hubo un repunte, porque los adolescentes son curiosos. Pero después bajó, y también bajó el tabaquismo: hoy está en mínimos históricos. Es cierto que algunos jóvenes que nunca habrían probado nicotina ahora prueban los vapers. Pero antes habrían empezado con cigarrillos. Y eso es mucho peor.
¿Los nuevos productos no generan adicción?
La adicción varía según el producto. Nadie es adicto a los parches de nicotina, por ejemplo. El cigarrillo, en cambio, libera la nicotina en segundos y tiene un fuerte componente de comportamiento —sujetar, aspirar, ver el humo…—, lo que aumenta la dependencia. Por eso dejar de fumar y no usar nada es lo más difícil; cambiar a otro producto con nicotina es mucho más fácil, y más adelante será más sencillo abandonarlo del todo si la sociedad lo decide.
«Solo un 5,3% de los suecos fuman. El Gobierno ha subido los impuestos al tabaco y los ha bajado a los productos menos nocivos, para incentivar el cambio»
La realidad es que Suecia ha reducido el tabaquismo a menos del 5%.
Sí, un 5,3%. Eso nos sitúa en el nivel que la OMS llama «fin del juego» del tabaco. Desde entonces el Gobierno sueco ha subido los impuestos al tabaco y los ha bajado a los productos menos nocivos, para incentivar el cambio.
¿Cuál es el principal reto de España en la lucha contra el tabaquismo?
Creo que hay mucha gente interesada en el tema pero que no entiende la verdadera naturaleza de la adicción a la nicotina. Piensan que basta con informar bien o subir precios para que la gente deje de fumar, pero no es así. No lo conseguimos ni con las drogas ilegales, pese a las multas. Tampoco funcionaron las prohibiciones históricas de alcohol, cafeína o nicotina. Es muy difícil lograr una sociedad libre de nicotina, sobre todo cuando esta sustancia no causa psicosis ni pérdida de juicio, como el alcohol. Para un fumador es mucho más fácil dejar el tabaco si tiene alternativas.
España va a prohibir fumar en las terrazas.
Me parece muy bien. En Suecia tampoco se puede fumar en terrazas ni playas. Eso empuja a los fumadores a buscar alternativas más seguras y, a veces, a dejarlo del todo.
«En España, la prevalencia de tabaquismo no ha bajado mucho. Necesitáis hacer algo diferente, no solo más de lo mismo»
¿Por qué defiende que los cigarrillos tengan más cantidad de nicotina?
Porque, si el cigarrillo tiene poca nicotina, los fumadores lo compensan fumando más, aspirando más fuerte y más tiempo. En Noruega, como en Suecia, ha subido el consumo de snus y ha bajado el de cigarrillos. En Japón, los productos de tabaco calentado han reducido a la mitad el mercado del cigarrillo. En Nueva Zelanda, el vapeo crece y el tabaco baja. En Australia, donde los vapers están prohibidos, no ha cambiado nada. Es absurdo prohibir los productos menos dañinos y dejar que solo las tabacaleras vendan cigarrillos, que matan a la mitad de sus consumidores. Lo que debería prohibirse son los cigarrillos, ahora que ya existen alternativas.
«Los hombres suecos quienes tienen la menor mortalidad por tabaco de toda la UE»
Entonces usted defiende que hay formas seguras de consumir nicotina, aunque no sea buena para la salud.
Sí. No debe consumirse durante el embarazo, igual que muchos fármacos o el alcohol. Pero fuera de eso, la nicotina no parece causar cáncer ni enfermedades respiratorias. Los hombres suecos tienen las tasas más bajas de Europa en esas patologías. Tampoco aumenta el riesgo de infarto o ictus, aunque sí puede empeorar sus consecuencias si se sigue usando tras padecer uno.
¿Qué le parece la lucha antitabaco en España?
La prevalencia de tabaquismo no ha bajado mucho. Necesitáis hacer algo diferente, no solo más de lo mismo. En Suecia, sobre todo los hombres usan snus; las mujeres no tanto. Y son los hombres suecos quienes tienen la menor mortalidad por tabaco de toda la UE. Si España tuviera los mismos hábitos, morirían 29.000 hombres menos cada año. España debe ser valiente y pensar de otra manera.
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