Este jueves el Papa León XIV y Carlos III de Inglaterra rezan juntos en la Capilla Sixtina. Será la primera vez que un monarca inglés, cabeza de la iglesia anglicana, y un sumo pontífice católico compartan un servicio religioso desde la Reforma, en el siglo XVI. Más allá de lo histórico del momento, por algo en concreto tendrán que orar si la paz en el mundo ya se ha dejado en manos de las inmobiliarias. Hay una lacra terrible que ambos conocen muy bien, y cuya erradicación merece todas la súplicas: el abuso sexual contra los niños. El Vaticano tiene una de las amenazas peores contra su credibilidad y continuidad en los miles de casos de pederastia cometidos por curas urbi et orbe y durante décadas. El rey británico acaba de obligar a su hermano menor Andrés a suspender el uso de sus títulos y honores por el escándalo de su relación con el multimillonario pedófilo Jeffrey Epstein, y el supuesto abuso sexual cometido contra una chica de 17 años. Ambos líderes religiosos comparten no solo el problema de imagen de haber conocido y tolerado comportamientos repulsivos, sino además la incapacidad de atajarlos con una acción ejemplificante que ponga por delante a las víctimas. Demasiado tiempo mirando hacia otro lado, hasta que la opinión pública ha llegado al límite de su aguante. Ni pecados, ni «asuntos privados» de ovejas negras de la monarquía, los ataques contra la integridad sexual de los menores se llaman delitos y exigen otra contundencia. A Dios rogando y con el mazo dando.
Coincidiendo con la visita a Roma del rey Carlos se ha publicado en Londres el libro ‘Nobody’s Girl’ (‘La chica de nadie’). Se trata de las memorias póstumas de Virginia Giuffre, que ejerció la acusación contra Epstein, quien se suicidó en la cárcel en 2019, y su conseguidora Ghislaine Maxwell, que cumple una condena de 20 años. La autora fue captada de adolescente y entregada para mantener relaciones sexuales con hombres prominentes, uno de ellos, asegura, Andrés de Inglaterra, con quien se acostó en tres ocasiones, una de ellas en grupo con otras ocho crías y el propio Epstein. El hijo favorito de la fallecida Isabel II siempre ha negado los hechos, y llegó a un acuerdo con Giuffre en 2022 para que retirase una demanda civil en su contra a cambio de una cantidad millonaria que salió en buena parte del fondo personal de la reina. Según la BBC, en el libro la mujer hace un relato de sus encuentros con ‘Randy Andy’ (‘Andy el cachondo’), quien al conocerla acertó que era menor de edad y le comentó: «Mis hijas son un poco más jóvenes que tú». Recibió 15.000 dólares por el intercambio. El duque de York incluso se dejó fotografiar satisfecho rodeando la cintura de la joven, con la madame Maxwell al fondo. En su testimonio, Giuffre escribe cosas como: «Creí que podría morir como esclava sexual«. Aunque dejó atrás los abusos, se casó y tuvo tres hijos, no superó el trauma y se quitó la vida en abril de este año en su casa de Australia. Días después de ser despojado de sus títulos se ha publicado que Andrés encargó a uno de sus escoltas pagados con dinero público que espiase a su acusadora, proporcionándole datos personales de ella obtenidos de forma ilícita, para evitar que saliese a la luz la foto de ambos que atestiguaba sus andanzas sexuales. Otro comportamiento de un príncipe por nacimiento, octavo en la línea de sucesión al trono, que asquea a la sociedad británica. Al Rey le va hacer falta algo más que rezar.
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