El Constitucional, el Supremo y el CGPJ en la gala de El Español, con protagonismo del «lobby riojano» en los corrillos

Una amplia representación de los dos altos tribunales de España y del Consejo General del Poder Judicial arropó la celebración del X aniversario de EL ESPAÑOL

Encabezados por Cándido Conde-Pumpido, presidente del Tribunal Constitucional, y por Isabel Perelló, presidenta del Tribunal Supremo y del CGPJ, magistrados, vocales y el presidente de la Audiencia Nacional, Juan Manuel Fernández, disfrutaron de los premios y resaltaron el acierto de los elegidos.

La jovencísima Iris Tió acaparó comentarios de admiración y varias vocales del CGPJ quisieron fotografiarse con Ana Botín.

En un corrillo coincidió el «lobby riojano»: el presidente de la Sala Penal, Andrés Martínez Arrieta; la dirigente del PP Cuca Gamarra y el presidente de EL ESPAÑOL, Pedro J. Ramírez, los tres nacidos en Logroño.

En un lugar cercano departían la vicepresidenta del Tribunal Constitucional, Inmaculada Montalbán; el vicepresidente del Supremo, Dimitry Berberoff; el magistrado de la Sala Penal del TS Pablo Llarena y los magistrados del TC Enrique Arnaldo, María Luisa Segoviano y José María Macías, además del jefe del gabinete del presidente, Joaquín Vives de la Cortada.

Vocales progresistas y conservadores del órgano de gobierno de los jueces olvidaron sus diferencias compartiendo el cóctel. Allí se encontraban Gema Espinosa, Pilar Jiménez Bados, Lucía Avilés, Inés Herreros, Carlos Orga, José Antonio Montero, José María Fernández Seijo y Alejandro Abascal.

Junto a ellos, las magistradas Carla Vallejo, Yolanda Sanz Pastor y Mónica Matute no quisieron perderse la celebración…

Juntos, pero no revueltos 

Pero en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando se cumplía la separación de poderes, de manera mucho más vistosa que en la España de hoy, donde parece amenazada, en el sarao de EL ESPAÑOL.

Celebrando juntos, pero no revueltos (ni mezclados ni mucho menos agitados), la judicatura se reunía más por su cuenta en el cóctel posterior al acto de entrega de los premios, huyendo de cualquier conciliábulo politiquero.

Porque los magistrados tienen un olfato especial para estas cosas, y debían de saber que en todos los demás corrillos se aprovechaba la ausencia gubernamental para sondear opiniones, espurgar rumores y confirmar protonoticias sobre un eventual adelanto electoral.

El catering espectacular de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando tenía poco, o nada, que envidiar a la pinacoteca que alberga. Hay zurbaranes y murillos por doquier, y la segunda mejor colección de Goya del mundo.

Las trece pinturas y las planchas de cobre originales de sus series gráficas del genio aragonés de Fuendetodos fueron admiradas con deleite por algunos de los vocales del CGPJ, y por los más interesados de los invitados.

Mientras la nadadora artística Tió superaba con más dificultad su timidez que a todas las demás competidoras piscineras del mundo, o Carlos Sainz rememoraba anécdotas con su eterno copiloto, Luis Moya, los jueces se escabulleron un rato del cuchicheo.

Por allí se hacían corrillos alrededor de Gamarra, la vicesecretaria de Regeneración Institucional del PP, que respetaba la independencia judicial huyendo de cualquier testimonio gráfico que lo desmintiera.

«¿Dónde está Lacalle?»

José Luis Martínez Almeida ya había comentado en su discurso de clausura lo de que esos salones «gloriosos» albergan obras representativas de «todas las etapas goyescas», como el Autorretrato ante su caballete y, sobre todo, El entierro de la sardina.

Por eso, tal vez, andaba más pendiente el alcalde de Madrid de saber cómo había empezado el partido su Atleti. «Tengo una cena ineludible ahora, y me lo voy a perder…», comentaba mientras curioseaba el móvil de un invitado.

«La cosa no está pintando tan bien este año», auguraba. Y antes de poder pincharle, a ver si se refería a algunas encuestas electorales o al primero de los cuatro goles que encajaron los colchoneros en Londres, empezó a escaparse.

«¿Se refiere a los de Simeone o a los atascos en la ciudad?», pinchaba un espontáneo con mala leche. «Nada, no te preocupes», bromeaba socarrón como en su discurso, «hoy es que ha llovido mucho, pero las obras dejarán una capital espectacular, ya verás».

Aún seguía la banquera Botín, presidenta del Santander y galardonada más agasajada de la noche, dejándose saludar en el evento.

Y Mariano Jabonero, secretario general de la Organización de Estados Ibreoamericanos, departía con Luis Alberto Lacalle, expresidente de Uruguay, a quien Alberto Núñez Feijóo se había quedado sin saludar, «lamentablemente».

El presidente del PP se esforzó por acudir a la fiesta de este periódico, entre los debates y la votación de última hora del Congreso.

Por suerte, la Real Academia de Bellas Artes le pillaba a pocas manzanas. «Como el Gobierno no gobierna, no hay mucho que votar, y tenemos plenos de día y medio, pero Armengol aprieta los martes hasta última hora«, lamentaba Feijóo.

La «corrupción» y las urnas

Por eso, y por la misma higiene democrática que más tarde exhibió Gamarra, evitó fotos con los magistrados y jueces que, un poco más allá, ya se reunían entre sí.

Ni con miembros del Poder Judicial ni con invitados ávidos de pedirle apuestas electorales. Feijóo vive «preparado para que sean mañana» pero convencido de que «si Sánchez halla cómo aguantar, las elecciones aún tardarán».

No quiso quedarse mucho más el líder popular que para saludar cariñoso a lospremiados y a los anfitriones, Pedro J. Ramírez y Cruz Sánchez de Lara, además de para posar en el photocall… y de buscar, insistente, al presidente Lacalle.

Una cosa sí que hizo Feijóo con placer malvado. Utilizó su clásico esto no es crítica, sino crónica para comentar la anécdota de la jornada, protagonizada por su paisana Yolanda Díaz.

«Lo he visto, lo he visto», respondía con socarronería, al ser preguntado por lo de «queda Gobierno de corrupción para rato». Según Feijóo, todo tenía una explicación: «Ha tenido un lapsus… diciendo la verdad. Vaya, que ha intentado corregirse pero no ha podido”.

En los corrillos eran más los que apostaban por que lo de «para rato» no es cierto, que habrá elecciones en primavera. Pero Feijóo incidía en lo segundo… en que a la vicepresidenta le habían traicionado los nervios de vivir rodeada de corrupción, y se le escapó «la verdad».

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