Durante décadas se pensó que el cerebro adulto perdía su capacidad para aprender y transformar funciones. Ahora, un estudio con canarios revela que la maquinaria cerebral para el canto puede permanecer intacta y lista para ser reactivada, incluso tras años de silencio absoluto.
El cerebro conserva una capacidad de transformación a lo largo de toda la vida: se recupera de daños y asimila nuevos aprendizajes año tras año. Esta propiedad se conoce como neuroplasticidad, una habilidad que los pájaros cantores comparten con los humanos y que se vuelve especialmente visible en su repertorio vocal según la estación.
Los canarios, por ejemplo, pueden modificar la estructura y funcionamiento de su cerebro a lo largo de las distintas épocas del año. Durante la temporada reproductiva, amplían la complejidad de su canto y recuperan capacidades que parecían dormidas tras periodos de silencio.
Esa observación ha llevado a los científicos a preguntarse cómo es posible que los circuitos cerebrales que sostienen habilidades tan elaboradas puedan mantenerse intactos incluso cuando no se usan durante años.
Para responder a esta pregunta, el equipo del Instituto Max Planck de Inteligencia Biológica se propuso estudiar el caso particular de las hembras de canario y ha publicado los resultados de su trabajo en PNAS.
Cerebro cantor
Estas aves, aunque rara vez cantan en la naturaleza, poseen toda la maquinaria neuronal necesaria para hacerlo. Del mismo modo que existen áreas especializadas para el lenguaje en el cerebro humano, los pájaros han desarrollado zonas dedicadas al canto, una destreza que resulta de la interacción entre la genética y la práctica.
La clave de esta investigación fue administrar testosterona a hembras adultas, una hormona que suele incrementarse en los machos durante la época de reproducción (cuando más cantan), y observar cómo afloraba en ellas una capacidad de canto latente a lo largo de varias semanas.
Las técnicas de imagen tradicionales indicaban que la región HVC —vital para el canto— parecía agrandarse en canarios que cantaban activamente. Sin embargo, al analizar neuronas individuales, los investigadores detectaron un fenómeno muy distinto. Una combinación de microscopía avanzada y estudios de expresión génica permitió ver que las neuronas del canto no se distanciaban ni proliferaban. En lugar de crecer físicamente, las células nerviosas se activaban más, reforzaban sus conexiones, aumentaban su actividad y modificaban sus niveles de expresión genética. Así, eran más fáciles de identificar en las imágenes anatómicas, aclarando la expansión ficticia recogida en los estudios convencionales.
Cambios genéticos
Eso significa que, más que crecer para expandirse, lo que realmente ocurre en el cerebro de estas aves es una orquestación de cambios genéticos en todo el HVC, inducida por la testosterona, pero sin alteración en el tamaño global del cerebro cantor.
En consecuencia, la región mantiene su arquitectura y número de neuronas, aun en periodos prolongados de inactividad, lo que permite a las aves recuperar habilidades sofisticadas de canto tiempo después. Es decir, la maquinaria neuronal no se pierde ni necesita ser reconstruida, sino que permanece disponible, esperando el momento de ser activada y refinada.
La persistencia de esta capacidad quedó comprobada: los científicos lograron inducir el canto incluso en hembras de siete años, un periodo que excede con mucho la esperanza de vida natural de los canarios salvajes.
Referencia
Invariant HVC size in female canaries singing under testosterone: Unlocking function through neural differentiation, not growth. Shouwen Ma et al. PNAS, October 20, 2025, 122 (43) e2426847122. DOI:https://doi.org/10.1073/pnas.2426847122
Nueva comprensión
Este logro es resultado de una extensa labor que ha refinado herramientas genómicas, desde la secuenciación detallada hasta métodos bioinformáticos capaces de visualizar con alta resolución cómo se expresa cada gen y cómo se organiza la arquitectura cerebral. Gracias a esta diversidad de enfoques, se abren puertas para investigar cómo las distintas especies animales se adaptan a sistemas hormonales concretos, según los autores de este trabajo.
El estudio va más allá del canto y la genética porque, analizando cómo las células individuales modifican su actividad y comunicación, se empiezan a desentrañar principios universales de plasticidad cerebral. Comprender cómo las hormonas modulan los cambios neuronales y de circuito, así como la conservación de la estructura y la flexibilidad a lo largo del tiempo, puede ayudar a descifrar las bases mismas de la adaptabilidad cerebral.
Este avance permite especular sobre cuestiones más amplias, como la forma en que los cerebros envejecidos mantienen su potencial transformador y cómo se promueven los procesos de recuperación tras un daño cerebral o un ictus.