Pepa Llorca tiene 64 años y tiene cáncer de mama. En 2023, deberían haberla llamado para hacerse una mamografía en la sanidad pública, como había ocurrido regularmente cada dos años desde que tuvo la edad para adherirse al programa de cribado. Estuvo esperando dos años sin recibir la invitación con su cita y, cuando comenzó a sentir molestias en uno de sus pechos, se fue a la sanidad privada y se realizó una mamografía a través de su seguro privado de copago. El resultado fue claro: tenía cáncer de mama en un pecho. Como su seguro no cubría la biopsia y la operación, cogió la documentación y se presentó en el Instituto Valenciano de Oncología (IVO) en Campanar, donde se ha sometido a una cirugía y a las cinco sesiones de radioterapia. Una vez operada, ha recibido la carta para participar en el cribado; en su caso, ya era tarde.
En su conversación con Levante-EMV, confiesa sentirse «con suerte» porque su tumor era de «lento desarrollo», algo crucial para salvarle la vida y para evitar la extirpación del pecho. «Si hubiera sido agresivo, no estaría hablando contigo en este momento», reconoce a este periódico. También se siente «afortunada» por poder costearse un seguro privado porque, hace unos años, se dio de baja por no poder pagarlo.
Pese a esta doble fortuna, Pepa se siente «cabreada» por haber sido «absolutamente abandonada por el sistema«. Y añade: «No entiendo la dejación con la sanidad pública. En los últimos años, tengo clarísimo que ha habido un empeoramiento del sistema». A lo largo de su relato, destaca la importancia de la prevención: «Soy una firme defensora -, expresa-. Es muchísimo más costoso el tratamiento posterior». Sin embargo, apunta a un interés por beneficiar al sector privado, denigrando lo público y alegando «una vía para quitar presión a los hospitales públicos»; lo apuntaban varias asociaciones de mujeres este domingo coincidiendo con el Día Mundial del Cáncer de Mama. «No es un problema de los médicos de la pública -, reflexiona-. Es que no pueden hacer más con los recursos que tienen y los dictámenes que les dan es un análisis y una placa, nada más».
Un retraso inédito
La demora de casi dos años no le había ocurrido anteriormente. «Podía haber algo de retraso, pero el cribado funcionaba mejor que ahora«, explica. Una vez operada, recibió la invitación para acudir a hacerse la mamografía y trató de ponerse en contacto con la unidad por teléfono para explicarles que ya no era necesario. «Fue imposible -, reconoce-. Por eso, recomiendo a todas las mujeres que no las llamen que se presenten personalmente«. En su caso, además, recibió una llamada del personal sanitario reprochándole no haber acudido a la cita: «No he podido avisar porque no me habéis cogido el teléfono -, les respondió-. Quería deciros que ya no es necesario porque me han operado de un cáncer de mama hace un mes».
Su caso se suma al de otras mujeres que, en la última semana, han confesado no haber sido llamadas puntualmente para realizarse una mamografía. Esperanza Espada de Xàtiva contaba el sábado a este periódico que también recurrió a la sanidad privada después de esperar dos años a ser llamada en la pública; en su caso, el resultado fue negativo. También lo han denunciado públicamente Pilar Bernabé y Águeda Micó.
Dimensión política
Según los datos oficiales de la Conselleria de Sanidad, en 2024, la Generalitat no citó a más de 90.000 mujeres para hacerse una mamografía cuando debería haberlo hecho. No es la primera vez que ocurre, ya se dio en años anteriores; en 2017 y 2018, no se envió la citación a 98.157 y 86.055 mujeres respectivamente, según alegan fuentes oficiales de Sanidad. De hecho, hace un año y medio, el propio conseller de Sanidad, Marciano Gómez, denunció que el Botànic había «abandonado» a 150.000 mujeres que deberían haberse hecho la prueba; lo mismo que le achaca ahora la oposición. Ahora se compromete a informar del resultado de las mamografías en un plazo máximo de 30 días desde su realización.
Lo cierto es que, jaleado o no por el problema detectado en Andalucía, los retrasos existen y hay mujeres, como Pepa, que lo han sufrido en primera persona. Si no hubiera recurrido a su seguro privado o si su cáncer no hubiese sido de lento desarrollo, podría haber fallecido por culpa de una demora en un programa de cribado que, hasta ahora, todos defendían por «infalible».
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